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Consumo de tabaco disminuye en el mundo, mientras el 'vapeo' se abre paso
El consumo de este producto cayó del 33 % al 20 % en un periodo de 22 años, según la OMS. Detalles.
En Colombia, el último Estudio Nacional sobre Consumo de Sustancias Psicoactivas reveló que la prevalencia del tabaquismo venía en descenso, pasando del 12,9 por ciento (2013) al 9,7 por ciento (2019). La tendencia hace eco de las cifras mundiales más recientes de la Organización Mundial de la Salud (OMS) que evidencian una disminución en el consumo de tabaco del 33 por ciento al 20 por ciento en un periodo de 22 años exactos (2000 - 2022).
Para los expertos, las campañas contra el consumo de cigarrillos promovidas por la OMS mediante figuras como el Convenio Marco para el Control de Tabaco han surtido efecto.
“Tenemos impuestos más altos, está prohibida la venta a menores de edad, la publicidad no está permitida en entornos donde haya niños y adolescentes, las cajetillas vienen marcadas con evidencia del daño que producen los cigarrillos, y un tema muy importante es la educación. Hoy en día un niño de 10 años tiene absolutamente claro que no se puede fumar”, explica Alejandra Cañas Arboleda, médica Internista - Neumóloga del Hospital San Ignacio y profesora titular de la Universidad Javeriana.
A pesar de que las cifras parecen alentadoras, Cañas aclara que el número total de fumadores se mantiene elevado debido al crecimiento demográfico y sigue provocando ocho millones de muertes cada año, un millón de ellas debido al humo de otros consumidores.
Esta se convirtió en una práctica común entre los jóvenes. Foto:iStock
En concordancia, según el informe de la OMS, se calcula que 1.250 millones de personas en el mundo consumen cigarrillos y en nuestro país el panorama no es distinto: la carga de enfermedad atribuible al tabaquismo ocasiona aproximadamente 26.460 muertes por año (evitables). Además, se pierden en promedio 674.262 años de vida por muerte prematura o discapacidad y los costos del sistema para atender a las personas con enfermedades prevenibles derivadas de esta causa son elevados.
Es más, el estudio ‘Incidencia de consumo de cigarrillos ilegales en Colombia 2023’, realizado por la firma Invamer para el Programa Anticontrabando de la Federación Nacional de Departamentos (FND), reveló que el consumo de cigarrillos ilegales en Colombia alcanzó el año pasado un 35 por ciento, la cifra más alta registrada desde 2015.
El contrabando de estos productos sería una de las principales razones de este crecimiento, a pesar de que está estipulado como un delito que afecta directamente a la ciudadanía, pues el impuesto al consumo que pagan los cigarrillos que se venden legalmente en el país se destina a financiar el deporte y la salud en las regiones.
De ahí que es posible deducir que existe un subregistro en el consumo de tabaco en Colombia. El 83 por ciento de las cajetillas ilegales comercializadas en 2023 fueron vendidas en tiendas de barrio, donde sus consumidores expresaron que entre las razones que motivaron la compra estuvieron el menor valor (89 por ciento) y la disponibilidad (42 por ciento).
En este sentido, las previsiones de la OMS indican que si bien el mundo alcanzará una reducción relativa del 25 por ciento en el consumo de tabaco para 2025, no se logrará el objetivo global de una baja del 30 por ciento con respecto a la base de referencia de 2010.
Y lo que es aún más preocupante: se calcula que solo 56 países llegarán a esa meta, cuatro menos de los que proyectaba el informe divulgado en 2021 por la entidad internacional.
Más allá de que las cifras que arroja el estudio, preocupa que el supuesto descenso registrado pone de manifiesto otra amenaza para la salud pública: el alto consumo de cigarrillos electrónicos o vapeadores.
Vapeadores, ¿la salida?
Los vapeadores, también conocidos como cigarrillos electrónicos o e-cigs, se crearon con el objetivo inicial de proporcionar una alternativa a los efectos perjudiciales del tabaquismo convencional.
