El 25 de noviembre Rocío Peña, doctora en Derecho, docente de Jurisprudencia de la Universidad del Rosario e investigadora en derechos humanos, recibió un mensaje amenazante a través de Facebook en el que la tildaron de “guerrillera” y en el que, en los términos más soeces, le advirtieron que se cuidara.
Un día antes, la profesora participó en un espacio académico en el Rosario cuyo objetivo era debatir el estado de la implementación de los acuerdos de paz. Peña fue ponente en la mesa de discusión sobre la Reforma Rural Integral, en la que también participó el excombatiente de las Farc, Lucas Carvajal.
La presencia de Carvajal en el foro causó indignación entre un grupo de estudiantes que se manifestaron por lo que, en palabras de Hernán Ariza, estudiante de Jurisprudencia del Rosario y miembro de las Juventudes del Centro Democrático, consideran “un agravio contra la academia”.
Peña, quien defendió la presencia del exguerillero en el foro, sostuvo una discusión con algunos de esos jóvenes. El encontrón quedó registrado en un video que se hizo viral y a causa del cual la profesora ha sido objeto de todo tipo de amenazas e insultos. Los agresores, según ella, distorsionaron la realidad y editaron el video con el fin de “ganar réditos políticos”.
“Discutimos, pero nunca quisimos que la amenazaran”, dijo Ariza a EL TIEMPO.
Peña, por su parte, manifestó que apelará al reglamento del Rosario para que se apliquen acciones disciplinarias contra los estudiantes que la abordaron y que difundieron los contenidos virtuales que han puesto en riesgo su seguridad.
El grupo de investigación en Derechos Humanos de la facultad de Jurisprudencia del Rosario también se pronunció. “Entendemos la universidad como un espacio de inclusión y construcción de paz y llamamos a recalcar el respeto hacia la pluralidad ideológica y la libertad de expresión y de cátedra, ejes de la autonomía universitaria”, expresaron los investigadores.
Otros casos
No es la primera vez que un suceso como este se presenta. Algo similar ocurrió en el Externado, en septiembre, cuando el exjefe guerrillero Andrés París visitó la universidad para participar en el ‘Diálogo estudiantil por la reconciliación’, un foro organizado por la Asociación Colombiana de Estudiantes Universitarios.
Horas antes del evento, de las juventudes externadistas del Centro Democrático dirigieron una carta a Juan Carlos Henao, rector de la institución y expresidente de la Corte Constitucional, en la que expresaron que creían inisible que “una persona que no ha pasado por la justicia” pueda dirigirse a la comunidad académica.
Quienes quieran participar de estos espacios –sugirieron los jóvenes– deben ser “interlocutores válidos de la democracia”.
En esa ocasión, las redes sociales también estallaron con la discusión. Fueron especialmente polémicos los trinos del senador Álvaro Uribe, quien, entre otras cosas, manifestó: “¿Qué pensar de nuestra Corte Constitucional si su expresidente Henao pone la Universidad al servicio del discurso terrorista?”.
La discusión acerca de la participación de excombatientes de las Farc en escenarios académicos es otro síntoma de la polarización que marca hoy el clima político de Colombia. Quienes se oponen consideran que el sometimiento a la justicia es una condición para que los exguerrilleros puedan participar del debate público. Además, sostienen que los excombatientes no son legítimos interlocutores de la comunidad universitaria.
Por otro lado, quienes, como Rocío Peña y Juan Carlos Henao, defienden la apertura de las aulas a los exguerrilleros argumentan que las universidades constituyen el mejor escenario para dar un paso adelante en materia democrática y configurar un nuevo campo de batalla: el de las ideas.
Muchos académicos respaldan esta última postura. José Manuel Restrepo, rector del Rosario, expresa que sería un error excluir a un actor clave del conflicto como las Farc en la discusión acerca de las políticas de Estado necesarias para pasar la página de la confrontación armada.
Y agrega que la academia es el escenario por excelencia para construir “desacuerdos inteligentes” y dice que episodios como los ocurridos en el Rosario y en el Externado deberían conducir a las universidades a reafirmar su compromiso con aquello de lo que los colombianos aún adolecemos: una educación en ciudadanía lo suficientemente fuerte como para ponderar colectivamente el debate democrático por encima de la confrontación violenta.
Manuel Salamanca, director del Instituto en Derechos Humanos y Construcción de Paz de la Javeriana, anota, por su parte, que las universidades deberían abrirse a discusiones abiertas y balanceadas.
“En la transición, ninguna perspectiva es prescindible: ni la de los exguerrilleros, ni la de los exparamilitares, ni la de las Fuerzas Armadas”, dice Salamanca.
“Las universidades no pueden servir como altoparlantes de una sola tendencia política o de una única manera de entender la historia”, indica Salamanca.
En la transición, ninguna perspectiva es prescindible: ni la de los exguerrilleros, ni la de los exparamilitares, ni la de las Fuerzas Armadas
Diálogos improbables
Fabio López, director del Instituto de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales de la Nacional, dice que un momento de transición exige de los “diálogos improbables”, una figura planteada por el pensador norteamericano John Paul Lederach, asesor de los procesos de paz en Colombia desde 1998.
Lederach plantea que una guerra genera rupturas sociales que afectan la calidad de las relaciones entre los ciudadanos y dan lugar a una constante sensación de desconfianza, miedo y sospecha que hace improbable el diálogo entre opuestos y genera resistencias a las propuestas de cambio. Los diálogos sustantivos –plantea Lederach– surgen del encuentro entre quienes tienen formas distintas de entender el mundo.
Manuel Ramiro Muñoz, fundador del Centro de Estudios Interculturales de la Javeriana de Cali, concluye que hoy las universidades tienen el deber moral e histórico de propiciar los encuentros que normalmente no ocurrirían, de apaciguar los odios y los dogmatismos heredados generación tras generación y de estimular los diálogos que hasta hace poco resultaban improbables.
Participación de Farc es legal
El profesor de la Javeriana Manuel Salamanca precisa que, en este momento, la participación de excombatientes de las Farc y de gestores de paz del Eln en espacios de discusión pública tiene lugar en un marco de legalidad: “Las Farc se desarmaron y recuperaron sus derechos. Y los gestores del Eln participan en foros bajo un mandato del gobierno que los faculta para hacerlo”, explica el académico.
Y, contrario a lo que los jóvenes del Centro Democrático plantean, Angelika Rettberg, directora de la maestría en Construcción de Paz de los Andes, advierte que
“pasar por la JEP no es requisito para participar activamente en debates universitarios”.“La Corte Constitucional se pronunció sobre la participación de exguerrilleros en procesos electorales, avaló la posibilidad de que puedan participar en política y delegó en la JEP la posibilidad de impedir que ejerzan cargos públicos, pero ese es un escenario distinto al de la academia, a donde los hemos invitado convencidos de que en el debate civilizado ganamos todos”.
MARÍA LUNA MENDOZA
EL TIEMPO