Los efectos que tiene para la salud respirar un aire contaminado

Durante la última semana Colombia no solo ha estado asediada por las llamas, sino también agobiada por el humo. Desde el inicio del fenómeno de El Niño el pasado 3 de noviembre, en Colombia se han registrado más de 476 incendios forestales que han afectado no solo la biodiversidad de los bosques del país, sino también la salud de los colombianos.

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En ciudades como Bogotá y Medellín, las partículas del humo generado por los incendios han llevado los niveles de la calidad del aire a mínimos insalubres. Pero aunque la coyuntura lleve a pensar que esto es algo solo del momento, no es así.

Según el Índice Bogotano de Calidad del Aire y Riesgo en Salud (Iboca), el año pasado se registró una acumulación de sustancias contaminantes en la ciudad que aumentó la concentración de partículas finas en áreas específicas y que representó un riesgo para la salud de los ciudadanos. 

De hecho, según el Índice de Calidad de Vida del Aire (AQLI), Colombia ocupa el sexto lugar entre los países con aire más contaminados de Sudamérica. El AQLI advierte que la contaminación atmosférica por partículas finas (PM2,5) o material particulado (por sus siglas en inglés) acorta en 10 meses la expectativa de vida que tienen en promedio los colombianos. 

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En ese sentido, la presencia de dichas toxinas causaría enfermedades como cuadros virales, infecciones gastrointestinales, asma, migrañas, dermatitis, entre otras.

En cuanto a los síntomas que se puedan presentar por la acumulación de toxinas, el doctor Guerrero enfatiza: “Antes de que aparezcan enfermedades que han sido documentadas claramente en su relación con la exposición continua a toxinas, podremos llegar a tener algunos síntomas como el agotamiento, fatiga y cansancio permanente, dificultad para concentrarse o perdida de la memoria, dolores de cabeza frecuentes, síntomas digestivos, enfermedades infecciosas a repetición, en especial de origen viral; dolor muscular y articular, sensación de sed constante acompañada de alteraciones en el sudor y temperatura corporal, entre otros más”. 

Por su parte, el especialista en toxicología Ubier Gómez agrega que las toxinas hacen que los órganos no funcionen adecuadamente, generando la presencia de síntomas tan comunes como la fatiga posviral, que fue muy común en la época poscovid-19.

Un estudio del área de Diabetes y Enfermedades Metabólicas Asociadas del Centro de Investigación Biomédica en Red junto con el Instituto de Investigación Biomédica de Málaga, entre otras instituciones, identificó que la contaminación atmosférica también es un factor de riesgo en enfermedades cardiovasculares y del metabolismo. 

La investigación, liderada por Sergio Valdés y Gemma Rojo Martínez, muestra una relación entre nivel de lípidos en sangre y exposición a contaminantes del aire.

Esta relación sugiere, a su vez, un vínculo entre polución atmosférica y aterosclerosis, enfermedad que se caracteriza por la acumulación de grasas, colesterol y otras sustancias en el interior de las arterias y en sus paredes. 

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El estudio, publicado recientemente en la revista European Journal of Clinical Investigation, sugiere que la contaminación del aire, tradicionalmente asociada con patologías respiratorias, tiene también efectos nocivos sobre el nivel de lípidos sanguíneos y puede incrementar los riesgos de sufrir enfermedades cardiovasculares. 

Los resultados del estudio mostraron una asociación significativa entre la exposición a diversos contaminantes del aire y varias medidas estándar o nuevas de lipoproteínas en sangre, lo que apunta a un perfil lipídico con tendencia al desarrollo arterioesclerótico en personas expuestas a un mayor grado de contaminación, e incluso podría indicar un factor de riesgo para el desarrollo o padecimiento de enfermedades cardiovasculares. 

Investigaciones previas habían mostrado cómo las alteraciones en el metabolismo de los lípidos podrían ser indicio de la asociación entre contaminación del aire y arteriosclerosis. El estudio ha ido un paso más allá, al analizar no solo el nivel lipídico, sino también el número y el tamaño de las partículas de lipoproteínas que transportan esos lípidos en la sangre. 

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“Estos resultados representan un paso importante por tratarse de una investigación basada en una muestra extensa de población, con numerosas variables clínicas, demográficas y de estilo de vida, además de incluir métodos innovadores de medición de lipoproteínas en sangre”, asegura Sergio Valdés, investigador principal. 

UNIDAD DE SALUD

Con información de Europa Press