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‘La migración venezolana en Colombia es una migración duradera’: Gilles Bertrand
El embajador de la Unión Europea en Colombia habló sobre los retos alrededor del fenómeno.
La diáspora no cesa. Es un drama que cotidianamente vemos en las calles de las ciudades o en las carreteras nacionales. Niños, mujeres y hombres exhaustos por el peso de la incertidumbre y, sobre sus espaldas, unas pocas pertenencias.
Con corte a mayo de 2023, la Plataforma de Coordinación Interagencial para Refugiados y Migrantes de Venezuela constató que de los 6’136.402 venezolanos refugiados que existen en América Latina y el Caribe, 2’480.000 se encuentran en Colombia.
Gilles Bertrand, embajador de la Unión Europea en Colombia. Foto:Néstor Gómez. EL TIEMPO
Es un problema mayúsculo, pero también una oportunidad. Si bien este panorama se visibiliza en la sobrecarga de los sistemas de salud y educación de los municipios receptores de esta población, un estudio de la Unión Europea, la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur), la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) y el Programa de las Naciones Unidas para los Asentamientos Humanos (ONU-Hábitat) muestra que el fenómeno también es un activo territorial para alcanzar mayores índices de prosperidad.
En ese sentido, Migración Colombia señala que la mayoría de migrantes tienen entre 18 y 29 años. Es decir, la mayor cantidad de personas refugiadas y migrantes está en edad productiva laboralmente.
Esto llevó a las entidades anteriormente mencionadas a formular el proyecto Ciudades Incluyentes, Comunidades Solidarias (Cics), con el propósito de mejorar la inclusión económica y social de refugiados y migrantes venezolanos, con vocación de permanencia.
Sobre esta iniciativa, el embajador de la Unión Europea en Colombia, Gilles Bertrand, habló con EL TIEMPO.
¿Cuál es la evaluación que hace la Unión Europea del fenómeno migratorio en Colombia?
En primer lugar, hemos estado sorprendidos por este flujo masivo de migrantes, que son más de 7 millones de venezolanos que han salido de su país. Es por eso que celebramos la respuesta de América Latina en general y de Colombia en particular a la crisis migratoria desde Venezuela, la cual ha sido un ejemplo para el mundo. Ha sido un proceso muy rápido de construcción de soluciones, de emergencia, pues las ciudades tenían que enfrentarse a problemas muy concretos de salud, educación y de capacidad para acoger a esos nuevos ciudadanos. Ahora bien, de la misma manera se han construido estrategias locales de integración pensando en el largo plazo y ofreciendo a los migrantes todos los espacios necesarios para que emprendan, para que estudien y para que al final puedan contribuir al máximo a su nuevo país.
¿Cómo describiría esta migración?
Gran parte de está migración es una migración duradera.
¿Qué medidas ha adoptado la Unión Europea para apoyar este fenómeno?
Desde la Unión Europea hemos hecho, especialmente en Colombia, fases de urgencia, con ayuda humanitaria. A lo largo de estos casi 10 años de crisis no hemos dejado de lado esta atención junto con la Cruz Roja colombiana y otros socios, ya que todavía hay migrantes que se encuentran en situaciones de necesidad inmediata. Luego trabajamos en particular con las ciudades y sus autoridades locales para las respuestas de mediano plazo, para la adaptación al sistema educativo, al de salud, montar sistemas de acogida integrados donde el migrante o la migrante puedan llegar e instantáneamente tener a todas las inscripciones y los procedimientos que tienen que cumplir. Asimismo, hemos ayudado en el trabajo a largo plazo, apoyando al emprendimiento donde, además de Ciudades Incluyentes, trabajamos directamente con el Ministerio de Comercio.
¿En quiénes se han enfocado?
Hemos dado una respuesta humanitaria más enfocada en poblaciones con vulnerabilidades particulares, típicamente mujeres que van caminando con sus niños, la población LGTBI, personas en condición de discapacidad, mayores y en general personas que requieren mayor asistencia porque están expuestas a situaciones que son mucho más complejas.
La estructura de la migración ha cambiado ya que hay periodos en los que la mayoría de personas que pasan por el Darién no son venezolanos. ¿Qué desafíos hay en ese aspecto?
Son migrantes de muchos países del mundo. Eso se consolidó por el oportunismo de redes bastante organizadas que ofrecen a migrantes la posibilidad de cruzar el Darién con el sueño de llegar a Estados Unidos. Eso ha generado situaciones humanitarias muy duras, peligrosas, situaciones donde sabemos que el crimen organizado aprovecha la dificultad de las personas migrantes. Ese es un trabajo que necesita de una mezcla de procedimientos legales para llegar a Estados Unidos, respuestas desde el punto de vista de seguridad y un apoyo humanitario a los que están ahí sin darse cuenta de los riesgos que implica un viaje tan peligroso. La Unión Europea fue el primer actor humanitario en estar presente en el Darién y en toda la región del golfo de Urabá para informar a los que pretenden cruzar de las amenazas, entregando además kits de supervivencia en caso de que decidan seguir. Para hacer todo esto más efectivo, trabajamos con las comunidades que tienen más presencia en el terreno y por ende más conocimiento de las evoluciones.
