Minhacienda, 5.ª cabeza del sanedrín del presidente Petro que rueda por caso UNGRD

La última intervención pública de Ricardo Bonilla como ministro del gobierno del presidente Gustavo Petro fue ante los cafeteros del país. En Bogotá, en la cumbre anual del gremio, Bonilla habló ayer como si siguiera firme en el Ministerio de Hacienda, a pesar de que las aguas del escándalo de la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres (UNGRD) le venían subiendo cada vez más, especialmente después de la comprometedora declaración de la que fue su mano derecha en el Congreso, Alejandra Benavides, ante la Fiscalía.

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Durante todo el fin de semana y este lunes en un evento público al que lo llevó en San Andrés, el presidente Gustavo Petro hizo, a su manera, una férrea defensa de su ministro de Hacienda. Por eso, y a pesar de que el escándalo de la UNGRD le seguía y le sigue pasando factura al Gobierno en el trámite de la llamada ley de financiamiento, cuyo principal responsable era Bonilla, en muy pocas cuentas estaba la posibilidad de que el Presidente se decidiera a sacrificar a una nueva ficha de su sanedrín político –la quinta– por cuenta de las investigaciones de la Corte Suprema de Justicia y de la Fiscalía sobre el entramado de corrupción en la UNGRD.

El trino que lanzó el martes el primer mandatario daba señas de seguridad frente a la permanencia del jefe de Hacienda en el cargo. También su inclusión en la delegación que visitó San Andrés se entendía en el mismo sentido. Ministros que estuvieron en dicho viaje señalaron que no hubo seña alguna de la salida. Incluso, en este espacio se habría hablado del ad hoc que reemplazaría a Bonilla en los temas de Gestión del Riesgo. Solo es entendible que se hubiese estudiado quién ocuparía esta figura si se presume que las cosas en el gabinete se mantenían iguales.

Sin embargo, otras fuentes le contaron a EL TIEMPO que el saliente ministro ya había dicho que ese sería su último viaje con el Ejecutivo. Esta tesis la mantuvo también Bonilla. Ayer en la tarde, en un video difundido a través de sus redes sociales, aseguró que en el viaje a las islas concertó con su jefe, el presidente Petro, la decisión de apartarse del cargo para dedicarse a su defensa ante la Fiscalía.

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Lo cierto del caso es que ayer, antes de que el Presidente revelara vía X que le había pedido la renuncia a Bonilla, pasaron varias cosas relacionadas con el ministro de Hacienda. Por un lado, por orden de la Corte Suprema de Justicia, los investigadores del CTI inspeccionaron la oficina de la representante Karen Manrique, una de las congresistas más enredadas con el supuesto trámite irregular de contratos que salpican a Bonilla y visitante repetida de las instalaciones del Minhacienda. 

Y, segundo, en pleno evento de los cafeteros se conoció la denuncia de corrupción que el propio ministro remitió a la Fiscalía por un anónimo que recibió y que mencionaba al presidente de Ecopetrol, Ricardo Roa, y a Nicolás Alcocer Petro, hijastro del presidente, en un supuesto negocio relacionado con la hidroeléctrica de Urrá (ver notas en la página 1.3). La denuncia de Bonilla abrió un nuevo frente de escándalo para el entorno presidencial, donde Roa, exgerente de la campaña Petro Presidente, es uno de los funcionarios más cuestionados.

Tras su intervención, como no había pasado en el año y medio largo que llevaba en el cargo, Bonilla rehuyó a la prensa que lo esperaba y salió del escenario casi que por la puerta de atrás. Menos de tres horas después, con un trino, el presidente Petro notificaba al país que le había pedido su dimisión. “Espero su renuncia, no porque crea que es culpable, sino porque lo quieren despedazar por ser leal al programa de gobierno y quieren derribar inconstitucionalmente ese gobierno”, escribió el jefe de Estado.

