A las 10:00 horas de un sábado el mes pasado, una fila de casi 50 personas —en su mayoría mujeres— se extendía a lo largo de una concurrida cuadra de Brooklyn. Sus ojos estaban puestos en un escaparate pintado de rosa y adornado con globos rosas.
Momentos después, las hermanas Bea Koch, de 33 años, y Leah Koch, de 31, salieron con un anuncio: “¡Estamos abiertos!”.
La multitud vitoreó y aplaudió. Se tomaron fotos. Una hora más tarde, la tienda estaba llena. Y en la acera, la fila seguía creciendo.
No se trataba de un croissant de moda ni una nueva consola de videojuegos lo que generaba tanto entusiasmo. Era una librería: The Ripped Bodice, una tienda dedicada casi por completo a novelas románticas, o rosas. Muchos fans habían planeado su fin de semana en torno a la inauguración. Algunas viajaron una distancia significativa para estar allí.
La tienda abrió justo cuando la gira de Beyoncé, los conciertos de Taylor Swift y la película “Barbie” demostraron dramáticamente el poder económico de las mujeres. Es la segunda ubicación de The Ripped Bodice; la primera abrió en Culver City, California, en el 2016 después de un esfuerzo de financiamiento colectivo en el que las hermanas Koch recibieron 90 mil dólares en donativos. Le adjudican el crédito a las lectoras por haber hecho posible la expansión.
“La comunidad de las novelas románticas es una fuerza que inspira respeto”, dijo Bea Koch.
Los datos lo demuestran sin lugar a dudas: de acuerdo con Publishers Weekly, el año pasado se produjo un aumento del 52.4 por ciento en las ventas de libros rosas, en un momento en que otras categorías de ficción aumentaron sólo modestamente y la no ficción para adultos cayó 10.3 por ciento.
Y, sin embargo, durante décadas, el romance ha sido considerado basura o peor. Quizás afectado por recuerdos de Fabio —quien apareció en las portadas de cientos de novelas románticas— o por las actitudes de las generaciones anteriores hacia el sexo, el género a veces es difícil de encontrar.
Razón por la cual Molly Murray, de 28 años, sintió la necesidad de viajar 145 kilómetros para la inauguración.
“Incluso cuando voy a mi Barnes & Noble local, la sección romántica es una esquina, medio escondida con el manga en las bolsas de plástico”, dijo. “Hay como que ese dejo de, ‘Ay se siente medio vergonzoso comprarlo’, cuando en realidad no lo es”.
Hay muchos subgéneros bajo el paraguas del romance: histórico, contemporáneo, juvenil y mucho, mucho más.
Holly Lauren Riley, abogada defensora penal, ama especialmente los romances de vaqueros.
“Crecí en Brooklyn y hay algo en ser totalmente transportada”, dijo. “Hay algo en esas llanuras, en un hombre montado a caballo y una mujer enamorándose de él —eso me encanta”.
DODAI STEWART. THE NEW YORK TIMES
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