Las normas son para todos

El artículo 95 de la Constitución colombiana reza: “Toda persona está obligada a cumplir con la Constitución y las leyes”. Por su parte, para Mintransporte, los actores viales (con derechos y obligaciones) son todas las personas que utilizan las vías. Valdría entonces que la Alcaldía de Bogotá nos dijera de qué régimen especial gozan los ciclistas, los s de patinetas eléctricas y toda suerte de vehículos hechizos con motores de dos tiempos que con velocidades superiores a 50 km/h acostumbran a violar impune y peligrosamente todas las normas de tránsito que los demás actores acatamos con respeto.

No creemos que tales actores tengan protección especial y sí ponen en riesgo la vida y la seguridad de los demás.

En la sociedad los conceptos de conducta y disciplina están olvidados. Estos eran parte fundamental de la convivencia diaria y exigencia en las escuelas y los colegios. Todos debíamos ser de 5 en conducta, y cualquier falta grave era motivo de ser sancionado o expulsado si la acción era repetitiva.

La disciplina empezaba por el cumplimiento de las reglas de la institución, mientras que la conducta se medía por el respeto a los superiores, compañeros y buen comportamiento.

Hoy en día eso es lo que les falta a muchos niños y jóvenes, quienes no respetan y no saben cumplir las normas. Estos necesarios modales se exigen en los colegios para que tengan aplicación en su vida diaria y nos comportemos en sana convivencia.

Ante fenómenos naturales como el que hoy se vive en nuestra costa Caribe, donde los termómetros han marcado temperaturas altas jamás vividas, se hace normal que sus habitantes se vean obligados (por salud e higiene) a mantener sus ventiladores y aires acondicionados encendidos por más tiempo, o a bañarse más de lo habitual, lo que está generando un incremento notable del consumo de ambos servicios.

Entendemos también que ante fenómenos naturales como este es nada lo que a cualquier gobierno le queda bajo su dominio; sin embargo, algo que sí podría hacer es mitigar sus efectos económicos, bajando el valor de las tarifas en esta zona del país o subsidiando excedentes de consumos promedios solo durante el tiempo en que dicho fenómeno permanezca activo. Esta medida podría justificarse como una estrategia que va encaminada también a proteger la salud de gran parte de la población afectada.

En su edición del pasado 14 de mayo se cataloga al barrio Santa Ana Oriental como uno de los mejores ‘vivideros’ de Bogotá.

Falta profundidad en la investigación, ya que de forma irregular se están instalando oficinas sin autorización de la Alcaldía, generando congestión en las calles por el mal parqueo de los empleados de estas. Tampoco se registró el gran deterioro de las calles, con cráteres enormes.