En este portal utilizamos datos de navegación / cookies propias y de terceros para gestionar el portal, elaborar información estadística, optimizar la funcionalidad del sitio y mostrar publicidad relacionada con sus preferencias a través del análisis de la navegación. Si continúa navegando, usted estará aceptando esta utilización. Puede conocer cómo deshabilitarlas u obtener más información aquí

Suscríbete
Disfruta de los beneficios de El Tiempo
SUSCRÍBETE CLUB VIVAMOS

¡Hola !, Tu correo ha sido verficado. Ahora puedes elegir los Boletines que quieras recibir con la mejor información.

Bienvenido , has creado tu cuenta en EL TIEMPO. Conoce y personaliza tu perfil.

Hola Clementine el correo [email protected] no ha sido verificado. Verificar Correo

icon_alerta_verificacion

El correo electrónico de verificación se enviará a

Revisa tu bandeja de entrada y si no, en tu carpeta de correo no deseado.

SI, ENVIAR

Ya tienes una cuenta vinculada a EL TIEMPO, por favor inicia sesión con ella y no te pierdas de todos los beneficios que tenemos para tí. Iniciar sesión

Noticia

La ruptura con Israel

Al romper relaciones con este país, Colombia se queda sin un aliado clave en temas de seguridad.

Actualizado:
00:00
00:00

Comentar

Whatsapp iconFacebook iconX iconlinkeIn iconTelegram iconThreads iconemail iconiconicon
Ayer, el presidente de Colombia, Gustavo Petro, confirmó el rompimiento de las relaciones con el Estado de Israel, anunciado el miércoles en la plaza de Bolívar. Es, con mayúsculas, una derrota de la diplomacia y el triste epílogo de unas tensiones que surgieron en octubre del 2023, luego de que Israel reaccionó desproporcionadamente al brutal asalto terrorista del grupo islamista Hamás, con las atrocidades ya conocidas de lado y lado.

En su argumentación ante la masas, el Presidente dijo que lo hace porque hay en la contraparte un gobierno “genocida”, y luego lo complementa el comunicado oficial de la Cancillería que reza que “Colombia no puede ser cómplice al mantener relaciones diplomáticas con un gobierno que ha sido señalado de violar el DIH, ejecutar crímenes de guerra y cometer un genocidio en Gaza”.

Bajo ese mismo rasero, ¿Colombia debería romper con Venezuela, por ejemplo, que es un régimen violador de derechos humanos y que no ofrece garantías a la oposición de cara a las elecciones del 28 de julio?
Lo deseable es que la sensatez y la sangre fría regresen a los palacios de San Carlos y de Nariño y que haya espíritu de diplomacia.
A esto le caben varias consideraciones, de manual. En el mundo de hoy las rupturas diplomáticas no convienen ni a los países, ni a sus economías ni a sus gentes. La Cancillería colombiana debería tener claro, además, que cuando se rompen relaciones con un país se pierde gran parte de la capacidad de tener participación o influencia en la resolución de una situación. Es decir, más allá del golpe mediático o del simbolismo, la ruptura puede hacer más compleja cualquier intención de participación en la búsqueda de soluciones concretas para que Israel atienda las exigencias humanitarias o para que haya un alto el fuego. Hay que recordar que el gobierno de Netanyahu le pidió al colombiano interceder ante Hamás para la liberación de los secuestrados.

Con esta actitud el gobierno de Petro parece desconocer las dinámicas geopolíticas y estratégicas de una región en la que ni siquiera los países árabes más cercanos a los palestinos han roto con Israel porque saben que de hacerlo se quedarían sin capacidad de maniobra. De hecho, Jordania fue pieza clave en la neutralización del reciente ataque iraní con misiles y drones contra Israel al derribar varios de estos aparatos, y no precisamente porque estén a gusto con lo que está haciendo Israel en Gaza, sino porque entienden que un conflicto regional sería catastrófico.

Colombia se queda ahora sin un aliado que ha sido clave y persistente en temas de seguridad, con incertidumbre sobre el promisorio intercambio comercial a través de un TLC ampliamente beneficioso para el país y con la sensación de que la política exterior se mueve al vaivén de consideraciones políticas internas o de actitudes que no consultan la histórica posición colombiana frente a un asunto tan complejo.
La diplomacia es silenciosa filigrana, un asunto alejado de las estridencias de los micrófonos. Lo deseable es que la sensatez y la sangre fría regresen a los palacios de San Carlos y de Nariño y que haya espíritu de reivindicarla.

Sigue toda la información de Opinión en Facebook y X, o en nuestra newsletter semanal.

00:00
00:00

Comentar

Whatsapp iconFacebook iconX iconlinkeIn iconTelegram iconThreads iconemail iconiconicon

Conforme a los criterios de

Logo Trust Project
Saber más
Sugerencias
Alt thumbnail

BOLETINES EL TIEMPO

Regístrate en nuestros boletines y recibe noticias en tu correo según tus intereses. Mantente informado con lo que realmente te importa.

Alt thumbnail

EL TIEMPO GOOGLE NEWS

Síguenos en GOOGLE NEWS. Mantente siempre actualizado con las últimas noticias coberturas historias y análisis directamente en Google News.

Alt thumbnail

EL TIEMPO WHATSAPP

Únete al canal de El Tiempo en WhatsApp para estar al día con las noticias más relevantes al momento.

Alt thumbnail

EL TIEMPO APP

Mantente informado con la app de EL TIEMPO. Recibe las últimas noticias coberturas historias y análisis directamente en tu dispositivo.

Alt thumbnail

SUSCRÍBETE AL DIGITAL

Información confiable para ti. Suscríbete a EL TIEMPO y consulta de forma ilimitada nuestros contenidos periodísticos.