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Mose, el sistema que protege a Venecia de terminar bajo el agua

“Sin los muros, sería un desastre”, dijo Alvise Papa, director del centro de pronóstico de mareas.

NYT: MOSE protege gran parte de Venecia de las inundaciones, pero áreas como la Plaza de San Marcos, siguen expuestas.

NYT: MOSE protege gran parte de Venecia de las inundaciones, pero áreas como la Plaza de San Marcos, siguen expuestas. Foto: Laetitia Vancon para The New York Times

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En medio de una noche de noviembre, mientras subía la marea, los vientos azotaban y las olas crecían, un ingeniero en un centro de mando en una isla artificial en el borde de la laguna de Venecia hizo clic en una flecha en su pantalla que decía “Levantar”.
En las profundidades del agua, en las cuatro bocas donde la laguna se encuentra con el mar, 78 muros amarillos gigantes sujetos al lecho marino con bisagras se vaciaron de agua, se llenaron de aire y subieron a la superficie, donde contuvieron la marejada.
Los pronosticadores de marea alta de la ciudad siguieron las transmisiones en vivo de olas de 6 metros rompiendo al otro lado de los muros. Finalmente, el nivel del mar afuera de las murallas alcanzó más de 1.6 metros -la tercera medida más alta en más de un siglo-, un nivel que normalmente pondría en riesgo vidas, dejaría varados a venecianos y turistas, y ahogaría la economía.
Ahora no. La ciudad estaba empapada de lluvia, pero prácticamente de ninguna gota de agua de mar. Mose, siglas en italiano de Módulo Electromecánico Experimental, evocando al Moisés bíblico había partido las aguas y salvado la ciudad.
Sin los muros, sería un desastre”, dijo Alvise Papa, director del centro de pronóstico de mareas. “En cambio, la vida es normal. Hay que dar gracias al dios de Mose”.
Mose ha llegado a encarnar la ambición y el ingenio técnico de Italia, pero también su inestabilidad política, mal gobierno, burocracia, corrupción, deuda y derrotismo a medida que crecían los retrasos.
Ahora quizás aún se yergue como un monumento a la naturaleza inexorable del cambio climático y la inutilidad de los esfuerzos del hombre por detenerlo. Los muros de Mose, que costaron 5 mil millones de euros, unos 5.3 mil millones de dólares, tardaron tanto en construirse que el ritmo del cambio climático está superando las proyecciones para las que fueron construidos.
Venecia está utilizando Mose más de lo esperado y enfrenta la posibilidad de necesitarlo mucho más de lo que jamás había imaginado contra el aumento en el nivel del mar, con una frecuencia tal que amenazaría con aislar a la ciudad de las aguas que son su sangre vital.
Su despliegue incesante, advierten los expertos, podría convertir la laguna de Venecia en un pantano fétido asfixiado por algas nocivas, convirtiendo los canales de la ciudad en alcantarillas abiertas apestosas.
Sin embargo, si las aguas no son mantenidas a raya, no hay duda de que Venecia terminará sumergida e inhabitable, sus palacios e iglesias erosionados por la sal del mar.
En ese momento, debo decidir”, dijo Papa. “¿Salvo la ciudad o salvo la laguna?”.
Desde que Venecia se estableció por primera vez en el siglo 5, el agua la ha protegido y amenazado. Los venecianos siempre han batallado para mantener un equilibrio entre los dos.
En los primeros 20 años del siglo 20, Venecia tuvo mareas altas por encima de 1.10 metros sólo seis veces.
Pero el nivel promedio del mar en Venecia ha subido casi 30 centímetros desde 1900. En los últimos 20 años, las mareas han superado 1.10 metros más de 150 veces.
Venecia también se hunde. Las placas tectónicas debajo de la ciudad se están asentando naturalmente, un proceso acelerado en el siglo 20 por el bombeo de agua subterránea para su uso en el puerto industrial de la vecina Marghera.
De 1950 a 1970, Venecia se hundió casi 12 centímetros. El bombeo se detuvo hace mucho tiempo, pero Venecia aún se hunde unos 2 milímetros al año.
En noviembre de 1966, se produjo una inundación fatal de unos 2 metros. Italia enfrentó una pregunta terrible: ¿podría salvarse Venecia?
El Consejo Nacional de Investigación de Italia organizó un concurso en 1970 para que las empresas presentaran propuestas sobre cómo rescatar la ciudad.
Riva Calzoni, una firma de Milán, desarrolló la idea ganadora, que terminaría por convertirse en Mose.
En 1984, el Gobierno subcontrató la construcción del Mose a un consorcio de importantes empresas italianas y estimó que los muros se colocarían en 1995. No fue hasta el 2003 que el Primer Ministro Silvio Berlusconi colocó la primera piedra. La estimación entonces era que el proyecto quedaría terminado en el 2011.
Pero en noviembre del 2010, los expertos todavía estaban debatiendo qué metal debería usarse en las bisagras para sujetar las paredes sumergidas al lecho marino.
