Es perversa la dicotomía entre salud o economía en el debate sobre la extensión de la cuarentena. La idea de la bolsa o la vida es falsa porque no son variables excluyentes. Si no se considera el riesgo del contagio de covid-19, la producción de riqueza se desplomaría por el solo costo en hospitales y en incapacidad laboral. En otras palabras, si colapsa la salud, colapsaría la economía.
Tampoco el dilema es si el país debe vivir ahora de los ahorros y entonces quienes hayan acumulado deberán pagar la cuenta del consumo de la sociedad durante el tiempo que la economía no produzca. Por supuesto que habrá que echar mano de los ahorros y que la financiación de la cuarentena debe ser progresiva, quienes tengan más deberán ayudar más. Pero el problema económico va más allá. Es acerca de cómo se organiza la producción de bienes y servicios que van a permitir que la cuarentena sea viable. Sin comida, agua, energía, internet, etc., la gente no podría sobrevivir el confinamiento. Necesariamente una parte del aparato productivo, con sus respectivos trabajadores, tendrá que seguir en sus actividades.
El desafío es, entonces, cómo mantener una producción mínima que abastezca a una sociedad que tiene graves restricciones de ingresos durante su confinamiento, al tiempo que se reduce lo máximo posible el riesgo de contagio de quienes deben trabajar para abastecer a la sociedad.
De momento, la alcaldesa Claudia López ha trazado una línea muy clara con sus decisiones en Bogotá: subsidios masivos y uso del sector privado para canalizar la entrega de bienes y servicios básicos. Ese liderazgo, de seguro, es una causa de incomodidad para el presidente Duque.
Sin embargo, a Duque le evita un debate más complicado. En medio del apremio, con una situación que potencialmente puede salirse de control, una izquierda radical podría exigir la intervención directa del Estado sobre la economía. Petro ya habló de intervenir los hospitales privados. Luego vendrían los supermercados y la cadena de alimentos. Todo en el nombre de la vida antes que la riqueza.
Con López, ese tema no está en discusión. Se neutraliza una opción que llevaría a un escenario mucho peor: con pandemia y sin comida. La gran ironía es que hoy ella es la principal aliada de Duque para manejar una economía de crisis, así le madrugue en decisiones que al final tiene que tomar, como la extensión de la cuarentena.
Gustavo Duncan