Los resultados de la más reciente encuesta bimestral de la firma Gallup confirman la capacidad que tiene un suceso de la trascendencia de una elección presidencial para impactar el ánimo de los colombianos y la forma como estos perciben muchos de los asuntos que tocan sus vidas.
En este caso, la buena noticia es que dicho impacto tuvo una connotación positiva. Un aumento del optimismo, que venía de capa caída. Al tiempo que se incrementó en un 13 por ciento la cantidad de personas que creen que las cosas en el país van por buen camino, también subió el porcentaje de colombianos que ven un mejor panorama en aspectos como la seguridad, la economía, el costo de vida, las relaciones internacionales, el medioambiente y la calidad de la educación. Siguen siendo más, 57 %, y aquí sí como venía siendo la constante, los que se sienten satisfechos con su estándar de vida.
Como lo precisó para este diario el gerente de la firma encuestadora, Martín Orozco, este giro no necesariamente está atado con los resultados electorales. De hecho, tampoco puede atribuírsele al desempeño de la Selección Colombia en el Mundial de Rusia, pues el trabajo de campo tuvo lugar antes del evento.
Para el país es bueno saber
que el nuevo gobierno comenzará con más viento de cola del que podía preverse hace un tiempo.
Y es que las cifras del actual presidente, Juan Manuel Santos, también mostraron cambios: aumentó en 12 puntos la aprobación de su gestión, y quedó en 35 por ciento, mientras que la desaprobación pasó del 72 al 59 por ciento. De igual manera, sin que se produzca todavía el relevo en la presidencia, aumentó sensiblemente el porcentaje de quienes creen que la implementación de los acuerdos de paz con las Farc va por buen camino: del 26 al 44 por ciento. También hay que destacar que aumentó en 17 puntos porcentuales, de 60 a 77 por ciento, el porcentaje de quienes creen que se debe insistir en los diálogos hasta alcanzar un acuerdo de paz.
Los mandatarios locales también se vieron beneficiados: en todas las ciudades donde se hace la medición, Bogotá, Medellín, Cali, Barranquilla y Bucaramanga, registró aumento la aprobación de la forma como los respectivos burgomaestres se han venido desempeñando en sus cargos.
Entre todos los datos, hay otro que vale la pena resaltar: el de la imagen favorable del presidente electo, Iván Duque: 56 por ciento. Es positivo para el país que quien pronto comenzará a liderarlo desde la Casa de Nariño cuente con una aceptación que, sin ser unánime –no tendría por qué serlo–, al menos es considerable. Tal realidad puede leerse tanto como un bienvenido y necesario voto de confianza como una señal de que son altas las expectativas de la gente acerca de su gestión, lo cual lo obligará a esmerarse desde el primer día para evitar un clima de decepción.
Por eso, el desafío para el nuevo gobierno –y, de paso, para todo el país– es que estemos ante un primer paso en la senda de recuperar la autoestima como colectivo social y no frente a un destello propio del ambiente de renovación que siempre acompaña el fin de cuatrienio y el inicio de otro. Que no sea una golondrina que no hizo verano.
No es una tarea fácil, desde luego, pero es esperanzador saber que, contra algunos pronósticos, esta comenzará a realizarse con viento de cola.