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La batalla de Trinidad y Tobago para tener una economía verde

Este país es uno de los mayores productores de combustibles fósiles del Hemisferio Occidental.

NYT: El sitio futuro de una de las dos granjas solares que se espera proporcionen hasta 10 por ciento de la electricidad del País.

NYT: El sitio futuro de una de las dos granjas solares que se espera proporcionen hasta 10 por ciento de la electricidad del País. Foto: Tony Cenicola/The New York Times

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PUERTO ESPAÑA, Trinidad y Tobago — Con una pala con listón en la mano, el Primer Ministro Keith Rowley se unió a una ceremonia de colocación de la primera piedra en abril para celebrar el primer gran proyecto de granja solar de Trinidad y Tobago que se anticipa genere energía para 42 mil hogares. Pero si alguien pensó que el proyecto simbolizaba el ocaso del largo romance de la nación insular con los combustibles fósiles, Rowley dejó todo claro.
“Seguiremos extrayendo los hidrocarburos disponibles mientras exista un mercado internacional”, dijo Rowley, ante la mirada de ejecutivos de BP y Shell. “Si vamos a vender hasta el último barril de petróleo o la última molécula de gas, así será”.
Trinidad y Tobago es conocida por sus playas de arena blanca, bosques tropicales montañosos y tambores metálicos. Pero su economía depende del petróleo y el gas natural, no del turismo. Es uno de los mayores productores de combustibles fósiles del Hemisferio Occidental, y más de un siglo de perforación ha dejado su huella. Las carreteras importantes de la isla principal están congestionadas de tráfico y bordeadas de bodegas industriales. La cultura está empapada de petróleo, un tema en muchas canciones calipso. Incluso los tambores metálicos originaron de las tapas de barriles de petróleo usados.
Si Trinidad parece estar zigzagueando en materia de política de cambio climático, no es el único. Arabia Saudita, los Emiratos Árabes Unidos y Estados Unidos también están construyendo grandes parques solares mientras exploran nuevos pozos petroleros. Las naciones en desarrollo ricas en combustibles fósiles —un grupo que incluye a Guyana, Nigeria y Namibia, además de Trinidad— dicen no poder saltar fácilmente a la energía renovable porque carecen de capital y porque sus pobres dependen de energía barata y los ingresos del petróleo para programas sociales.
El Presidente Joseph R. Biden Jr. y los líderes europeos no tienen una respuesta fácil. Los países industrializados siguen siendo productores y s de combustibles fósiles y no han logrado aportar los 100 mil millones de dólares anuales que habían prometido para un fondo verde para las naciones pobres a partir del 2020.
“Los países del sur están diciendo a los países del norte: ‘Ustedes son los que causaron el problema climático, entonces, ¿por qué no se mueven primero si tienen el capital y las tecnologías para hacer avanzar las energías renovables?’”, dijo Anthony Paul, ex funcionario del Ministerio de Energía de Trinidad.
Trinidad tiene una población de sólo 1.5 millones de personas y, como el segundo mayor exportador de gas natural licuado del hemisferio occidental después de EU, tiene uno de los ingresos per cápita más altos del Caribe. También es un productor líder de petroquímicos como amoníaco y metanol.
Pero con el envejecimiento de sus campos de petróleo y gas, la producción de crudo ha caído a 58 mil barriles diarios, contra 230 mil barriles al día en su cúspide en 1978. La producción de gas ha disminuido 40 por ciento desde el 2010, obligando el cierre de una de sus cuatro terminales de exportación de gas natural licuado y tres de sus 18 plantas petroquímicas.
Al mismo tiempo, el país está sintiendo los efectos de un clima cambiante, con estaciones lluviosas más húmedas y estaciones secas más secas reduciendo los rendimientos agrícolas y mares más tormentosos que castigan a los pescadores e inundan las carreteras costeras y los hogares.
“Enfrentamos una gran decisión respecto a girar hacia una nueva dirección”, dijo Ryun Singh, presidente de la Asociación de Ingenieros de Energía de Trinidad y Tobago. “Si nos equivocamos, enfrentamos la ruina económica”.
Por ahora, el Gobierno de Rowley quiere fortalecer su compromiso con los combustibles fósiles tratando que las empresas de energía desarrollen nuevos campos marinos.
