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Construir confianza

Es positivo el nuevo canal de diálogo para la cooperación público-privada.

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El martes pasado, en la Casa de Huéspedes Ilustres de Cartagena, el presidente Gustavo Petro y diez de los grandes empresarios más importantes del país protagonizaron un encuentro que muchos pensaban que sería imposible de concretar. El primer mandatario invitó a las cabezas de ocho grupos empresariales, incluyendo al grupo al que pertenece esta casa editorial, en un gesto cargado tanto de necesarios mensajes a la sociedad colombiana como de un potente simbolismo.
En primer lugar, es justo reconocer en ambas partes –Presidente y empresarios– la voluntad para generar un espacio de esta naturaleza. Tras varios meses de constante hostilidad de la Casa de Nariño hacia el sector privado –en no pocas ocasiones con señalamientos personales–, es encomiable que todos los partícipes hayan logrado dejar de lado esas diferencias y estar a la altura del evento. En el fondo, la aceptación constituye una muestra del profundo respeto de los llamados ‘cacaos’ a la figura e institución presidencial.
Por los lados de la Presidencia, la sola convocatoria es el reflejo de una realidad que no se puede omitir ni ignorar: la valiosa e irremplazable contribución de las empresas, en especial los conglomerados presentes en la cita, a la economía colombiana y a su desarrollo social. Tanto el primer mandatario como los líderes empresariales superaron el recelo y le apostaron a la evidente construcción de confianza mutua.
Confianza que resulta clave en momentos en que el país enfrenta un freno en sus actividades económicas. Un escenario de tensión entre el Ejecutivo y el sector privado solo hace más difícil el camino para superar esa compleja coyuntura. Al llevar a cabo un encuentro con estas características, se está reconociendo en el empresariado un actor fundamental para cualquier iniciativa de “acuerdo nacional”. En otras palabras, el Gobierno y la esfera estatal no cuentan con la capacidad para asumir de manera exclusiva las graves problemáticas de la sociedad, pero el empresariado tampoco puede por sí solo avanzar en sus lógicos propósitos de crecimiento y aportar al desarrollo económico sin contar con una adecuada interlocución con el Estado.
Un segundo aspecto para resaltar es que, junto con el respeto y la confianza, los protagonistas de la simbólica foto enviaron el mensaje alrededor del interés por trabajar en conjunto y de la disponibilidad para dialogar. En una sociedad en la que sus liderazgos se expresan, cada vez con mayor frecuencia, por medio de acciones y posturas polarizadoras, la cumbre de Petro y los empresarios es una ratificación de que, por más distancias ideológicas y de visiones del mundo que existan, la intención de buscarle salidas a Colombia amerita encontrarse y conversar.
De hecho, la preocupación por algunas regiones del país estuvo presente en el diálogo en Cartagena. En el comunicado oficial de la Presidencia de la República la “inclusión regional” hace parte de los puntos que se tocaron, así como de los ejes de unas mesas “que seguirán trabajando en función de lograr propuestas concretas que se puedan viabilizar”. Que un encuentro de este nivel haya incluido un énfasis en La Guajira, el Pacífico y el desarrollo agroindustrial de la Orinoquia es indicativo del compromiso empresarial con las regiones y del potencial de su eventual intervención.
La cumbre es una ratificación de que, más allá de las distancias ideológicas y de las visiones del mundo, la intención de buscarle salidas a Colombia amerita encontrarse y conversar
Tercero, no son pequeñas las expectativas que ha generado la conversación entre el presidente Petro y estos representantes del sector privado. Las temáticas del diálogo –educación, productividad, inclusión regional, desarrollo productivo de la tierra y economía popular– conforman una agenda con gran potencial que requiere seguimiento y desarrollo. Es decir, hay una urgencia para definir los siguientes pasos en torno a la materialización de estas mesas, así como la metodología de trabajo y su conexión con las políticas del Gobierno Nacional.
Es positivo que, como resultado de la reunión, estos empresarios con peso en la producción nacional cuenten con canales abiertos para comunicarse con el Gobierno, transmitir preocupaciones y mensajes en ambas vías. Estos espacios necesitan mantenerse no solo porque contribuyen a sostener este clima positivo, sino también porque pueden alimentarse de contenidos y propuestas. En ese mismo sentido, es importante el anuncio de la Presidencia de que este tipo de encuentros se realizarán también con los gremios, que son voceros fundamentales de los sectores la economía, los trabajadores y políticos. Su participación es esencial para avanzar en un propósito común.
Así las cosas, este nuevo camino que abrió la cumbre es el primer paso de un proceso que apenas está comenzando e implica trabajo conjunto si se quiere mostrar resultados tangibles. Su alcance final dependerá no solo de esa hoja de ruta para traducir los temas en acciones, sino también de futuras muestras de construcción de confianza. En todo caso y sin duda, su inicio es una señal positiva para el país.
EDITORIAL

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