MYSTIC, Connecticut — Leopold y Rudolf Blaschka, padre e hijo en Dresde, Alemania, hallaron éxito en el siglo 19 produciendo modelos en vidrio soplado a mano de invertebrados marinos y vendiéndolos a universidades y museos de todo el mundo.
Muchos de esos mismos invertebrados de la vida real también viajaban por el mundo —y aún lo hacen, transportados por el tráfico marítimo, aferrándose a los cascos de los barcos. Algunas de esas criaturas nativas europeas ahora prosperan en el Puerto de Stonington en el estuario del río Mystic, frente a la costa de Connecticut.
Esas especies son la inspiración detrás de “Spineless: A Glass Menagerie of Blaschka Marine Invertebrates”, que se exhibirá hasta septiembre en el cercano Mystic Seaport Museum. En el raro préstamo de más de 40 delicados modelos de Blaschka, en su mayoría del Museo de Zoología Comparativa de la Universidad de Harvard, figuran varios cuyas molestas contrapartes cubren los muelles y pilotes cercanos.
La exhibición contextualiza los modelos Blaschka, desde diarios de marineros del siglo 19 y frascos de especímenes preservados hasta ilustraciones zoológicas.
“Es una manera de hablar auténticamente sobre la salud de los mares dentro de nuestra misión y dentro de nuestro sitio”, dijo Christina Brophy, vicepresidenta senior de asuntos curatoriales del Mystic Seaport Museum. El museo marítimo más grande de Estados Unidos, es más conocido por barcos balleneros que por la investigación ecológica. Pero uno de los curadores de la muestra, James T. Carlton, director emérito del Programa de Estudios Costeros y Oceánicos Williams-Mystic del Williams College, ha estado raspando cascos de barcos desde 1982 y catalogando sus hallazgos para registrar la cambiante biodiversidad del área.
Los modelos de cristal de los Blaschka son frágiles y rara vez viajan. Pero el museo pudo conseguir una amplia variedad, incluyendo anémonas de mar, pulpos, calamares y ascidias.
“Estábamos buscando especies que tuvieran tanto una historia local como una historia global, especies que tienen siglos de propagarse por todo el mundo vía barcos”, dijo Carlton, quien colaboró con la curadora de colecciones del museo, Krystal Rose.
En una era anterior al buceo, las cámaras submarinas o los libros de texto producidos en masa, las criaturas marinas de los Blaschka eran el estándar de oro de los modelos de enseñanza de la zoología marina. Los invertebrados no se pueden disecar y los especímenes recolectados pierden su color y forma cuando se conservan en frascos.
Leopold y Rudolf ofrecieron alrededor de 700 especies de invertebrados marinos, que vendieron a través de catálogos. Creados con vidrio soplado a llama abierta y luego minuciosamente pintados a mano, los modelos fueron diseñados para verse más realistas que hermosos. Pero son obras de arte, con sus múltiples capas de vidrio y finos adornos, flecos, ventosas y tentáculos. (Rara vez aparecen en el mercado, pero una carabela portuguesa, o agua mala, se vendió en unos 13 mil dólares y una medusa en alrededor de 20 mil dólares en una subasta de Christie’s en Londres en el 2019).
“Los Blaschka fueron muy, muy específicos acerca de sus partes”, dijo Elizabeth Brill, quien trabaja el vidrio, es técnica de campo en biología marina y restauró la colección de 434 modelos de los Blaschka de Harvard. “Sabían precisamente cuánto debía medir cada tentáculo, de una especie de medusa a otra”.
¿Cómo pudieron los artistas de Dresde, sin salida al mar, replicar especies marinas con tanta precisión?
Leopold divisó medusas vivas, años antes de crearlas, mientras navegaba a EU en la década de 1850. A fines de la década de 1870, los Blaschka habían adquirido un acuario de agua de mar y encargaban animales vivos que llegaban envueltos en algas desde estaciones marinas de toda Europa. Las ilustraciones zoológicas también fueron claves.
La exposición Blaschka incluye varios modelos de ascidias invasoras.
“Por lo general no nos gusta ver a invasores”, dijo Carlton mientras veía un video de ascidias en el cercano Puerto de Stonington. “Podrían reemplazar o desplazar a una especie nativa. Y podría tener un efecto dominó”.
Las ascidias más visibles, las bombillas, llamadas así por sus formas tubulares blancas translúcidas que parecen brillar, son nativas de Europa, pero fueron descubiertas frente a la costa de Connecticut en la década del 2000. La versión de los Blaschka muestra tres tubos de vidrio incoloro que brotan de una base, cada uno lleno de pequeñas bobinas de vidrio que recuerdan a focos fluorescentes.
MEREDITH MENDELSOHN. THE NEW YORK TIMES
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