SEÑOR DIRECTOR:
El dato que publican los medios es simplemente escalofriante: en este país cada semana son asesinados tres líderes sociales. Este ya es un viejo y doloroso drama que no hemos sido capaces de detener.
Estos líderes no son simples cifras, son seres humanos, padres, hermanos, esposos... Son seres valientes que han resuelto servir a la sociedad, nada menos que en la defensa del bien común, como el medioambiente, como los derechos... ¿Y el Estado no es capaz de protegerlos? Mientras tanto, los violentos, los que tomaron el camino contrario, se siguen fortaleciendo.
Este es un triste panorama que tiene que obligar al Gobierno a reaccionar. Los líderes sociales son una pequeña pero valerosa voz del mismo Estado, donde este a veces no llega. Ellos tienen que contar con las debidas y urgentes medidas de protección. De lo contrario, serán los enemigos de la sociedad los que se vayan enseñoreando y apoderando de los bienes de todos. Inclusive de las vidas.
José Francisco Piñeres
SEÑOR DIRECTOR:
La voz de los obispos venezolanos es una voz valiente y firme. Lo ha sido desde que el régimen de Maduro sumió una vez más al país en la incertidumbre y la represión tras las elecciones. En este contexto, la resistencia cívica continúa y la manifestación mundial ha sido un ejemplo más de ello. Con la oposición unida y el pueblo venezolano decidido a poner verdad donde hay más que sospechas fundadas de fraude, el régimen de Maduro terminará cayendo. Por eso son tan importantes las voces valientes, como las de los obispos, que, en medio del dolor y la zozobra, acompañan a la resistencia pacífica, tratan de poner paz donde hay odio y claman, de forma prudente pero clara, por lo más importante, que es el respeto de los derechos fundamentales, el derecho a pedir que haya verdad, que se pueda expresar lo que se piensa, sin temor a la represalia, y que se vaya abonando la convivencia pacífica sobre la que se pueda cimentar el futuro de Venezuela.
José Morales Martín
Girona (España)
SEÑOR DIRECTOR:
A propósito de la polémica que se ha generado por el pronunciamiento de la Corte relacionada con la libertad de cultos, me parece inaudito que en pleno siglo XXI, se trate de imponer una determinada creencia religiosa, máxime cuando hasta el mismo papa Francisco ha llamado al respeto de toda creencia religiosa.
La educación religiosa que debe promover la escuela es aquella que lleve a desarrollar el pensamiento crítico, y para ello qué mejor que crear los espacios para el debate, el análisis y la discusión sobre las diferentes religiones existentes en el mundo; analizar cuál es la religión más antigua del mundo; cuál es la que más seguidores tiene; por qué han desaparecido algunas religiones; qué religiones existían antes de Cristo.
En fin, dedicarse a enseñar cultura religiosa y no ningún credo en particular, y mucho menos ponerse a calificar. La historia de las religiones es muy bonita y a eso debe dedicarse la clase de cultura religiosa.
Profesor Henry Sarabia Angarita