Bonilla le dará paso al tercer ministro de Hacienda del gobierno Petro en menos de dos años y medio de mandato: ayer se anunció que será Diego Guevara, actual viceministro de la cartera. El saliente funcionario se va en un momento crítico para las finanzas del país y cuando la posibilidad de que el Congreso le dé la bendición a su polémica ley de financiamiento, con la que el Ejecutivo esperaba recaudar 12 billones de pesos que tiene desfinanciados en su plan de presupuesto para el 2025, es cada vez más remota.

¿Era sostenible el minhacienda a pesar de los avances del escándalo de la UNGRD? A su manera, incluso sugiriendo que Bonilla había sido partícipe en prácticas que él considera corruptas y hasta delitos, el Presidente le mantuvo el respaldo hasta la mañana de ayer. Incluso en el trino con el que anunció la salida, el mandatario hizo énfasis en la inocencia de quien lo acompañó tanto en su gobierno en Bogotá como ahora a nivel nacional.

Esta vez habló de que había caído en una trampa supuestamente tendida por el uribismo. El primer mandatario ha hecho énfasis en que las gestiones que se hicieron en la Comisión Interparlamentaria de Crédito están relacionadas con la necesidad de pagar la deuda que había dejado el gobierno de Iván Duque. A esto ahora se le suma que se ha explotado el pasado de Alejandra Benavides, pues también fue funcionaria de dicha cartera durante la anterior istración.

“El error de Bonilla es la ingenuidad académica, pensar que todos tienen la misma altura intelectual. Por eso desobedeció mi indicación de no confiar en los funcionarios uribistas de minhacienda, que nos hicieron trampas desde el principio, como cuando pagaron con el presupuesto el déficit de gasolina de Duque, o evaporaron la plata para la universidad pública, o no pusieron los códigos que clasifican los proyectos del Gobierno para impedir su presupuestación y que no llegaran los recursos” fue uno de los puntos que expuso el primer mandatario en el trino de más de 2.700 palabras, cinco páginas en Word.

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Dos horas después del pedido a través de redes sociales se conoció la carta de renuncia del ahora exfuncionario. “Apreciado señor Presidente. Me permito presentar renuncia irrevocable al cargo de ministro de Hacienda y Crédito Público de Colombia. Dije siempre que respeto el trabajo de la Fiscalía y que no usaría mi cargo en el gabinete para defenderme”, se lee en la misiva.

En la carta, Bonilla aseguró que considera que ha llegado el momento de asumir su defensa como ciudadano y no como funcionario, con lo que pretende evitar que el proceso afecte el devenir del Gobierno y la agenda pública del Ejecutivo. A renglón seguido indicó que su salida debía servir para replantearse el “diseño institucional de la Comisión Interparlamentaria de Crédito Público”. Aunque no hizo referencia a posibles conductas ilícitas, aseveró que el diseño de esta instancia puede dar paso a maniobras dilatorias que “dejan al ministro de turno en aprietos”.

Además de las manifestaciones de los sectores políticos dando la razón a la renuncia o lamentándola, desde la academia han hecho distintas lecturas del hecho. Varias voces señalaron que era esperable, ante el alcance que ha tomado el escándalo de la UNGRD.

“La renuncia de Ricardo Bonilla en medio del escándalo de corrupción de la UNGR solo demuestra que hemos fracasado como sociedad y que la corrupción llegó a las más altas esferas del Estado, o al menos, que se dejaron coger, pues ya había sucedido con anterioridad”, sostuvo Gonzalo Araújo, de la firma analista Orza.

Por su parte, el profesor Jorge Iván Cuervo, de la Universidad Externado, habló de los señalamientos que hacían insostenible a Bonilla, pero cuestionó que no lo hiciera antes. En esa línea comienzan a generar ruido las denuncias que hizo Bonilla ante la Fiscalía. “La noticia que se conoció, de que Bonilla remitió a la Fiscalía una denuncia anónima que involucra al presidente de Ecopetrol y al hijo adoptivo del Presidente, es lo que detona la decisión del Presidente de pedir la renuncia al ministro” fue la lectura hecha por el experto.