Gerencia pública, planes de desarrollo y sistemas de información

En la presente columna se presentan dos ideas fuerza así:

1. Con el colapso del colectivismo soviético y sus satélites, como modelo de organización social y sistema político y de gobierno, se han abierto paso las ideas sobre reducción del tamaño del Estado, con la consiguiente ampliación de las soluciones de mercado en el marco de una creciente acción privatizadora que, en el momento actual, cubre un vasto campo de funciones públicas que antes eran monopolio del Estado, todo lo cual se inserta dentro del nuevo paradigma de la globalización.

Esto impone un nuevo reto a la acción de los gobiernos, en cuanto a evolucionar e innovar hacia nuevas y modernas prácticas de gestión eficientes y competitivas, que hagan compatibles las funciones sociales del Estado con las soluciones de mercado. En ese contexto surgen algunas inquietudes y preocupaciones, cuyas respuestas pueden darse después del análisis de las tendencias predominantes mediante una línea de investigación al efecto. Por ejemplo, ¿existe actualmente un modelo o desarrollo conceptual que delimite la esfera de la acción del Estado en la prestación de servicios públicos y/o provisión de bienes básicos? ¿Vamos hacia la acción restringida del Estado planteada por Adam Smith o ya se establecieron fronteras claras, en términos de cobertura, entre lo que es objeto de la gestión pública y la privada? ¿Hay evidencia empírica entre la disminución del tamaño del Estado y la dinámica del crecimiento económico? ¿Hay mejores prácticas de gestión que acompañen ese fenómeno?

2. Otro aspecto importante para un ejercicio académico es evaluar la capacidad de las instituciones para relacionar la formulación de políticas y programas con un buen uso de los sistemas de información, con el fin de fortalecer la toma de decisiones. En efecto, si consideramos que el quid de la planeación es, finalmente, transformar un problema en un proyecto, el siguiente paso es verificar que el problema haya sido seleccionado dentro de una jerarquización de prioridades, con unos criterios claros y objetivos, y que el proyecto sea viable en término de las categorías de evaluación que se establezcan. Ello nos lleva a hablar de la planeación como un proceso, que parte de unos objetivos para los cuales se definen unas estrategias, las cuales se materializan mediante unos instrumentos que son las políticas, los programas y los proyectos, los cuales, agregados a los recursos para el financiamiento y la organización institucional que le sirve de mecanismo de encuadramiento, constituyen a la planeación como un sistema.

Ese enfoque sistémico requiere de una operacionalización que está dada por el conjunto de actividades que es necesario realizar para su puesta en marcha, las cuales requieren de unos métodos y procedimientos que aseguren la coherencia y consistencia del proceso, lo cual hace necesario diseñar sistemas de información apropiados.

Un sistema de información debe concebirse como un esquema parecido a un sistema de producción, con sus grandes etapas de planeamiento, programación, ejecución, salidas o resultados con etapas paralelas de evaluación y control, que interrelacionan las de programación y ejecución para introducir eventuales ajustes o correcciones. Y a lo largo de todo el proceso está la función de dirección del sistema.

Por ejemplo, en el planeamiento se señalan los objetivos que se pretenden alcanzar, se establecen metas específicas y los procedimientos adecuados para tal finalidad; la programación señala en detalle los medios y métodos dispuestos en la etapa de planeamiento para el logro de los objetivos, y la ejecución es la puesta a punto del sistema de acuerdo con lo programado. En un tal esquema la función de dirección se cumple a través de la evaluación y el control, en la que se comparan los resultados con los planes, se interrelacionan los recursos con miras a su optimización y se definen las alternativas de acción a seguir. Las salidas constituyen el producto final del proceso y del sistema, que en nuestro caso será la información de acuerdo con las especificaciones técnicas que se hayan definido previamente.

De acuerdo con lo anterior, un sistema de información es un conjunto de métodos y procedimientos que permiten la recolección, depuración, tratamiento, procesamiento y divulgación de información con fines de seguimiento, evaluación y control de gestión. En el lenguaje técnico, ello se traduce por entradas–procesos–salidas a la manera de un circuito interactivo. Las entradas tienen como insumo los datos que se requieran sobre el tipo de información a producir, con su periodicidad, los s a los que está destinada, ubicación espacial, forma de agregación, costo, prioridad, etc. Con los métodos y procedimientos para su obtención. Los procesos se refieren a los tratamientos prioritarios que hay que darle a la información de acuerdo con el ciclo de procesamiento, esto es la forma de clasificarla con miras a su rápida disponibilidad para la toma de decisiones. Las salidas se refieren a su disponibilidad para el en la forma en que haya sido previamente clasificada, para lo cual generalmente se utiliza un medio magnético.

Todos esos aspectos nos permiten señalar que la evolución que se ha dado en el mundo hacia una sociedad del conocimiento plantea la necesidad de considerar la información no como un simple elemento de apoyo para la toma de decisiones, sino como un elemento integral del desarrollo, para lo cual sería necesario estructurar una teoría económica de la información que sirva de fundamento conceptual a la formulación de políticas en la materia y, de esa manera, ayuden a crear y consolidar una cultura de la información en la que se ponga en práctica la gestión del conocimiento.

Amadeo Rodríguez Castilla