“Apuesto a que no me puedes clonar, Coby”, le dice una mujer joven a la cámara antes de lamer una pared llena de chicles masticados. “Te apuesto que sí. Acepto el reto”, contesta una voz irritante y gritona. “Ahora bien, para tomar tu ADN y clonarte, debo averiguar dónde estás. Vi que dejaste tu ADN en una pared de chicles masticados y busqué en Google ‘pared de chicles masticados’. Me arrojó la famosa pared de chicles en Seattle, Washington. Así que tomé mi kit de ADN y un copito de algodón y me dirigí a Seattle”.
El contenido prosigue durante 30 segundos más. El tal Coby se monta en un avión, llega a la pared de chicles, toma la prueba y se regresa a su laboratorio, donde cuenta el proceso de clonación y al final muestra un feto de un par de semanas. “¡Y si todo sale bien, dentro de poco te tendré para mí!”, concluye para cerrar el video.
Este contenido, que lo descubrí en la plataforma social china TikTok, cuenta con casi 9 millones de visualizaciones. “????? ????????”, “jak to mohla udelat, “PQ QUE ELE FALA GRITANDO” y “Non immaginate la mia faccia in questo momento” son algunos de los casi 9.000 comentarios que tiene el video, que pertenece al canal @thecloneguy, producido por el influenciador estadounidense Coby Persin.
Desde 2016 son ya 135 videos los que ha subido Coby con esta misma dinámica, principalmente chicas lamiendo algo y Coby yendo a recoger la prueba de ADN, a veces yendo desde Los Ángeles hasta Nueva York. Uno pensaría que esta chanda de contenido no la vería ni el gato, pero en la era de la estupidez en la que vivimos pasa todo lo contrario a lo que uno piensa. @thecloneguy tiene casi un millón de seguidores y sus videos han recibido más de 15,5 millones de me gusta.
Coby es un ‘youtuber’ multimillonario y cuenta con más de 6 millones de seguidores en su canal. No se hizo famoso con el canal del científico, pues ya había hecho experimentos sociales en sus plataformas que lo catapultaron al estrellato digital. Sin embargo, independientemente de que su fama le haya ayudado a posicionar @thecloneguy, lo preocupante de todo esto es qué está pasando en el cerebro humano para que nos atraigan tanto estos contenidos.
En Facebook son muy populares los videos de apartes de una película o de una serie y no mencionan el nombre de esta. El contenido se llena de miles de comentarios preguntando por el nombre. ¡Y nadie responde! (No saben la rabia que me da). Además de no entender el porqué de esta estrategia, no comprendo por qué miles de personas siguen el juego.
Otros videos que acumulan hasta 100 millones de visualizaciones son el de situaciones actuadas. Por ejemplo, en un restaurante, un señor le deposita algo en la bebida a una señora. Durante 15 minutos, la señora amaga con tomarse la bebida y es algo que nunca pasa. Cien millones de personas vieron ese contenido. Trece mil comentarios.
He tratado de buscar investigaciones o estudios que me ayuden a entender qué es lo que tienen estos contenidos que son tan atractivos para el común denominador de la gente. Nada, la búsqueda ha sido infructuosa. Asumo que hay público para todo, pero no dejan de inquietarme las cifras que veo en torno a videos que realmente no aportan nada.
Frente a los peligros que enfrenta la humanidad, como frenar el cambio climático o reinventarnos en medio de la amenaza que representa la inteligencia artificial para muchos de nuestros trabajos, ¿no es para preocuparse que la generación llamada a atender este reto se la pase consumiendo contenidos como los que les acabo de señalar?
Ya sé que hay que adaptarse, que tenemos que verles el lado positivo a estas cosas, que es casi imposible hacer algo al respecto. Pero son más las sombras que las luces las que ve uno al final del camino con esta generación ‘centennial’.
DIEGO SANTOS
Analista digital
En X: @DiegoASantos