La UE tiene 4 millones y medio de kilómetros cuadrados y 450 millones de habitantes. Sin el Reino Unido, la mayor parte del territorio y de los nacionales está en el continente, con algunas islas, colonias y excolonias en ultramar. La migración legal e ilegal hacia Inglaterra desde la UE y desde fuera de ella se ha reducido drásticamente, y las islas británicas sufren de escasez de conductores de camión, personal de servicio en las estaciones de gasolina y falta de mano de obra en el agro y las labores urbanas menores.
En la frontera Kuznica-Bruzgi, de Polonia y la UE con Bielorrusia, se vive una crisis de migrantes forzosos. Los medios y ONG reportan 5.000 adultos y niños varados en medio del clima cada vez más frío e inclemente de los bosques de Grodno; serán 8.000 en el próximo futuro. Llevan meses y han ocasionado la intervención, al menos oral, de Rusia. Putin ha dicho que la UE viola los derechos humanos de los iraquíes, kurdos y asiáticos que acampan unos y simplemente sobreviven otros en ese cuadrilátero de violencia que ha sido por siglos el área que delimitan Minsk, Kiev, Varsovia y Vilna.
También cerca está el enclave de Kaliningrado, antes Königsberg, cuna de Kant, ocupado por la URSS en abril del 45 y entregado a Stalin por Attlee y Truman en Potsdam. Es la avanzada rusa en la frontera de la UE y sede de la poderosa Flota del Báltico. Al presidente de Bielorrusia desde hace 27 años y aliado de Putin, Alexander Lukashenko, lo sancionó la Cancillería europea por violación de los derechos humanos después de exilios, represión violenta y detención de opositores al mejor estilo de Ortega y Maduro. También dijeron los europeos que la crisis migratoria era fabricada para esconder las violaciones y, agregaron los norteamericanos, para distraer los movimientos militares rusos, posible prólogo de otra invasión a Ucrania. UE y EE. UU. ampliaron las sanciones al transporte y al turismo.
Lukashenko, acusado de iniciar una “guerra híbrida” con la UE, amenazó con suspender el paso del gas ruso. Polonia quiere consultas del artículo 4 de la Otán y hace alambradas, operaciones en redes sociales y presencia militar. Alemania, destino de los migrantes, está con la señora Merkel en interinidad.
En América, el daño de Trump es irreparable. Solo la cooperación de EE. UU. con México y Centroamérica es solución a la migración ilegal. Mientras, seguiremos viendo caravanas por Guatemala y Honduras, niños atascados en México y camiones sin chofer en Virginia. Pero cuidado con la cifra: según la Oficina de Protección Fronteriza, son 5.000 los inmigrantes ilegales detenidos diariamente: los mismos del problema en Polonia, ¡pero al día!
Colombia y Panamá fijaron en 650 los migrantes diarios de paso, la tercera parte de los que realmente cruzan: así, ¡cada semana se alcanza el número de los atrancados en Bielorrusia! Tenemos en nuestro suelo 3 millones de venezolanos con la cuarta parte del territorio europeo; 400 al día pasan ilegalmente por las trochas. Esta migración forzada también tiene como telones de fondo los DD. HH., la violencia y la delincuencia fronterizas, el gas, la delimitación marítima y la geopolítica.
La migración es enfrentada en las cumbres, las ONG y los cheques de ayuda, no como tragedia de seres humanos que son perseguidos o que tienen frío, hambre y enfermedades, sino como parte del juego político. La decisión audaz de otorgarles estatuto de emergencia a los venezolanos en Colombia es ejemplar, como lo fueron los generosos esfuerzos del gobierno anterior para acogerlos y darles atención en salud, educación y empleo. El costo es enorme y sin colateral internacional que valga la pena.
Qué ironía: los viejos británicos, por falta de choferes de carrotanque que les lleven el combustible, van a sentir el mismo frío que los potenciales conductores afganos atascados con sus familias en Grodno.
LUIS CARLOS VILLEGAS