Hace dos años, aproximadamente, conocí a Olga Antonia Jaimes, una mujer de 55 años que vive desde los 10 en una finca ubicada en la vereda de San Roque, en Norte de Santander. Actualmente, en ese predio, junto con su esposo, su mamá y sus siete hijos desarrollan proyectos agrícolas, siembran cacao y cultivan productos tradicionales como yuca, papa, maíz y otros como sacha inchi y abonos orgánicos.
Esta familia tiene en sus manos el título de propiedad que los reconoce como dueños de ese terreno, y lo consiguieron luego de que la Agencia Nacional de Tierras llegara a su predio, hace ya casi dos años, e iniciara el proceso de formalización, parte de su labor como máxima autoridad de tierras del país, para hacer de Colombia un país de propietarios.
el título de propiedad es como la cédula, si usted no tiene cédula, no es nadie, es invisible
Pero formalizar y entregar un título tiene una mayor trascendencia, pues eso que en la práctica parece solo un papel o un simple trámite toca las fibras más profundas de una familia, porque en muchas ocasiones, tal como le pasó a doña Olga, el sueño de ser propietaria se le cumplió 45 años después.
La formalización de la propiedad privada rural va encaminada principalmente a reducir la informalidad en la tenencia de la tierra en el país, que ya alcanza niveles superiores al 60 por ciento y que se ha convertido, en gran parte, en la causa del bajo grado de desarrollo en el campo colombiano.
Nadie invierte sobre lo que no hay seguridad, y esa seguridad la da el título de propiedad. Como lo dicen los mismos campesinos a donde hemos llegado con la formalización, “el título de propiedad es como la cédula, si usted no tiene cédula, no es nadie, es invisible”.
Y el panorama cambia totalmente cuando el título llega a manos del campesino, pues ya puede acceder a programas y beneficios que el Estado le otorga, como son asistencia técnica, asesoría especializada, programas de comercialización, créditos e incentivos económicos o a programas como El Campo Emprende o Coseche y Venda a la Fija, del Ministerio de Agricultura. Así como doña Olga, en los últimos veintitrés meses, más 18.300 familias campesinas han recibido un título propiedad, la cédula de su predio, el documento que los hace visibles, el documento que llevó a feliz término un sueño por el que muchos han esperado décadas.
En este gobierno hemos vuelto más eficiente los procesos de formalización de la pequeña propiedad privada rural. Redujimos los tiempos a solo 2 y 3 meses, desde el momento en que se inicia el proceso hasta culminar el mismo con la expedición del título. Antes, la formalización de un predio requería más de un año, por no decir que podría durar más de 10, 15 y hasta 20.
Queremos seguir viendo casos como el doña Olga, y nuestra gran meta es darle cumplimiento y, si es posible, superar lo establecido en el Plan de Desarrollo 2018-2022, que trazó el presidente Iván Duque Márquez como la vía más rápida y segura para acortarle terreno a la inequidad, vencer la pobreza y generar oportunidades de emprendimiento en el campo colombiano.
Una meta que al final no implica una victoria política, sino una victoria social. El a la tierra no es un tema de izquierda o derecha, es un tema de derechos y al final quienes ganan son el país y todos los colombianos.
MYRIAM CAROLINA MARTÍNEZ
Directora de la Agencia Nacional de Tierras