El solo nombre genera escozor: hemorroides. Pero son más frecuentes de lo que parece. Lo que pasa es que muchas personas las padecen en silencio.
La Biblioteca Nacional de
Estados Unidos define así esta complicación: “Son venas hinchadas, inflamadas alrededor del ano o la parte inferior del recto.
Pueden encontrarse dentro del ano o debajo de la piel que rodea el ano. Con frecuencia son la consecuencia del esfuerzo para evacuar el intestino. Otros factores incluyen el embarazo, el envejecimiento y el estreñimiento crónico o la diarrea”.
El recto es la parte final del intestino y está rodeado de un anillo musculoso que facilita la expulsión de las heces a través del ano, que es el mismo lugar de donde brotan estas inflamaciones.
El gastroenterólogo bogotano Carlos Augusto Rodríguez Garcés es una autoridad al respecto. Miembro activo de las sociedades colombianas de Gastroenterología y de Cirugía General, es pionero en técnicas de radiofrecuencia en cirugía en proctología: es decir, en el procedimiento de eliminación de las hemorroides.
Hay factores genéticos, culturales, dietéticos, actos amatorios, defectos o variaciones anatómicas que tienen que ver, advierte.
“También, enfermedad venosa crónica con várices, patologías del hígado en la cirrosis, trastornos de tipo cardiovascular como insuficiencia cardiaca, tumores abdominales o ejercicios de gimnasio (levantamiento de pesas), embarazo y trabajos de fuerza que llegan a ser responsables del aumento de la presión abdominal que ocasiona el pujo, principal factor etiológico de este trastorno”, explica Rodríguez.
Antes del año 1800 –sigue– se emplearon muchas técnicas: dilatación digital entre los griegos y cauterio o hierro candente entre los árabes. Pero con la evolución de la medicina han surgido procedimientos menos invasivos y más efectivos, que hoy en día involucran el láser y la radiofrecuencia.
“Aunque los pacientes sufren en silencio, se calcula que entre el 35 y el 60 por ciento de la población puede presentar una crisis de enfermedad anorrectal durante la vida”, añade Rodríguez –también miembro activo de la Societé de Chirurgie de Basilea (Suiza)–, y aclara que siempre hay necesidad de pensar en las lesiones malignas para poder descartarlas.
“El ano es un órgano vital que debe ser cuidado al máximo, de ello dependerá el bienestar de la persona; cuando se sufren molestias, no hay que dudar en revisarlas”, añade. Las hemorroides pueden ir acompañadas de síntomas característicos como picazón, sensación de quemadura, dolor, inflamación, irritación o sangrado. Y pueden ser externas o internas y, en muchas ocasiones, mixtas.
Y aparte de los síntomas corrientes, pueden generar anemia, abscesos, gangrena de Fournier (una infección de la piel que afecta los genitales y el perineo y puede ser fatal si la infección entra en el torrente sanguíneo). Es decir: pueden llegar a ser muy peligrosas.
No obstante, aclara Rodríguez, no tienen que ver con el cáncer colorrectal.
Cuando por pudor no se consulta a tiempo o se cree en remedios populares como los baños de asiento con hierbas –que ayudan como complemento, al igual que la dieta y la higiene–, es posible que las hemorroides se conviertan en una constante o se repitan. Por eso, añade Rodríguez, hay que consultar al médico.
¿Y en qué casos o momentos es necesaria la cirugía?
“La clasificación marca como grado 1 a las hemorroides asintomáticas; grado 2, a las que salen y entran espontáneamente; grado 3, a las que salen y se reducen digitalmente; grado 4, a las que no se reducen. Son quirúrgicas las 3 y 4; y la 2, cuando sangran o se ‘trombosan’ ”.
Con la evolución de la medicina han surgido procedimientos menos invasivos y más efectivos, que hoy en día involucran el láser y la radiofrecuencia
El celular en el baño
Ya se ha dicho que con el embarazo y el aumento de la edad, es más común que aparezcan las hemorroides. Pero existe una población muy sensible, debido a una conducta cada vez más frecuente: el uso del teléfono celular en el baño.
Por intentar evacuar muy rápido, o por quedarse sentado mucho tiempo aplazando la evacuación, mientras se puja o se deja de hacerlo, se facilita su aparición. Lo mismo pasa cuando se va al baño a leer.
¿Qué hay que hacer?
Ángel Alberto Castro, médico especialista en gastroenterología, es tajante al advertir que las hemorroides solo se pueden evitar con una dieta rica en fibra y líquidos. Y aclara que los tratamientos con medicamentos orales no tienen evidencia de eficacia.
En cambio, “el aumento de la ingesta de fibra dietética está libre de complicaciones y reduce a la mitad el riesgo de prolapso y hemorragia”. Pero, en general, el riesgo de recurrencia sigue siendo alto. “Y el tratamiento con ungüentos esteroides no debe usarse por más de 2 o 3 semanas, debido al riesgo de dermatitis de o.
Y los populares baños de asiento pueden llevar a quemadura perineal e infecciones”, añade Castro. Los procedimientos para eliminarlas están diseñados para inducir la fibrosis local, crear el cierre de los vasos hemorroidales y la fijación de la submucosa. En conjunto, esto puede reducir la tendencia al prolapso y de ese modo minimizar los síntomas.
REDACCIÓN SALUD EL TIEMPO