Una vez que las bisagras estuvieron en su lugar, los detractores expresaron su preocupación sobre si se estaban oxidando bajo tierra y si un fenómeno físico llamado resonancia rompería los muros.
En el 2014, los fiscales de Venecia pusieron al descubierto un contubernio para facturar de más al Gobierno y sobornar a políticos para mantener al proyecto y al dinero público fluyendo. Arrestaron a 35 personas, incluyendo a altos funcionarios.
Del 2014 al 2018, el financiamiento público se secó cuando, reacio a permitir más sobornos, el Estado examinó los gastos con extrema cautela. Muchas empresas involucradas en el escándalo cerraron.
El proyecto quedó casi huérfano, despreciado incluso por Alberto Scotti, el ingeniero que lo diseñó. “He rechazado mi paternidad”, dijo ante los retrasos en mantenimiento.
La noche del 12 de noviembre del 2019, una marcada caída en la temperatura provocó lo que Papa, el meteorólogo jefe, describió como un “ciclón tropical anómalo” nunca antes visto.
En su apogeo, la marea alcanzó unos 2 metros e inundó más del 85 por ciento de la ciudad, matando a dos personas y causando daños incalculables.
Días después, el agua volvió, alcanzando cerca de 1.50 metros, uno de los peores niveles en décadas. Ahora toda la ciudad formaba parte de la laguna.
Este era el más grande que Mose había sido diseñado para detener. Los ingenieros en ese momento dijeron que estaba listo. Pero no entró en acción.
Mirco Angiolin, el del sitio en el centro de mando del rompeolas, lamentó que nadie hubiera estado a cargo de activar Mose. “Necesitamos un jefe”, dijo.
Roma aceleró el nombramiento de Elisabetta Spitz, una alta a del sector público, como supervisora de Mose.
Dijo que tomó la decisión el 3 de octubre del 2020 de levantar los muros como prueba. Funcionaron.
Desde entonces, Venecia ha estado protegida de eventos de marea alta, pero las partes de la ciudad que se inundan a niveles más bajos permanecen expuestas. Los expertos que habían concebido Mose estimaron que sería necesario levantar los muros un promedio de cinco veces al año para detener mareas de un 1.10 metros. Desde que Mose comenzó a funcionar hace unos dos años, los muros han sido levantados 49 veces.
El Intergubernamental sobre el Cambio Climático, un organismo autorizado de expertos convocado por las Naciones Unidas, estimó recientemente que el nivel del mar en Venecia podría aumentar casi 75 centímetros para fines de siglo.
A ese ritmo, dicen los expertos, los muros tendrían que estar levantados con más frecuencia que estar abajo.
Luigi D’Alpaos, profesor emérito de hidráulica en la Universidad de Padova y crítico acérrimo del proyecto, dijo que las paredes constantemente levantadas convertirían la laguna en “el pantano de Venecia”.
Los pescadores y otros intereses navieros han expresado su preocupación por los muros, pero los funcionarios que apoyan a MOSE señalan que se está trabajando en esclusas navegables para que los barcos pasen cuando las barreras estén levantadas.
En lugar de usar MOSE para proteger las partes más bajas de la ciudad, como la Plaza de San Marcos y su magnífica basílica del siglo XI, las autoridades están gastando millones de euros para represar y elevar las áreas vulnerables.
Luigi Brugnaro, Alcalde de Venecia, ha solicitado al Gobierno otros 1.5 mil millones de euros en el curso de 10 años para ayudar a proteger la ciudad.
En noviembre, altos funcionarios de Italia y Venecia inauguraron barreras de vidrio —que uno denominó “mini MOSE”— alrededor de la basílica de San Marcos. El patriarca de Venecia roció las barreras con agua bendita.
Por ahora, los italianos están celebrando su éxito —para Venecia, para su país, quizás incluso para el mundo.
Existe el plan de exportar Mose como modelo internacional”, dijo Spitz, la a. La venta de propiedad intelectual a otras ciudades, argumentó, también podría ayudar a pagar el mantenimiento de Mose, estimado en 63 millones de euros al año, además de los 200 mil dólares en costos de energía y mano de obra cada vez que se levantan los muros.
Por ahora, Venecia ha ganado su supervivencia ante el aumento del nivel del mar. En la mañana del tercer nivel de marea más alto jamás registrado, un alivio palpable se extendió por la ciudad.
Es una sensación maravillosa”, dijo Lucía Montan, que llevaba una bolsa adornada con un gráfico de los muros marinos amarillos. “Finalmente, estamos a salvo”.
En el centro de pronóstico, los colegas de Papa respondían una línea directa y escuchaban a venecianos discapacitados y de la tercera edad preguntar si el agua inundaría sus hogares.
El Mose está levantado”, respondió un trabajador. “No hay problema”.
JASON HOROWITZ Y EMMA BUBOLA
THE NEW YORK TIMES

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