La carrera por la presidencia de la nación más poderosa del planeta ejecutó un ritual indispensable el martes: el debate entre los dos aspirantes, la vicepresidenta Kamala Harris y el expresidente Donald Trump. Aún no se ha dicho si habrá un segundo encuentro, por lo que esta pudo ser la única ocasión para escuchar las posiciones enfrentadas de los candidatos.
Trump jugaba con cierta ventaja.
Odiado por unos y venerado por otros, casi en partes iguales, su notoriedad lo precede. Harris, aunque ostenta la segunda dignidad más alta de su país, no ha tenido una trayectoria tan mediática como la del expresidente. Mientras Trump no ha dejado de figurar en medios y redes sociales, muchas veces en relación con sus problemas legales, desde la última elección, Harris lanzó su candidatura hace menos de dos meses.
Muchos votantes indecisos, por tanto, estaban a la expectativa de este debate para formarse una opinión de la candidata vicepresidenta. Era ella, principalmente, quien debía demostrar sus cualidades ante el electorado.
En opinión de muchos analistas, Harris lo hizo mejor. Supo posicionarse como la candidata sensata e integradora, una estrategia facilitada por el verbo revanchista de Trump. El expresidente, además, desinformó, cuando como cuando repitió el extravagante bulo de que inmigrantes haitianos roban mascotas para comérselas en un pueblo de Ohio. Versión que no respaldan ni la policía y ni la municipalidad de ese lugar. Y cuando fue interrogado por su política de salud, no supo esbozar un programa concreto.
El relativo mejor desempeño de Harris, sin embargo, no garantiza su victoria. Las encuestas le dan una ligera ventaja en el voto popular, que podría ampliarse en los próximos días, pero las bases republicanas son extremadamente fieles y el mecanismo del Colegio Electoral implica que el voto popular no siempre decide la elección.
La carrera, por lo tanto, sigue sin un puntero definido. Y el mundo, que necesita del liderazgo de EE. UU. para enfrentar las amenazas de las guerras en curso y el cambio climático, sigue pendiente.