La intempestiva salida del secretario general de la Presidencia, Jorge Mario Eastman, podría ser el primer costo que el
presidente Iván Duque tiene que pagar por su quebrantada gobernabilidad en el Congreso de la República.
Eastman, quien llegó a tener todo el apoyo del presidente Duque para el ejercicio de su cargo, solo pudo estar ocho meses en funciones. Varias fuentes muy cercanas a la Casa de Nariño señalaron que, supuestamente, las dificultades de comunicación del Secretario General con varios líderes políticos se convirtieron en una razón clave para su paso al costado.
Según esas fuentes, a menudo el presidente Duque recibía reclamos sobre la actitud distante de Eastman, incluso con el expresidente Álvaro Uribe y otros pesos pesados del uribismo.
Al respecto, el senador Uribe afirmó, a través de su cuenta de Twitter, que él no le pide al presidente Duque ni nombramientos ni remociones de funcionarios.
"No me enemisten con el doctor Eastman. Pido al Gobierno apoyo a eros, cafeteros, confeccionistas, ancianos, hospitales, carreteras. Le transmito preocupaciones comunitarias en seguridad", dice el trino del expresidente.
El Secretario General de la Presidencia es como el ‘polo a tierra’ del Presidente. Es quien hace que sus decisiones se cumplan. Es como un organizador del gobierno. Los decretos firmados por el Presidente de la República llevan la firma del Secretario General de la Presidencia. De alguna manera el secretario general de la Presidencia oficia como el jefe istrativo de la Casa de Nariño.
Pero lo que hizo mella en el ejercicio de funciones de Eastman fue el manejo de las difíciles relaciones con los políticos. Eastman irá ahora a un cargo diplomático que no se ha definido.
Lo reemplazará de manera transitoria en sus labores la actual secretaria privada del Presidente, María Paula Correa, una persona de toda la confianza del mandatario.
Correa es una funcionaria que prefiere mantener un perfil bajo, pero tiene el pleno control de la agenda del presidente Duque.
Aunque la nueva secretaria encargada de la Presidencia ha estado vinculada al uribismo y ha trabajado en el sector público -laboró en la Casa de Nariño cuando Uribe era el Presidente- también ha tenido una labor exitosa en el sector privado fuera del país.
A Correa se le reconoce como una persona de alto rendimiento. Seria. Y con muy buena capacidad para el manejo de las relaciones del Presidente.
¿Ajustes en el gabinete?
En fuentes bien informadas se supo que la salida de Eastman podría ser aprovechada por el Presidente para precipitar la salida de algunos de sus ministros.
Aunque el presidente Duque ha dicho de manera reiterada que no va a negociar cuotas burocráticas con los jefes de los partidos para facilitar su gobernabilidad, los hechos más recientes en el Congreso advierten que una rigidez del modelo utilizado hasta ahora por su gobierno puede implicarle costos políticos.
El gobierno de Duque y el uribismo como partido de gobierno está siendo castigados de manera implacable en el Congreso de la República por una alianza surgida las últimas semanas y que convoca a su alrededor a las mayorías legislativas.
Esa alianza que podría paralizar cualquier propósito del gobierno en el Congreso tiene como a sectores que van desde la centro derecha de Germán Vargas, pasando por el liberalismo y ‘la U’ hasta llegar inclusive a la izquierda radical del partido de las Farc.
Esa alianza ya le propinó una derrota hace dos semanas al gobierno cuando negó en la Cámara de Representantes por una mayoría aplastante las objeciones del presidente Duque a la JEP. Esta situación está a punto de repetirse en el Senado de la República, sobre el mismo tema.
El asunto es tan dramático para el gobierno y para el uribismo, que este martes el expresidente Álvaro Uribe suplicó a sus adversarios en el Congreso que acepten construir unas mayorías para negar por lo menos dos de las objeciones de Duque a la ley de la JEP.
El pedido reiterado de Uribe en la plenaria del Senado para armar una mayoría alrededor de cambiar la ley de la JEP confirmó lo ya conocido: que son minoría y que no está en condiciones de pasar nada en el Congreso.
Las condiciones de gobernabilidad para Duque en el Congreso empeoraron luego de que los jefes de Cambio Radical, Germán Vargas Lleras y del liberalismo, César Gaviria, tomaron distancia de manera expresa del gobierno.
El caso más crítico fue el de Vargas, quien en una columna de EL TIEMPO, denunció que el gobierno de Duque estaba comprando a congresistas de su partido con cargos en el gobierno para votar los proyectos. Al final, Vargas logró controlar su partido a punta de disciplina y el gobierno volvió a quedar en minoría absoluta en el Congreso.
Las versiones de gente cercana al uribismo y al Gobierno hablan de que podrían salir del gabinete entre dos y cinco ministros, pero finalmente será el Presidente, en su fuero, quien defina los cambios.
No obstante no se puede desconocer la inmensa influencia del expresidente Álvaro Uribe sobre el gobierno de Duque. Y aunque el exmandatario ha dicho públicamente que no interfiere la gestión de Duque ni le recomienda nada, sí se sabe que en Palacio han tomado nota de las inconformidades del jefe del Centro Democrático y de otros partidos con algunos ministros.
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