Por considerarla de interés, un testimonio de hechos de este país, continúo hoy con cartas de mi hija:
"Trastorno mixto de depresión y ansiedad, ese fue el primer diagnóstico. La querida coordinadora de recursos humanos me dijo que eso era solo estrés, que me fuera de vacaciones a descansar.
Al ver que no encontraba médicos psiquiátricos adecuados en Colombia, pedí una licencia remunerada de tres meses a las directivas del Fondo Acción. No solo me la negaron, la coordinadora me propuso la terminación del contrato por mutuo acuerdo, con una indemnización de 5 salarios míos.
En marzo encontré un sicólogo y un psiquiatra que me han acompañado desde entonces. El diagnóstico establecido por ellos es "Trastorno por estrés postraumático", más conocido como TEPT. El origen son los millones de historias que he escuchado de víctimas del conflicto armado, mujeres, hombres, niños y niñas, las vivencias de ellos y mis propias vivencias. Aún no soy capaz de hablar de todas, pero les adjunto algunas que he podido escribir. Muchas son sobre las personas que tuve el privilegio de acompañar en estos siete años.
Las mías no las he podido escribir. Como haber estado secuestrada dos días en el Bajo Baudó por paramilitares o haber estado amenazada por el Eln durante más de un año, amenazándome no solo a mí, también a personas de mi familia y a muchos de ustedes. Porque eran cercanos a mí. Muchos años fui el escudo de violencias de todo tipo. Y por cuidarlos a ustedes, a las comunidades, me tragué todo y en diciembre del año pasado reventé. Mi cerebro se quemó.
Siete años. Aprendí, crecí, encontré familia. Me sentí en casa. Conocí la Colombia que muchos desconocen y la que muchos no quieren ver. Encontré familia en cada rincón de las selvas. Lloré y reí con ellos. Y hasta hoy me acompañan, de las formas más inesperadas y sencillas.
Hablamos todos los días sobre el bienestar de las comunidades, sobre construir territorios posibles. Para hacer esto de manera transparente, coherente y real, debemos empezar por nosotros mismos. El territorio Fondo Acción no es coherente, y lastimosamente no siempre fue así. Dejamos de ser coherentes.
Me veo en otros, y sin embargo no me veo a mí. Adopté los rostros y las historias de los que me rodean. Escribo este correo y lloro. Sí. Porque me duele en cada tripa, en cada hueso. Porque los que me conocen saben lo que dejé en el Fondo Acción: mi corazón por una Colombia en paz.
MAURICIO POMBO