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Opinión

Los que 'sobran'

Cuan triste es ver que la acumulación de riqueza se basa en la desposesión de los excluidos.

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La máxima figura de los estudios culturales, el pensador negro Stuart Hall, dedicó parte de su obra a entender el racismo. Para ello recurre al concepto de “estereotipo”, entendido como una sobre simplificación reduccionista, que normalmente un grupo dominante hace de un grupo dominado. El estereotipo de lo negro, por procesos históricos patentemente crueles, se reduce, entre otros, a la fuerza física, es decir al deporte, al trabajo pesado; pero también a una supuesta propensión al crimen violento. Y el estereotipo de lo indígena se reduce a lo atrasado, a lo subdesarrollado, pero también a lo “místico”. Lo negro y lo indígena solo es útil cuando sirve al capital. Estereotipos, en fin, que reducen a la gente a objetos.
(También le puede interesar: Enfoque de género y violencia intrafamiliar)
Aplaudimos los logros que alcanzan personas afro e indígenas en el deporte y las artes, supuesta muestra de que el racismo está desapareciendo. Tal celebración cae al suelo cuando se recuerda que, según el PNUD, Colombia es uno de los países más desiguales de ingresos del mundo. En donde tanto la población afro como indígena es la más propensa a vivir en pobreza y en pobreza extrema; al no contar con vivienda digna, agua potable, a salud o educación; y a ser desplazados y sufrir en mayor medida las consecuencias del conflicto armado.
El excedente lo sigue produciendo el pueblo afro con su mano de obra precarizada, con su arte, con su esfuerzo en lo deportivo.
El negro y el indígena sobran, excepto cuando producen valor. Achille Mbembe en La Crítica de la Razón Negra usa el concepto de “excedente” en dos sentidos: los negros son “excedente” en tanto “sobran”, son relegados a los barrios periféricos. Los blanco-mestizos prefieren no ver lo negro, pues lo repugnan. Pero, Mbembe también nos recuerda que el “excedente”, el valor, lo producen los negros. Antes, este excedente lo producían las personas esclavizadas. Ahora, el excedente lo sigue produciendo el pueblo afro con su mano de obra precarizada, con su arte, con su esfuerzo en lo deportivo. En estas dos últimas actividades el negro cumple con su nefasto estereotipo y, por eso allí, tiene mayor acogida. Acogida que, sin embargo, no deja de ser explotadora.
Lo mismo ocurre con la población indígena. Son excedente en tanto el grupo dominante prefiere no verlos en sus espacios; “deben” permanecer en sus resguardos, siendo mal visto que salgan del lugar que supuestamente les corresponde. Pero también crean excedente, crean valor, cuando agencias de turismo venden paquetes de etnoturismo, aprovechando su “misticismo” y su cultura. Producen excedente cuando sus tierras, ahora como antes, son apropiadas e incorporadas en procesos extractivistas nefastos para el medio ambiente. Producen excedente con su mano de obra barata.
Cuan triste es un sistema que reduce a los más vulnerables a objetos. Cuan triste es ver que la acumulación de riqueza se basa en la desposesión de los excluidos. Cuan triste es lo que Cedric Robinson llama “capitalismo racial”.
Por: Juan David Cabrera Arocha y Alejandra Mosquera Martín

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