Esta joven solo ha hablado una sola vez con su madre en dos meses. En esa conversación, le dijo: “Mamá yo pensaba que traerías comida, quería comer comida de la casa”. En esa única visita, solo le permitieron ingresar productos de higiene, algo de ropa y sábanas, pero ella no los aceptó.
“Llévate eso mamá porque donde me tienen no tengo espacio”, le contestó. Desde ese día, a principios de agosto, no se ha sabido más de ella.
Mientras tanto, la pequeña de 15 años, con su característica melena y ojos vibrantes, no sabía qué ocurría. Sus familiares cuentan que ni ella ni su prima estaban en la manifestación, de hecho, iban caminando en dirección contraria intentando encontrar una ruta para llegar a casa. Caminaban desde Chacaíto hasta La California. La joven mayor había salido a buscar a su prima, quien había empezado un trabajo por temporada de vacaciones para llevar ingresos a su hogar. Ambas quedaron en medio de la represión.
“Supimos que antes de que la Policía llegara, aparecieron los colectivos, dispararon al aire. Todos corrían y ambas quedaron en medio”, cuenta una persona cercana que por temor a más represalias no se identifica.
Estas escenas de horror que se registraban en Caracas también se replicaban en el país. A las 5 de la tarde, la Policía se llevó a un adolescente de 14 años y a su padre cuando estaban en la avenida 14 de febrero, en el estado Lara. No estaban protestando. El señor se dirigía a buscar materiales de construcción para su trabajo, porque a eso se dedica, y su hijo lo acompañó, pero quedaron en medio de la redada de la fuerza pública.
El niño, conocido por su timidez, solo ha podido ver a su mamá unas pocas veces desde el 29 de julio. El recinto donde está es lejano a su casa y ella gasta al menos 20 dólares cada vez que va a visitarlo. Como no tiene carro, llega en autobús y luego camina por más de 40 minutos hasta el sitio de reclusión. Está embarazada y pese a las dificultades, el único miedo que tiene es que algo malo le pase a su “muchachito”.
“Estoy muy preocupada, no duermo. Mi esposo y mi hijo no estaban protestando. A las 11 de la noche de ese día me enteré de que estaban presos. Mi esposo fue trasladado a otra cárcel en otro estado, que ni sé dónde es. Mi hijo quería ser policía y mira... solo llora y me pregunta por sus animales, tiene unos cerdos y unas cabritas. Dios mío, él no ha hecho nada”, relata la mujer.
En la última visita que hizo, el niño tenía diarrea y vómito. “Lo acusan de terrorismo, ¿Qué es eso? Él es un buen niño. Está estudiando. Nosotros queríamos un cambio para este país, nos dolió escuchar el resultado de la elección, pero no hemos cometido ningún delito”, continúa.
A las siete de la noche de ese 29 de julio, mientras los represores hacían de las suyas, María Corina Machado y Edmundo González aparecieron de nuevo. “Tenemos el 73 por ciento de las actas”, dijo la líder opositora y anunció que su abanderado había obtenido 6,27 millones de votos, frente a 2,75 millones del presidente Maduro.
Sin embargo, al día siguiente, el 30 de julio, Nicolás Maduro fue al Consejo Nacional Electoral a recibir sus credenciales como ganador, pese a que la entidad no mostró las actas ni los resultados detallados. Dos meses después, aún no lo ha hecho.
***
Las primas detenidas y un número indeterminado de personas fueron trasladadas de Chacaíto a la sede de la Policía Nacional en el sector de Maripérez, a unos cinco minutos en carro del Palacio de Miraflores. Sus familiares supieron que estaban presas después de muchas horas.
De esa sede los llevaron a la temida Zona 7 en el sector de Boleíta, hacia el este de la ciudad. En ese centro hay presos comunes.
Antes de llegar, los policías “secuestraron un autobús, metieron preso al chofer y montaron a varios, hasta perros con sus dueños, todo el que les pareciera. Gente golpeada y con sangre”, dice el familiar de un joven que corrió pero que no pudo escapar a las motocicletas de los uniformados que lo detuvieron.
¿Por qué llevan a los niños a las cárceles? La legislación venezolana prohíbe recluir niños con adultos y establece una diferencia clara. La Ley Orgánica de Protección al Niño, Niña y Adolescente establece el procedimiento y determina que si un niño o adolescente se encuentra incurso en un hecho delictivo se le aplicará el procedimiento y sanciones establecidas en la ley y su artículo 549, que pide la separación de los adultos.
“Los adolescentes deben estar siempre separados de los adultos cuando estén en prisión preventiva o cumpliendo sanción privativa de libertad. Las oficinas de la policía de investigación deben tener áreas exclusivas para los adolescentes detenidos en flagrancia o a disposición del Fiscal del Ministerio Público para su presentación al juez, debiendo remitirlos cuanto antes a los centros especializados. Tanto la prisión preventiva como las sanciones privativas de libertad deben cumplirse exclusivamente en establecimientos adscritos al sistema previsto en esta Ley”, se lee en el texto.
Pero nada de eso ocurrió. La misma opositora María Corina Machado pidió el 28 de agosto —en medio de una manifestación con sus seguidores para exigir se reconozca el triunfo de Edmundo González— que los cuidaran: “Les pido a los presos comunes cuidar a los niños que están encarcelados”.
Esta no es la primera vez que el gobierno de Nicolás Maduro priva de libertad a menores de edad. “Ya lo hizo en las protestas del 2014, 2017 y 2017. Lo que no había sucedido era a esta escala”, rememora Gonzalo Himiob, vicepresidente del Foro Penal.
***