El negocio del petróleo y el gas “es la base de nuestra clase media”, dijo Ainka Granderson, científica ambiental del Instituto de Recursos Naturales del Caribe, una organización de investigación en San Juan, una ciudad en la isla principal. “El petróleo y el gas alguna vez fueron la columna vertebral de la nación, pero ahora son la muleta que nos sostiene”.
Esa muleta se está volviendo cada vez más frágil. En una tarde de abril, un buque cisterna llegó a la terminal de Atlantic LNG en Punta Fortín para recoger una carga de gas ultrafrío para Gran Bretaña. Debido a que la producción de gas del País ha disminuido, la planta llena sólo un camión cisterna cada 66 horas hoy, contra uno cada 48 horas hace cuatro años.
“Hay una urgencia por obtener suministro de gas”, dijo Ronald Adams, director ejecutivo de Atlantic LNG. Las compañías petroleras han encontrado algunos campos nuevos pequeños, pero los analistas aún anticipan que la producción disminuya en los próximos años. Debido a la disminución en los ingresos por exportaciones de energía, el producto interno bruto del País cayó 20 por ciento entre el 2015 y el 2021.
En un esfuerzo por compensar el déficit, el país busca reducir el uso doméstico de gas natural para poder exportar más. Esa es la principal misión de los parques solares que BP y Shell están construyendo en Trinidad. Para reducir la demanda interna de gas, los reguladores de energía proponen aumentar las tarifas de electricidad para residentes y empresas. Esa propuesta enfrenta una férrea oposición.
“Cuando eres una nación productora de petróleo y gas, siempre estás atrasado en energías renovables porque la gente disfruta de las tarifas de electricidad más baratas que vienen con los combustibles fósiles”, dijo David Alexander, profesor de ingeniería petrolera en la Universidad de Trinidad y Tobago.
Él y otro profesor están liderando un esfuerzo para mapear un “atlas de captura de carbono” de campos agotados de petróleo y gas que se pueden usar para almacenar el carbono capturado de las plantas petroquímicas de Trinidad para ayudar al País a compensar la mayoría o todas sus emisiones de gases de efecto invernadero.
Y una empresa de energía local, Kenesjay Green, está trabajando para producir hidrógeno en el complejo petroquímico de Punta Lisas. La compañía planea utilizar energía renovable y calor residual de las centrales eléctricas para separar el hidrógeno del agua. “Trinidad está singularmente lista para despegar dramáticamente en la transición energética”, dijo Philip Julien, presidente de Kenesjay.
La empresa está trabajando con Yara Trinidad, un productor de amoníaco, para reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero al reemplazar el gas con agua en su proceso de producción. Yara Trinidad espera que con el tiempo pueda reabrir una de las tres plantas de amoníaco que cerró debido a la falta de suministro de gas.
Para elevar la producción y las exportaciones de gas, el País tiene puestas sus esperanzas en nuevos campos marinos. Uno, el campo Manatee junto a la frontera marítima con Venezuela, está siendo desarrollado por Shell.
Justo al otro lado de la frontera marítima, hay un campo mediano en aguas someras llamado Dragón. Trinidad y Venezuela han estado negociando durante cinco años sobre cómo producir y exportar el gas. Shell operaría el campo y un oleoducto podría conectarlo a las terminales de exportación de Trinidad y Tobago en tres o cuatro años. Pero primero, Trinidad debe llegar a un acuerdo con la istración Biden y el Gobierno de Venezuela que le permita a Trinidad exportar gas natural del campo Dragón en Venezuela sin violar las sanciones de EU.
La istración Biden otorgó una licencia de dos años al Gobierno de Trinidad para hacer negocios con Venezuela en enero, pero sólo si el Gobierno del Presidente Nicolás Maduro de Venezuela no recibía pagos en efectivo. Trinidad y Tobago se ha ofrecido a pagar la gasolina en alimentos y medicinas, pero Maduro ha rechazado esa oferta.
Incluso a algunos trinitenses que han trabajado durante mucho tiempo en la industria les preocupa que se puede hacer poco para detener su declive.
“Les digo que busquen otras opciones porque hemos comenzado a volvernos ecológicos”, dijo Ronnie Beharry, gerente de un campo de gas operado por Touchstone Exploration, refiriéndose a sus tres hijos. “No sé hacia dónde van las cosas. A veces creo que el País tiene un plan B y otras veces no”.
“Enfrentamos una gran decisión respecto a girar hacia una nueva dirección. Si nos equivocamos, enfrentamos la ruina económica”.
RYUN SINGH
presidente de la Asociación de Ingenieros 
en Energía de Trinidad y Tobago
Por: CLIFFORD KRAUSS

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