Algunas de las mejores comidas en la ciudad de Nueva York se pueden encontrar a lo largo de la línea de metro número 7 en Queens: samosas crujientes en Jackson Heights, ardiente aguachile en Elmhurst y rollos de arroz untados con aceite de chile en Flushing. Y ahora, debajo de la estación Calle 103-Corona Plaza, puedes encontrar tripa mishqui de Ecuador, guisado de Guatemala y tlayudas de Oaxaca, México.
El aroma de los chiles poblanos tatemados y masa fresca se eleva hacia la plataforma del metro desde un mercado lleno de hasta 46 marchantes que venden comida casera de toda Latinoamérica —del tipo que no se encontrará fácilmente en los restaurantes. Abajo, en la plaza, las tortillas se adornan con virutas de carne de res y cebollas picadas. Camarones salpicados con cilantro y ajo chisporrotean sobre un comal. El chicharrón de cerdo cruje al rebanarse el lechón.
Corona Plaza es un logro significativo para los vendedores ambulantes, la mayoría habitantes del barrio. El verano pasado establecieron una organización, La Asociación de Vendedores Ambulantes de Corona Plaza, para istrar el mercado. La mayoría de los vendedores de Corona Plaza no tiene los permisos que requiere la Ciudad, y muchos han recibido multas o se les ha dicho que se vayan. Esperan que la asociación que crearon pueda construir una mejor relación con las autoridades.
“Si nos organizamos, podemos trabajar con la Ciudad y ellos pueden ver que somos importantes”, dijo Mary Carmen Sevilla, propietaria de un puesto de tacos y secretaria de la asociación.
Sevilla se encontraba parada afuera de su puesto, Tacos Los Dos Compas, y saludaba a todo aquel que pasaba. Opera el negocio con su esposo, Miguel Ángel Padilla, y su hermano, Jairo Sevilla; emigraron de Puebla, México, en diferentes momentos durante las últimas dos décadas.
Sus tacos están hechos acorde a los exigentes estándares de la familia. Cada pedido lleva tortillas recién hechas por el trío y algunos trabajadores. Para uno de sus tacos más populares, de carnitas, marinan la carne de puerco en cítricos y especias calientes durante varias horas y luego la sellan suavemente. Padilla adorna cada taco con cebolla blanca y repollo, y luego aconseja a los comensales cuál de las salsas combina mejor.
Sevilla y Padilla abrieron el puesto después de perder sus trabajos durante los primeros meses de la pandemia. Sevilla hacía pelucas para pacientes con cáncer y Padilla cocinaba en un restaurante italiano en Manhattan.
Corona Plaza no siempre estuvo tan concurrida. La plaza fue creada como un espacio público en el 2012. Se expandió en el 2018 cuando la Ciudad creó una zona peatonal que comenzó a atraer a vendedores. Sus filas explotaron durante la pandemia, cuando muchos residentes de Corona perdieron sus trabajos y no podían solicitar prestaciones de desempleo porque eran indocumentados.
“Estábamos luchando por sobrevivir”, dijo Froilán García, quien ayudó a su hermana, Cristina García, con su puesto de tamales. Una vez que terminó el confinamiento, montó su propio puesto: coloridos dispensadores de bebidas.
Sus aguas frescas tienen sabores como pepino, limón y semillas de chía, y sólo usa hortalizas frescas y agua de manantial. En un buen día, dijo, ganará 500 dólares. El autodescrito extrovertido dijo que su parte favorita de ser vendedor es interactuar con los clientes. “Todos vienen y me visitan”, dijo. “Viene gente de Manhattan, Brooklyn, el Bronx, Chicago”.
En una Ciudad con aproximadamente 20 mil vendedores ambulantes, la lista de espera para un permiso es de al menos 10 a 15 años, dijo Carina Kaufman-Gutiérrez, subdirectora de Street Vendor Project, una organización sin fines de lucro que ayuda a los vendedores. Varias agencias de la Ciudad han regido sobre los vendedores ambulantes en los últimos años, incluyendo el Departamento de Policía, el Departamento de Salud e Higiene Mental y, más recientemente, el Departamento de Limpia. El Departamento del Transporte de NY ve valor en Corona Plaza. Está trabajando con la asociación de vendedores para traer un operador de mercado para que los vendedores no necesiten permisos para la venta ambulante de alimentos.
Ydanis Rodríguez, el comisionado del Departamento, dijo que la comida que vende “es importante para la cultura y la Ciudad de Nueva York”.
Por: PRIYA KRISHNA
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