De acuerdo con el artículo titulado Los mil días claves para la salud de la vida humana, escrito por Diederik Ruka y publicado en la revista Pesquisa Javeriana, los modos de alimentación durante la gestación y los primeros 24 meses de vida juegan un papel fundamental en la programación de la salud de una persona.
Una investigación liderada por Geraldine Vargas Salamanca, investigadora del Grupo de Alimentos, Nutrición y Salud de la Pontificia Universidad Javeriana, analizó la información respecto a los primeros mil días de vida de un ser humano, considerados como un periodo crucial para la conformación de la flora intestinal.
Para un adecuado crecimiento del feto resulta clave el estado de salud de la madre, desde la gestación hasta el parto. También es importante la dieta durante la lactancia materna y el inicio de la alimentación complementaria del bebé, pues esto contribuye a su buen desarrollo metabólico, inmunológico y microbiológico.
“La microbiota intestinal es un complejo ecosistema microbiano compuesto por diferentes grupos de microorganismos, localizados mayoritariamente en el colon y cuyas funciones permiten el metabolismo de nutrientes como vitaminas K y B12, además de contribuir en la maduración del sistema inmune por su capacidad de controlar bacterias patógenas que pueden causar infecciones”, explicó Geraldine Vargas Salamanca.
Por lo anterior, el adecuado desarrollo de la microbiota intestinal en los niños de hasta 24 meses de edad podría llegar a reducir riesgos de enfermedades crónicas no transmisibles como la desnutrición o el sobrepeso, el retraso en talla, las infecciones respiratorias y hasta la diabetes.
Según la nutricionista javeriana, quien presentó su trabajo en el marco del pasado XVI Congreso La Investigación, una de las primeras variables que podría afectar la conformación de la microbiota se da durante la gestación, un periodo donde aumentan las necesidades energéticas del cuerpo.
Para Vargas, el índice de masa corporal (IMC) de la madre gestante podría llegar a influir en la cantidad de nutrientes que se le suministran al feto y, posteriormente, en la cantidad de insulina que recibirá el bebé a través de la leche materna.
La alimentación de la madre durante la gestación, la alimentación exclusiva con leche materna durante los primeros seis meses del recién nacido y una adecuada introducción a los alimentos complementarios entre los seis y 24 meses de vida podrían definir en gran medida la conformación de la microbiota intestinal, siendo la alimentación balanceada la forma más eficaz de reducir los riesgos para la salud de los niños y ayudar a prevenir el desarrollo de patologías futuras en su desarrollo y vida adulta.
Por eso, para Vargas se hace indispensable la investigación respecto a la situación de la primera infancia durante la llamada “ventana de los mil días” en Latinoamérica, ya que la información y las investigaciones disponibles son casi inexistentes y resalta que los estudios analizados en esta investigación no son del todo concluyentes porque no incluyen otras variables externas que determinan también en gran medida esos modos de alimentación.
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