En este portal utilizamos datos de navegación / cookies propias y de terceros para gestionar el portal, elaborar información estadística, optimizar la funcionalidad del sitio y mostrar publicidad relacionada con sus preferencias a través del análisis de la navegación. Si continúa navegando, usted estará aceptando esta utilización. Puede conocer cómo deshabilitarlas u obtener más información aquí

Suscríbete
Disfruta de los beneficios de El Tiempo
SUSCRÍBETE CLUB VIVAMOS

¡Hola !, Tu correo ha sido verficado. Ahora puedes elegir los Boletines que quieras recibir con la mejor información.

Bienvenido , has creado tu cuenta en EL TIEMPO. Conoce y personaliza tu perfil.

Hola Clementine el correo [email protected] no ha sido verificado. Verificar Correo

icon_alerta_verificacion

El correo electrónico de verificación se enviará a

Revisa tu bandeja de entrada y si no, en tu carpeta de correo no deseado.

SI, ENVIAR

Ya tienes una cuenta vinculada a EL TIEMPO, por favor inicia sesión con ella y no te pierdas de todos los beneficios que tenemos para tí. Iniciar sesión

Hola, bienvenido

¿Cual es la ciudad colombiana clasificada como la más peligrosa del mundo?
¿Cómo va el juicio al expresidente Álvaro Uribe?
¿Accidente de bus en Calarcá?
Frío inusual en Bogotá explicado por el Ideam

Reflexiones de una maltratadora

Entender este entramado de matoneo no me exime de mis faltas.

Alt thumbnail

Actualizado:

00:00
00:00

Comentar

Whatsapp iconFacebook iconX iconlinkeIn iconTelegram iconThreads iconemail iconiconicon
Quiero contar una historia personal, a propósito de la salida de la directora del Archivo General, Ivonne Suárez, a quien declararon insubsistente por múltiples denuncias de maltrato de sus subalternos, y quien luego se defendió advirtiendo acoso por parte del ministro de Cultura, Juan David Correa. Lo primero que debo decir es que esta columna no se trata de ella, ni de su caso, pues no la conozco ni me consta nada sobre un comportamiento, bueno o malo, que no me compete entrar a juzgar.
(También le puede interesar: Colombia: la nueva maquila de Hollywood)
Hablaré de mí, que es quizás mi segundo deporte favorito, después de hablar de mi papá, porque me acordé de las muchas oportunidades en que yo fui señalada de maltratadora en diferentes ámbitos laborales, con razón —lo reconozco hoy aunque me haya tomado varios años—.
Aprendí a ser muy dura con mi equipo de trabajo desde muy temprano, cuando yo era la última de la fila, y casi que llegué a pensar que de eso se trataba el mundo laboral, que así era ser jefe y que no había otra opción de liderar un equipo, quizás porque tanto yo como algunos de mis jefes éramos muy jóvenes, aunque también era una forma de autoridad impuesta y prendida por generaciones anteriores, además de un estilo de educación en muchas familias como la mía —aunque en esta oportunidad no entraré a hablar de mi papá—.
Que tire la primera piedra el periodista, editor o director de un medio que jamás lanzó un grito desmesurado en pleno cierre. En este gremio de los medios de comunicación y en el político —por el que afortunadamente pasé de manera fugaz a mis veintipico—, alegar incompetencia de algún subalterno a los alaridos era pan de cada día. Y, como los seres humanos tenemos una facilidad aterradora de pasar de víctimas a victimarios no solo en las guerras, sino en el día a día, yo me convertí muy pronto en una matoncita: en el colegio, a partir del matoneo familiar, y luego más marcadamente en el trabajo, a partir del ejemplo de algunos de mis jefes.
La única ocasión en que mi comportamiento fue neutralizado de manera correcta fue cuando el departamento de Recursos Humanos de este medio me obligó a tomar un curso de liderazgo.
Por supuesto que entender este entramado de matoneo no me exime de mis faltas. A muchas de las personas a las que mi temperamento afectó ya les he pedido disculpas directas. Otras, que a lo mejor están leyendo esto, aún resentirán mi maltrato. A ellas quiero decirles que prefiero tarde que nunca: lo siento de corazón.
Tampoco el aceptar estos comportamientos significa que de inmediato me libere de ser la persona complicada y defectuosa que soy. A lo mejor esa pequeña dictadora que hay en mí vuelva a salir a flote en muchas oportunidades y no me abandone hasta la muerte. Pero lo que importa es que hoy puedo darme cuenta y gracias a esa conciencia intentar atenuar mi instinto de matoncita, así como pedir disculpas más temprano que tarde.
Es triste que es ese círculo vicioso de maltrato por imitación sea prácticamente imposible de romper. También porque muchas veces, cuando uno es señalado de maltrato por varias personas a su cargo, el jefe mayor sale a defenderlos matoneándolo a uno, tal como me sucedió a mí con una jefa que es y será mi amiga siempre y con quien también limé asperezas hace mucho. El matoneo es, más que un círculo vicioso, una cadena alimenticia que hay que frenar de manera muy empática y estratégica. Y ahí es donde entra a jugar un papel muy importante la expertise de un departamento de Recursos Humanos.
A pesar de que creí siempre que los departamentos de Recursos Humanos servían principalmente para coordinar pausas activas e invitar a actividades de recreación un tanto ridículas, la única ocasión en que mi comportamiento fue neutralizado de manera correcta fue cuando el departamento de Recursos Humanos de este medio —en el que hoy escribo como colaboradora y no como empleada— me obligó a tomar un curso de liderazgo. Puede que en su momento no hiciera efecto inmediato y me pareciera una suerte de castigo absolutamente ridículo. Pero hoy lo agradezco, porque es probable que ahí comenzara el largo camino de aceptación que sigo recorriendo para tratar de atenuar la matoneadorcita que hay en mí.
Después de muchas otras oportunidades en que mi desempeño laboral era aplaudido por talento y criticado por convivencia —como en Protagonistas de novela—, yo también entendí que se necesita un temperamento para ser jefe que yo no tengo y que es probable que jamás tenga, a pesar de tener un liderazgo innato que puede funcionar mucho mejor desde esta pantalla, desde donde escribo sin ningún tipo de jerarquía sobre nadie, excepto mis perros, con quienes curiosamente sí soy capaz de convivir amorosamente.
MARGARITA POSADA

Sigue toda la información de Opinión en Facebook y X, o en nuestra newsletter semanal.

00:00
00:00

Comentar

Whatsapp iconFacebook iconX iconlinkeIn iconTelegram iconThreads iconemail iconiconicon

Conforme a los criterios de

Logo Trust Project
Saber más
Sugerencias
Alt thumbnail

BOLETINES EL TIEMPO

Regístrate en nuestros boletines y recibe noticias en tu correo según tus intereses. Mantente informado con lo que realmente te importa.

Alt thumbnail

EL TIEMPO GOOGLE NEWS

Síguenos en GOOGLE NEWS. Mantente siempre actualizado con las últimas noticias coberturas historias y análisis directamente en Google News.

Alt thumbnail

EL TIEMPO WHATSAPP

Únete al canal de El Tiempo en WhatsApp para estar al día con las noticias más relevantes al momento.

Alt thumbnail

EL TIEMPO APP

Mantente informado con la app de EL TIEMPO. Recibe las últimas noticias coberturas historias y análisis directamente en tu dispositivo.

Alt thumbnail

SUSCRÍBETE AL DIGITAL

Información confiable para ti. Suscríbete a EL TIEMPO y consulta de forma ilimitada nuestros contenidos periodísticos.