¿Cómo ve la Unión Europea la situación en la frontera entre Colombia y Venezuela?
Como lo mencionaba antes, hay un tema de poblaciones que sabemos están mucho más expuestas. Sabemos que hay circuitos de trata de personas para prostitución, en particular de personas desde Venezuela a ciudades de Colombia. Ese es un trabajo importante para las autoridades colombianas como la Fuerza Pública. En nuestra lógica humanitaria, cuando ayudamos a alguien lo hacemos de forma neutra, sin mirar de dónde viene o por qué cruza la frontera. Es un accionar basado en las necesidades de la persona en el momento y tener como mínimo lugares seguros donde pueden llegar las personas migrantes y orientarlas hacia las autoridades locales.
¿Qué proyecciones hacen de la migración venezolana, teniendo en cuenta que el próximo año habrá elecciones en el país vecino?
Es muy difícil saber. Las migraciones por definición son una suma de situaciones y decisiones personales que no son fáciles. La gran mayoría de la gente no sale de su país porque quiere salir, sino porque las circunstancias las obligan. Lo que seguimos viendo es que el flujo de migrantes desde Venezuela continúa a un nivel inferior a lo que se ha visto en los años de inicio de la crisis. Igualmente, todavía hay mucha gente que sale de Venezuela y que también está regresando al país. Por ahora, el flujo va más en la dirección de la salida, pero es de recordar que ahí hay dinámicas que realmente dependen de muchos factores. No me atrevería a hacer proyecciones.
¿Qué lecciones han aprendido a lo largo de las crisis migratorias?
Bueno, hemos aprendido que cuanto más largos sean el plazo y la perspectiva que se puedan ofrecer a los migrantes que llegan, más contribuyen al país que los está acogiendo. Creo que Colombia ha hecho muy bien eso gracias al Estatuto Temporal de Protección, dando desde el inicio esta perspectiva de 10 años para que las personas se puedan proyectar en el futuro y no estén en una perspectiva de urgencia o de arreglar diariamente problemas de supervivencia; que puedan pensarse en Colombia como destino. Lo segundo es que para ser exitosos manejando una crisis migratoria hay que trabajar de la mano con las comunidades de acogida y los mismos migrantes. Hay que tener una dinámica común.
¿Qué permite eso?
Que las comunidades de acogida y los migrantes estén mirando juntos hacia el futuro de su barrio, en lugar de tener situaciones en las que uno mira lo que el otro tiene o no. Lastimosamente, eso no solo se logra con proyectos artísticos, sino a través de políticas ciudadanas sin discriminación a los migrantes en situaciones de necesidad.
¿Trabajar a largo plazo es, entonces, una oportunidad de desarrollo económico?
Ahora tenemos a venezolanos y venezolanas que son emprendedores y emprendedoras. El proyecto Ciudades Incluyentes apoyó más de 300 emprendimientos. Son gente que contribuye al dinamismo económico colombiano, pagando presupuestos que generan empleos, y aunque obviamente no todos pueden ser emprendedores, esta dinámica solo se puede hacer si un migrante tiene esta perspectiva de largo plazo. Por eso son tan importantes las estrategias de las ciudades y el trabajo que hemos hecho conjuntamente con las agencias de las Naciones Unidas en todo lo que tiene que ver con integración socioeconómica.
¿Se abordó el tema de la migración venezolana en la Cumbre de los Pueblos?
Se abordó y se felicitó la respuesta de Colombia y de América Latina a la crisis migratoria. Esto ya se ha hablado en reuniones bilaterales y creo que después de una crisis tan larga es interesante ver el nivel de éxito de América Latina, eso fue un tema principal en la cumbre y, en particular, de los países más afectados.
¿Es para ser optimistas, entonces?
Esto demuestra que trabajando de la mano con las organizaciones de las Naciones Unidas hay mucho que se ha hecho y que se puede continuar haciendo. Lo más complicado, que es la fase inicial de atención urgente, ya se ha logrado superar y ahora empieza el momento de los beneficios de la presencia de inmigrantes en los países, los cuales van a ser cada vez más visibles.
¿Se piensa copiar el modelo de integración en más ciudades del país?
Estamos identificando cuáles han sido las mejores prácticas y mostrar los beneficios, así como proponer rutas que se pueden probar en otras ciudades. Aunque Bogotá técnicamente no formó parte de este grupo de ciudades, han seguido mucho el proyecto y este siempre ha estado abierto a intercambios con otras ciudades y a un trabajo de la mano con ellas.