Hace dos semanas el embajador de Colombia en Caracas, Armando Benedetti, fue citado a Washington, entre otros motivos, por uno especial: hablar de la empresa venezolana Monómeros. Pues nuestro embajador había anunciado con bombos y platillos que la fábrica de fertilizantes ubicada en Barranquilla y que lleva tiempo manejada bajo opacas directrices, que la tienen prácticamente quebrada, sería comprada en un 51 % por Ecopetrol, apenas cambiara su presidente; y que por ello se pagaría la suma de 300 millones de dólares. Nadie supo de dónde sacó Benedetti el avalúo.
Coincidencialmente, otro que había mostrado mucho interés en Monómeros fue Nicolás Petro. En los chats con su exesposa Dayssuris le dice: “Tú no entiendes que se tienen que hacer inversiones. Eso es para una vaina grande que vamos a manejar o si no, averigua qué es Monómeros”. ¿Habían hablado Petro y Benedetti al respecto? El hecho es que a los EE. UU. no les puede gustar el negocio. Porque $ 300 millones de dólares de origen colombiano quedarían bajo el radar de la Ofac, oficina de control de activos extranjeros del Departamento del Tesoro, que controla las actividades consideradas amenaza para la seguridad de EE. UU. Por eso rápidamente Ecopetrol salió a desmentir a nuestro embajador en Caracas, mediante un comunicado en el que queda claro que no hay ningún interés de Ecopetrol en Monómeros.
Luego vino el viaje de la comitiva colombiana presidida por el canciller Leyva a la cumbre de alto nivel con el Departamento de Estado. En ella Leyva dejó boquiabiertos a los presentes, con esta declaración textual: “Colombia era el país de la coca. Hoy somos la esponja para ponerle solución a la posible desaparición del género humano. Estamos salvando al planeta”.
A los gringos les impresionó la insistencia de la delegación de culpar al gobierno Duque del gran aumento de los cultivos de coca, que en realidad se dispararon bajo el gobierno Santos y nuevamente bajo el de Petro por la tolerancia hacia los cultivos, que muy poco se están erradicando. Y aunque EE. UU. no tiene la más mínima intención de alejar a Colombia de su órbita, no oculta profundas inquietudes.
Por ejemplo, les preocupa la impunidad que puede generar la Paz Total y el gran fenómeno de lavado de fortunas ilegales que se formalizarán, mediante el permiso de que los narcos conserven el 6 por ciento de sus bienes. Las respuestas que recibieron de la delegación colombiana les parecieron dispersas y, como me lo confirmó una fuente, demasiado ‘aspiracionales’. Léase, románticas y poco realistas.
Al día siguiente de semejante cumbre, el embajador Murillo, quien hasta con megáfono al frente de la Casa Blanca ha estado haciendo campaña para un cambio de política en las visas exigidas a los colombianos, recibió la confirmación de que a Colombia no se le concederá un régimen migratorio especial y que, como si fuera poco, la visa a los EE. UU. sube de tarifa.
Un éxito de cumbre.
Saltándome por conocidos los reclamos al canciller Leyva por nombramientos muy polémicos en embajadas y consulados, voy a lo que sigue. Reanudamos las relaciones con Venezuela, lo que teníamos que hacer para un mejor manejo de Maduro. Pero no para ir a hacer negocios particulares entre Colombia y Venezuela, disfrazados de acuerdos institucionales de comercio exterior. Ojalá el presidente Petro sea consciente de este riesgo y lo neutralice, porque no lo creo partícipe.
Pero además, no hay derecho de que hayamos provocado al Perú, país del que apenas nos separa por allá una vieja guerra limítrofe, para que ahora sea otro país vecino el que rompa relaciones con nosotros. ¿Qué clase de política internacional estaremos practicando?
Para finalizar, la vicepresidenta Francia Márquez arrancará próximamente en un avión de la Fuerza Aérea, me dicen que con una comitiva de 60 personas a visitar varios países del África. Los visitados serán Senegal, donde no tenemos embajada; Sudáfrica, Kenia y Etiopía, sede de la Unión Africana, donde gastaremos una plata importante abriendo nueva embajada. La comitiva incluye artistas, delegados de las cámaras de comercio y posiblemente otros ministros, entre ellos desde luego al canciller Leyva, para que vuelva a echar su discurso de la esponja, porque allá sí se le da divino el hábitat.
Que vaya la Vicepresidenta al continente, como digna representante del pueblo afrocolombiano, a estrechar relaciones, pues no tiene nada de malo. Por el contrario, buenísimo, porque es el continente del futuro. ¿Pero necesitará que su ‘tour’ lo haga acompañada de 60 personas?
Y a quienes nos parezca una comitiva exagerada, más parecida a un gran safari que a una diligencia diplomática, pues de malas.
MARÍA ISABEL RUEDA