Estos dispositivos no queman tabaco. En cambio, tienen cartuchos llenos de nicotina, THC, aceite de cannabinoides (CBD), sabores, y otras sustancias químicas que se convierten en vapor y así pueden inhalarse.
En efecto, muchos estudios sugieren que el ‘vapeo’ de nicotina puede ser menos dañino que los cigarrillos tradicionales cuando las personas que fuman regularmente cambian a ellos como un reemplazo completo.
Sin embargo, “el uso constante de estos productos puede provocar problemas de salud como cáncer, riesgos cardiovasculares, enfermedades respiratorias agudas, adicción a la nicotina, entre otras condiciones que continúan en estudio”, explica Juan Eduardo Guerrero Espinel, Presidente de la Asociación Colombiana de Salud Pública.
2. Colores y diseños llamativos. Los empaques de los cigarrillos electrónicos y elementos de vapeo, explotan al máximo la sensibilidad de los jóvenes, convirtiendo algunos de ellos en rios que se quieren tener y que se proyectan como símbolo de estatus. Foto:iStock
Para Cañas, se trata de productos altamente adictivos que no sirven para dejar de fumar. “Uno, de cada diez consumidores de cigarrillo electrónico, han fumado cigarrillo convencional, razón por la cual este mercado no está pensado para que la gente deje de fumar. El análisis de los estudios que avalan estas afirmaciones falsas tienen muchas deficiencias metodológicas”, expresó.
La investigación sobre los efectos colaterales de este tipo de dispositivos avanza, pero su uso en países como Colombia hasta hace muy poco empezó a regularse. Quizás lo que más preocupa a los expertos de este escenario es que el consumo de cigarrillos electrónicos ahora es más popular entre los adolescentes y adultos jóvenes que en otros segmentos de la población.
Tan solo en Colombia, específicamente, el consumo de vapeadores con nicotina fue de 5 por ciento en 2019, lo que se traduce en que unos 1,1 millones de personas los han usado alguna vez en la vida.
Los resultados de la Encuesta nacional de consumo de sustancias psicoactivas (ENCSPA) revelan que estos dispositivos son la tercera sustancia legal más consumida en el país y que el porcentaje más alto de consumo está entre personas de 18 a 24 años.
“Los niños y los adolescentes que no son fumadores, pero que utilizan vapeadores como si no tuvieran riesgo, no saben que estos dispositivos también generan adicciones. Esta es la gran advertencia de la Organización Mundial de la Salud (OMS) porque los jóvenes no saben cuál es la consecuencia que están asumiendo”, explica Guerrero Espinel.
Todavía no son claras las repercusiones totales o definitivas que tendría el uso de estos productos para la salud a largo plazo, pero distintos análisis revelan que las consecuencias para el organismo en quienes empiezan a usarlos sin necesidad podrían llegar a ser enormes.
En la actualidad solo 32 países –dos tercios de ellos de renta alta– prohíben la venta de los sistemas electrónicos de istración de nicotina y 79 naciones tienen vigente al menos una medida parcial para prohibir su uso en lugares públicos, limitar su promoción o patrocinio o exigir advertencias sobre los riesgos a la salud en el empaquetado.
Los expertos reconocen la dificultad para reglamentar los productos de nicotina y sistemas tabaco calentado, principalmente por su diversidad y rápida evolución. Algunos, de hecho, pueden ser modificados por el consumidor y otros se comercializan como productos sin nicotina, pero cuando se analizan se encuentra que sí contienen este ingrediente.
La lucha contra el tabaco empieza a surtir efecto, pero la batalla contra el vapeo apenas empieza. “Distinguir los productos con nicotina de los que no la contienen, o incluso de algunos productos con tabaco, puede ser casi imposible. Y esta es solo una de las formas en que la industria socava las medidas de control del tabaco”, sentenció Rüdiger Krech, director del Departamento de Promoción de la Salud de la OMS.