En este portal utilizamos datos de navegación / cookies propias y de terceros para gestionar el portal, elaborar información estadística, optimizar la funcionalidad del sitio y mostrar publicidad relacionada con sus preferencias a través del análisis de la navegación. Si continúa navegando, usted estará aceptando esta utilización. Puede conocer cómo deshabilitarlas u obtener más información aquí

Suscríbete
Disfruta de los beneficios de El Tiempo
SUSCRÍBETE CLUB VIVAMOS

¡Hola !, Tu correo ha sido verficado. Ahora puedes elegir los Boletines que quieras recibir con la mejor información.

Bienvenido , has creado tu cuenta en EL TIEMPO. Conoce y personaliza tu perfil.

Hola Clementine el correo [email protected] no ha sido verificado. Verificar Correo

icon_alerta_verificacion

El correo electrónico de verificación se enviará a

Revisa tu bandeja de entrada y si no, en tu carpeta de correo no deseado.

SI, ENVIAR

Ya tienes una cuenta vinculada a EL TIEMPO, por favor inicia sesión con ella y no te pierdas de todos los beneficios que tenemos para tí. Iniciar sesión

Robo sin control

Detrás de los usurpadores de terrenos de Bogotá existen poderosas mafias, y hay que combatirlas.

Actualizado:
00:00
00:00

Comentar

Whatsapp iconFacebook iconX iconlinkeIn iconTelegram iconThreads iconemail iconiconicon
El fenómeno de invasión y loteo de tierras que pertenecen al Estado sigue sin control. El número de hectáreas que en Bogotá caen en manos de bandas delincuenciales se cuentan por miles. Solo en Ciudad Bolívar existen más de 12.000 invasiones ilegales en 648 hectáreas, según reportes de la misma Secretaría de Hábitat. Lo mismo sucede en localidades como San Cristóbal, Santa Fe, Chapinero, Usaquén o Suba. Prácticamente están en toda la ciudad. Se extienden como una mancha que lo cubre todo y terminan golpeando a la población más pobre y vulnerable.
Se conocen como los ‘tierreros’, y su modus operandi incluye una cuidadosa y detallada estrategia para identificar zonas susceptibles de ser invadidas, encerradas, loteadas y vendidas a personas con necesidades de vivienda y que dejan ahí los ahorros de toda una vida. Pero no actúan solas. Su poder es tal que las autoridades les atribuyen nexos con grupos de exparamilitares y de otras organizaciones armadas, además de la complicidad de funcionarios públicos, notarios, abogados, entre otros.
Los ‘tierreros’ se han convertido en un dolor de cabeza para los gobiernos, que pagan los platos rotos cuando deben proceder a desalojos que generan conmoción en los medios de comunicación, pese a que muchos de ellos se ubican en zonas de alto riesgo o en lotes y predios destinados previamente para obras públicas. Hace unas semanas, dos hechos lamentables dieron cuenta de los alcances que tienen estas organizaciones delictivas, sin que las autoridades consigan desvertebrarlas de forma definitiva.
En la capital existen casi 26.000 invasiones, propiciadas en su mayoría por los ‘tierreros’. Los más pobres, sus principales víctimas.
En Altos de la Estancia fueron desalojadas un centenar de personas que se habían ubicado allí de forma irregular tras ser engañadas por los ‘tierreros’. Poco después, otro desalojo, de unas 500 personas, tuvo lugar en el parque Entrenubes, en San Cristóbal, cuando intentaron levantar allí varias construcciones ilegales. Al verse sorprendidos por las autoridades, los promotores de estas optaron por quemar 18 hectáreas de bosque nativo.
Como se ve, no se trata de una organización cualquiera. Los ‘tierreros’ llevan décadas en un negocio de robo, estafa y complicidades peligrosas, incluso, con bandas dedicadas al negocio del microtráfico en las zonas que controlan, según lo ha denunciado el propio secretario de Seguridad. Por lo mismo, las autoridades no pueden ser inferiores a la hora de combatirlas. Más que desalojos, que son necesarios, es importante una cuidadosa labor de inteligencia que permita rastrear las intrincadas conexiones de un grupo criminal de estas características. No debe haber tregua en esta tarea.
El Distrito debería llevar una cuidadosa contabilidad de los predios que posee y garantizar su protección y cuidado. Y ello incluye los que fueron adquiridos de tiempo atrás para parques, vías y plazoletas que luego no se hacen. Es lo que ha pasado con la Avenida Longitudinal de Occidente: hace 30 años fue proyectada, con terrenos adquiridos hace 20 y una ejecución que nada que concluye. Al contrario, gobiernos pasados permitieron construcciones ilegales en esos mismos predios, pagados con recursos de los ciudadanos. No ejecutar las obras es otra forma de dejarles las puertas abiertas a los avivatos y los hampones.
EDITORIAL

Sigue toda la información de Opinión en Facebook y X, o en nuestra newsletter semanal.

00:00
00:00

Comentar

Whatsapp iconFacebook iconX iconlinkeIn iconTelegram iconThreads iconemail iconiconicon

Conforme a los criterios de

Logo Trust Project
Saber más
Sugerencias
Alt thumbnail

BOLETINES EL TIEMPO

Regístrate en nuestros boletines y recibe noticias en tu correo según tus intereses. Mantente informado con lo que realmente te importa.

Alt thumbnail

EL TIEMPO GOOGLE NEWS

Síguenos en GOOGLE NEWS. Mantente siempre actualizado con las últimas noticias coberturas historias y análisis directamente en Google News.

Alt thumbnail

EL TIEMPO WHATSAPP

Únete al canal de El Tiempo en WhatsApp para estar al día con las noticias más relevantes al momento.

Alt thumbnail

EL TIEMPO APP

Mantente informado con la app de EL TIEMPO. Recibe las últimas noticias coberturas historias y análisis directamente en tu dispositivo.

Alt thumbnail

SUSCRÍBETE AL DIGITAL

Información confiable para ti. Suscríbete a EL TIEMPO y consulta de forma ilimitada nuestros contenidos periodísticos.