Las juntas directivas, conectadas con las soluciones

De la crisis sanitaria desatada por el covid-19, todos podríamos decir que no paramos de aprender. Somos más resilientes, más sensibles, más colaborativos, con mayor consciencia sobre la relevancia que tienen las consideraciones sociales y ambientales en la toma de decisiones y sobre la relación indivisible entre apuesta empresarial, la comunidad y el planeta.

Dos fuerzas muy relevantes en el mercado se han acelerado y harán que las empresas adopten más temprano que tarde una estrategia clara y deliberada de sostenibilidad: la fuerza de los inversionistas orientados a mitigar los riesgos y aprovechar las oportunidades derivadas de los nuevos negocios que surgen y la fuerza de los consumidores impulsados hacia un consumo cada vez más responsable, sensato y circular. Ambas palancas pueden ser más poderosas que la misma fuerza de la ley, pues se ha elevado el nivel de consciencia sobre la importancia de que los negocios asuman una postura contundente y vayan más allá de generar utilidades a sus accionistas: esperan que las empresas y los empresarios hagan parte de la solución.

Los de las juntas directivas de organizaciones de todos los sectores y tamaños, ante la gran responsabilidad de anticiparse y de asegurar que las mismas perduren en el tiempo, deben entonces ser movilizadores de estrategias que además de crear valor económico sean centradas en las personas y el futuro del planeta, de forma que creen valor a los demás grupos relacionados, incluidas las generaciones futuras.

Es crucial que los directores entiendan el entorno, las tendencias, promuevan el uso de nuevas herramientas y tecnologías para la sostenibilidad y definan objetivos ambiciosos no solo en lo financiero, asegurando que la organización atiende a un propósito y se conecta con las soluciones en su comunidad, su región, su país y su planeta. Los desafíos están casi todos descritos y convertidos en metas concretas en los diez y siete objetivos de desarrollo sostenible.

Ganarle al reto del cambio climático o a cualquier otro de los expresados en la agenda global, como poner fin a la pobreza, al hambre, reducir la desigualdad o promover la equidad de género en las cadenas de valor pasa por incontables oportunidades de nuevos negocios y alianzas que, además de rentables, son perdurables. Sin embargo, la transformación debe suceder primero en la mentalidad de los tomadores de decisiones empresariales y muy especialmente en la de sus juntas directivas. Es necesario aprender a escuchar, ponerse en los zapatos de los demás y ser activistas de iniciativas sostenibles, las cuales son una cantera de crecimiento, diferenciación y adaptación de los modelos de negocios para aportar a la competitividad empresarial.

Las juntas deben invitar, por ejemplo, a incorporar en las empresas principios de inversión responsable, así como a priorizar los criterios ASG: ambientales, sociales y de gobernanza, promoviendo tanto en los inversionistas como en los receptores de la inversión, la renovación de sus políticas, abrazando compromisos transformadores, revelando el impacto del negocio en la sociedad y el medioambiente y rindiendo cuentas del progreso.

Estamos ante un momento en el que es imprescindible la visión humana y sostenible de los integrantes de las juntas directivas. Es una oportunidad única para adoptar los principios del capitalismo consciente para que los líderes, los empleados, los consumidores de las marcas, los proveedores de insumos y servicios y los integrantes del gobierno corporativo sean más activos, más solidarios, promuevan y exijan que las empresas, los servicios y los productos sean respetuosos del entorno y se conecten con las necesidades de su ecosistema.

SOL BEATRÍZ ARANGO MESA

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