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Noticia
Desajustes en los relojes internos del cerebro y el hígado pueden generar aumento de peso, revela nuevo estudio
Desconectar la conexión nerviosa corrige la sobrealimentación y el aumento de peso causados por un "reloj hepático" defectuoso.
Comer en exceso puede provocar problemas de salud a futuro. Foto: iStock
Las personas que trabajan en el turno de noche o en horarios extraños y comen a horas irregulares son más propensas a engordar y a padecer diabetes, probablemente debido a unos patrones alimentarios que no coinciden con la luz natural del día y con las horas en que la gente suele comer.
Pero, ¿es posible evitar los efectos nocivos de comer a esas horas "inusuales" a pesar de no ser biológicamente preferible? Un nuevo estudio de la Facultad de Medicina Perelman de la Universidad de Pensilvania dice que sí y aclara cómo sabe el cuerpo cuándo debe comer. El estudio, publicado en Science, explica cómo los investigadores descubrieron una conexión entre el reloj interno del hígado y los centros de alimentación del cerebro.
La investigación del equipo demostró que el hígado envía señales al cerebro a través del nervio vago, lo que permite al cerebro saber si se está comiendo a una hora que sigue el ritmo circadiano del cuerpo. Estas señales pueden verse alteradas por trabajar a horas inusuales. El cerebro se sobrecompensa y come en exceso a horas intempestivas.
"Tanto los ratones como los seres humanos comen normalmente en momentos en que están despiertos y alerta, y este circuito proporciona retroalimentación desde el hígado al reloj central del cerebro que mantiene el sistema funcionando sin problemas", dijo el autor principal del estudio, Mitchell Lazar, MD, PhD, director del Instituto de Diabetes, Obesidad y Metabolismo de Penn Medicine, y Profesor Ware de Diabetes y Enfermedades Metabólicas. "Esta retroalimentación se produce a través de una conexión nerviosa del hígado al cerebro".
El equipo de investigadores sugiere que el tratamiento de partes concretas del nervio vago podría ayudar a las personas que trabajan en turnos de noche o sufren desfase horario, ya que les ayudaría a comer en exceso debido a la alteración del reloj corporal. Foto:iStock.
Los investigadores se centraron específicamente en unos genes denominados REV-ERBs en las células hepáticas de ratones. Los REV-ERB son proteínas importantes que ayudan a regular el ritmo circadiano del organismo. El ritmo circadiano es un ciclo interno de 24 horas que regula diversas actividades, como los ciclos de sueño y vigilia, la liberación de hormonas y los hábitos alimentarios. Cuando se desactivaron estos genes REV-ERB en ratones -haciendo que el hígado tuviera un reloj defectuoso-, los patrones alimentarios cambiaron drásticamente, consumiéndose más alimentos durante las horas menos activas.
Los efectos eran reversibles. Al cortar la conexión nerviosa en ratones obesos, se restablecían los patrones alimentarios normales y se reducía la ingesta de alimentos. "Esto sugiere que actuar sobre esta vía de comunicación entre el hígado y el cerebro podría ser un enfoque prometedor para el control del peso en personas con ritmos circadianos alterados", afirma Lauren N. Woodie, doctora e investigadora posdoctoral en el laboratorio de Lazar.
El equipo de investigadores sugiere que el tratamiento de partes concretas del nervio vago podría ayudar a las personas que trabajan en turnos de noche o sufren desfase horario, ya que les ayudaría a comer en exceso debido a la alteración del reloj corporal.
"Estos hallazgos abren la puerta a futuras terapias dirigidas a vías neuronales específicas para ayudar a quienes sufren trastornos metabólicos causados por horarios irregulares. Las investigaciones futuras deberán centrarse en qué tipo de señales químicas envía el hígado al nervio vago, para ayudarnos a comprender cómo afecta el hígado al cerebro y al organismo a través de esta comunicación".
El estudio fue financiado por los Institutos Nacionales de Diabetes, Enfermedades Digestivas y Metabolismo, la Fundación JPB y el Instituto de Investigación Médica de Cox.
REDACCIÓN SALUD*
Con información de la Escuela de Medicina de la Universidad de Pensilvania