En semanas recientes se han intensificado los encuentros entre altos funcionarios del Gobierno Nacional y representantes de empresarios y gremios para, entre otros temas, alcanzar acuerdos sobre la estrategia de recuperación económica del país.
Estos acercamientos entre la istración Petro y el sector privado son tanto bienvenidos como de la mayor urgencia, en especial ante los anuncios de la radicación ante el Congreso de la República de un paquete para la reactivación de la economía nacional. Los mensajes de la Casa de Nariño alrededor de considerar a los empresarios “como un aliado” y acerca de la necesidad de “encontrar puntos comunes para trabajar” y “buscar una mayor articulación” han sido bien recibidos. Pero como en todo proceso que pretende ser virtuoso, su efecto dependerá de la constancia y no de las señales esporádicas.
Por eso, es crucial que el presidente de la República Gustavo Petro mantenga la sensatez por encima de los ataques y de los adjetivos descalificadores con los que se ha referido en el pasado tanto a los empresarios como a la iniciativa privada. No se trata de borrar de un plumazo las inevitables diferencias que hoy distancian al Gobierno Nacional de los gremios privados, sino de trasladar ese mutuo deseo de trabajar en conjunto a un entorno de diálogo más respetuoso.
En segundo lugar, de estos diálogos abiertos han venido quedando claras algunas posturas y recomendaciones desde el sector privado que al Ejecutivo le convendría analizar. Una de ellas contempla la inclusión, en el debate de los paquetes de reformas del Gobierno, de estudios técnicos que estimen sus impactos fiscales y económicos hacia el futuro. Otra, por ejemplo, tiene que ver con la intención oficial de aplicar ‘inversiones forzosas’ al sistema financiero como una de las medidas para reactivar la economía. Esta iniciativa, como se ha dicho en estas líneas, además de ser innecesaria corre el riesgo de encarecer el crédito para los sectores que no sean beneficiados con la medida y no aprovecha el ambiente de voluntad que existe en todos los sectores para sacar adelante acuerdos conciliados que serían más provechosos para el país.
Estos acercamientos entre la istración Petro y el sector privado son tanto bienvenidos como de la mayor urgencia
Tercero, no se puede minimizar el llamado empresarial a mejorar la seguridad y recuperar la confianza como prerrequisitos para la atracción de mucha más inversión. Cualquier estrategia de reactivación que impulse el gobierno Petro necesita enviar señales que reduzcan la incertidumbre y fortalezcan las reglas del juego. Cuarto, la deseable articulación del Gobierno con los empresarios parte asimismo de la construcción conjunta de una estrategia para la recuperación de la economía que integre las prioridades públicas con las preocupaciones privadas. En otras palabras, una reactivación concertada y no forzosa.
Por último, el freno en las actividades productivas del país no da espera y ya llegó el momento de que estos espacios de diálogo se traduzcan en un plan tangible, con metas específicas y medidas puntuales y orientadas a sectores jalonadores. Este viernes el Gobierno ha convocado a hablar de los cinco sectores foco de la reactivación: agricultura, turismo, infraestructura, energía y transporte. Un buen momento para avanzar en los necesarios consensos y en la ruta que debe seguirse.
EDITORIAL