El vértigo ocurre cuando percibimos un movimiento que en realidad no se está produciendo. María Cruz Iglesias, jefa del Servicio de Otorrinolaringología del Hospital Clínico San Carlos de Madrid, explica que es una sensación de movimiento en la que, a veces, la persona siente que el ambiente se mueve mientras ella está fija, y otras, es la persona la que nota que se mueve y el ambiente se queda quieto.
La especialista aclara que “es siempre un síntoma de algo, no es una enfermedad”, y señala que el aparato vestibular, situado en el oído, es el que controla el equilibrio y la posición del cuerpo, pero también intervienen el cerebelo y los ojos.
Tiene varias causas posibles, que van desde los problemas en el oído interno y el movimiento hasta los efectos producidos por algunos medicamentos.
Sin embargo, en muchos casos no se identifican los factores desencadenantes y hasta se culpa a la mala circulación, las infecciones y los traumas. También hay que decir que la forma como la gente siente sus mareos proporciona señales para identificar las posibles causas, al igual que la duración y la intensidad de estos.
Falsas señales
Para entender por qué se produce el vértigo, hay que entender que lo que está comprometido es el sentido del equilibrio, que depende de una combinación de señales que el cerebro recibe de varias estructuras del aparato sensorial, entre las que se destacan, entre otros órganos, los ojos; ellos determinan con exactitud dónde está el cuerpo, y cada una de sus partes, cada vez que se mueve o se está quieto. También el oído interno, pues allí están los sensores que determinan la dirección del movimiento, la fuerza de gravedad y la ubicación del cuerpo con respecto a los espacios.
De igual manera influyen los nervios sensitivos. A través de ellos viajan los mensajes del movimiento y la posición del cuerpo para que el cerebro los interprete. Cuando estas estructuras funcionan de manera adecuada y armónica, no existe ningún problema; sin embargo, al existir discrepancias entre ellos, el cerebro se confunde y aparece el mareo o el vértigo.
Por ejemplo, si hay daños en el oído interno, la corteza cerebral percibe sensaciones de movimiento que no coinciden con lo que envían los ojos. Y, mientras el cerebro trata de entender este desorden, le produce a la persona una sensación de falso movimiento que se manifiesta en mareo; y al no poder compensar las fallas se desencadenan los demás síntomas.
Frecuente en mayores
“Aparece con mayor frecuencia entre la cuarta y la sexta década de la vida y es más prevalente en el sexo femenino”, subrayan por su parte los especialistas de la Sociedad Española de Medicina Interna.
Además, Iglesias puntualiza que existen patologías del oído interno que también producen vértigo, “como la neuronitis vestibular y el síndrome de Menière”. Esta última enfermedad lleva el nombre de Prosper Ménière, el médico francés que fue el primero en relacionar los síntomas vertiginosos con el oído interno.
“En la mayoría de los casos, el síndrome de Ménière afecta a un solo oído, y la sintomatología vertiginosa puede ser variada; es decir, puede haber ataques ocasionales, frecuentes, o bien el vértigo puede llegar a ser tan extremo que resulte invalidante”, añade Iglesias.
Muy distinto es la sensación relacionada con las alturas. No es un vértigo como tal, pues una vez que la persona desciende, la sensación desaparece, al contrario de lo que sucede cuando hay una patología del oído interno. El vértigo que tiene que ver con las alturas se produce por una falta de compensación de los reflejos que coordinan la posición del cuerpo y el equilibrio”.
Se puede tratar
Cuando se produce un episodio agudo de vértigo, en el que “el paciente está muy vertiginoso y con mucho cortejo vegetativo como náuseas y sudor, hay que recurrir a los fármacos”, asegura la doctora Iglesias.
La experta aclara que son los sedantes vestibulares los que mejor controlan esa sensación tan desagradable para la persona afectada.
Asimismo, señala que en muchos casos, con este tratamiento es suficiente. “Si el vértigo continúa, es necesario recurrir a maniobras de rehabilitación”, precisa. En este sentido, comenta que cuando el vértigo tiene su origen en un problema en las cervicales, hay que realizar maniobras rehabilitadoras sobre el cuello. No obstante, si se trata de una patología del oído –como la enfermedad de Ménière, entre otras–, existe una rehabilitación vestibular en un aparato denominado posturógrafo.
Consiste en una plataforma móvil ubicada dentro de una cabina. “El paciente se sitúa sobre la plataforma, sujeto con un arnés para que no se caiga. A veces se mueve el suelo, otras es la pared de la cabina la que se mueve, y algunas se mueve tanto la plataforma como la cabina”, explica y afirma que de este modo se va rehabilitando el laberinto del oído.
Además, existen algunas pautas que el paciente puede seguir en su día a día para tratar de disminuir la intensidad de los síntomas vertiginosos y reducir el número de episodios que sufre.
Con estos objetivos, los especialistas del Servicio Nacional de Salud del Reino Unido recomiendan mover la cabeza despacio y con cuidado durante las actividades diarias, encender la luz en caso de levantarse durante la noche y salir de la cama con cuidado. Indican que hay que permanecer un rato sentado en el borde del colchón antes de ponerse de pie.
Consejos de los expertos...
Se aconseja sentarse de inmediato si se experimenta una sensación vertiginosa. También, permanecer quieto en una habitación tranquila y sin mucha luz para reducir la sensación giratoria. La relajación es fundamental, pues la ansiedad puede hacer empeorar el vértigo.
Si hay dolor de cabeza, vómito, cambios en la audición o en la visión, dificultad para caminar o desmayos, rigidez en la cabeza, fiebre o convulsiones, hay que ir a urgencias.
PURIFICACIÓN LEÓN
EFE Reportajes