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Las claves de la tensión entre Colombia y Panamá por la crisis migratoria en el Darién
Migración Colombia señala que idea de Panamá de cerrar frontera es ‘físicamente’ inviable.
Los altos flujos migratorios irregulares en la espesa selva del Darién, que a través de sus 266 km conecta a Colombia con Panamá, tienen en alerta al país centroamericano. Tanto así, que las autoridades vecinas ya contemplan opciones “más contundentes” para frenar la entrada de migrantes. Cerrar la frontera es una de las medidas que evalúan, según aseguró el jueves el ministro de Seguridad panameño Juan Manuel Pino.
La decisión, aseguró Pino, se tomará en un consejo de gabinete del presidente Laurentino Cortizo, aunque no es claro en qué fecha será esta reunión. “Los países del sur le han dado la espalda al problema”, aseguró el ministro, y agregó que “todas las posibilidades están sobre la mesa porque el impacto es muy grande”.
Pese a que una eventual militarización de la frontera está siendo analizada, Carlos Fernando García, director de Migración Colombia, en diálogo con EL TIEMPO, señaló que esta opción es físicamente inviable, aunque advirtió que en Bogotá se tuvo conocimiento de que hace una semana hubo una “movilización de la Fuerza Armada de Panamá” en la zona frontera. Pero señaló que “taponar 266 kilómetros de frontera no es posible en términos humanos reales hoy en día”.
Según Unicef, más de 150 menores de edad llegaron a Panamá sin sus padres, algunos de ellos eran bebés recién nacidos, un aumento de casi 20 veces en comparación con el 2020. En total, 19.000 menores de edad migrantes han cruzado este año. Foto:Mauricio Dueñas Castañeda / EFE
García, contrario a lo que considera el ministro panameño, expuso que en este momento “no hay razones para cerrar la frontera” porque insistió en que “uno de los derechos fundamentales de los migrantes es la libre movilidad”, asegura.
El director de Migración reveló que se han registrado días en los que pasan la frontera hacia el norte hasta 4.000 migrantes. También afirmó que la advertencia que hizo el ministro Pino de tomar “medidas contundentes” en la frontera no es, supuestamente, la posición oficial de ese país. “(Eso) no ha sido manifestado ni por el canciller ni por el presidente, lo que nos debe llevar a no apresurarnos ni hacer conjeturas”, agregó.
Fernando García, director Migración Colombia. Foto:César Melgarejo / EL TIEMPO
Las estadísticas de Panamá (las de Colombia no se conocen) señalan que este año han cruzado el Darién unas 307 mil personas. Son 50 mil más que en todo el año pasado, y ese flujo no solo pone en riesgo a los migrantes, sino que está impactando a las comunidades indígenas que viven en la selva entre los dos países.
Ahora bien, expertos consultados por este diario coinciden en que el cierre de fronteras y la militarización no van a solucionar el fenómeno migratorio. Pero también advierten que si el Gobierno colombiano no se preocupa por evitar perder el diálogo con Panamá podría generarse una crisis humanitaria a este lado de la frontera, con miles de personas represadas en municipios fronterizos que, simplemente, no tienen cómo atenderlos ni proteger sus derechos.
Gracy Pelacani, profesora de la Facultad de Derecho de la Universidad de los Andes y directora de la clínica jurídica para migrantes de la institución, explica que los fenómenos migratorios no se controlan: se gestionan. Por ende, el eventual cierre “sirve en el sentido político para mostrar ese control ilusorio que tienen de su frontera, pero no para atender el fenómeno”.
Agrega que “militarizar lo único que hace es que las personas encuentren otras formas o caminos para llegar y lamentablemente las otras rutas pueden ser más peligrosas, implican mayores violaciones de sus derechos o mayores gastos”.
Por eso, en su opinión, las soluciones para esta situación se deben gestionar de forma compartida pues “esas fronteras y el flujo les interesa a más de un país a la vez”, más si se considera que, según datos de Migración Panamá, la mayoría de migrantes que pasan por el Darién desde Colombia son venezolanos (55 %), seguidos de los haitianos (14 %); ecuatorianos (14 %) y de otras nacionalidades (17 %).
También plantea que los países que están en la ruta hacia Estados Unidos –como Colombia y Panamá– deben abandonar la idea de que son solo países de tránsito y no tienen que hacer nada más que permitir la circulación “porque se vuelve una posición muy cómoda y eso es problemático una vez que EE. UU. decide que ya no quiere aceptar a todo el mundo”.
El Darién es uno de los pasos de los migrantes que se dirigen a EE. UU. Foto:Mauricio Dueñas Castañeda / EFE
En eso coincide Donna Catalina Cabrera, investigadora en migraciones internacionales de la Universidad Javeriana, quien destaca que es clave no perder la comunicación con Panamá en este sentido y seguir usando los espacios de coordinación regional para lograr acciones “que permitan mejorar la integración socioeconómica de estas personas en los países donde se encuentran. Así se podría disminuir esa intención de querer seguir el tránsito hacia el norte”.
García, por su lado, señala que sea cual sea la determinación de Panamá, Colombia seguirá protegiendo los derechos de los migrantes y anuncia que en los próximos días se lanzará el Plan Integral de Atención y Acompañamiento al Darién.