El edificio comenzó a convulsionarse a las 4:17 horas. Firat Yayla estaba despierto en la cama, mirando videos en su teléfono. Su madre dormía en la siguiente recámara. La región a lo largo de la frontera de Turquía con Siria era conocida por terremotos, pero este complejo era nuevo, construido para resistir desastres. Se llamaba Guclu Bahce, o Jardín Potente. El propio primo de Yayla había ayudado a construirlo. Él y su socio de negocios se habían jactado de que el complejo podía resistir incluso el sismo más poderoso.
Así que mientras la tierra tembló durante más de un minuto, Yayla, de 21 años, y Sohret Guclu, su madre de 62 años, una maestra jubilada, permanecieron adentro. Sin embargo, en ese momento, el primo de Yayla, el desarrollador, estaba saltando para ponerse a salvo desde un balcón del segundo piso.
Lo que Yayla y su madre no sabían era que el sistema para garantizar que los edificios se construyeran de manera segura cumpliendo con los reglamentos había sido contaminado por el dinero y la política.
Una investigación de The New York Times encontró que un desarrollador obtuvo la aprobación del proyecto después de donar más de 200 mil dólares a un club de futbol local, donde el Alcalde es presidente honorario. Luego, cuando los residentes dieron la alarma de que los planos no coincidían con lo que se había construido, no recibieron respuesta del Gobierno local. El inspector de obra dijo que, incluso después de que el proyecto no pasó la inspección, los desarrolladores utilizaron la influencia política para abrirlo.
El complejo de departamentos, en la ciudad sureña de Antioquía, fue una representación concreta de un sistema de padrinazgo que ha florecido bajo la presidencia de Recep Tayyip Erdogan al tiempo que impulsó un auge de construcción en Turquía durante 20 años. Sin dejarse intimidar por las advertencias de que el rápido desarrollo carecía de suficiente supervisión ingenieril, los funcionarios de la capital, Ankara, otorgaron a los políticos locales más poder para emitir licencias de construcción sin un escrutinio independiente.
Ese frenesí de construcción convirtió a los terratenientes de clase media como los Guclu, en cuyo honor se bautizó el complejo Guclu Bahce, en desarrolladores y propietarios. Erdogan, quien enfrenta un desafío de reelección el domingo, utilizó la construcción como un vehículo para el crecimiento económico y un símbolo del progreso de Turquía. Los políticos locales se beneficiaron de los empleos, la vivienda y los pagos extraoficiales que surgieron de todo ello.
El terremoto del 6 de febrero reveló los cimientos inestables sobre los que se construyó tanto crecimiento. Más de 50 mil personas murieron, incluyendo unas 65 en Guclu Bahce, el complejo presuntamente a prueba de terremotos.
“Muchos murieron porque les dijeron que el lugar más seguro era adentro y que no debían intentar irse durante un sismo”, dijo Fatma Oguz, cuya hermana murió en el derrumbe.
Para la familia Guclu, varios de los cuales vivían en el edificio, el derrumbe creó una fisura fatal. Los sobrevivientes se han vuelto unos contra otros en medio de una demanda, una investigación criminal y una búsqueda de respuestas: ¿Alguien tuvo la culpa? ¿Quién puede rendir cuentas en un sistema en el que no se puede confiar en los planos y nadie está de acuerdo sobre si el edificio pasó la inspección?
Los de la familia dicen que la tierra, cubierta de higueras, había sido suya durante tres generaciones. Para el 2015, estaban apareciendo edificios todo a su alrededor, testimonio de una economía turca que había estado creciendo alrededor de un 7 por ciento al año. Mehmet Guclu, un joven desarrollador con título de ingeniero civil, se acercó a sus familiares con un plan. Miren alrededor, dijo. Alguien va a desarrollar esta parcela. Mejor mantenerla en la familia, ser renteros y ganar dinero.
“Nos convenció de que construiría el proyecto más magnífico con el nombre de nuestra familia”, dijo Yusuf Guclu, un primo que vivía en el complejo.
Mehmet Guclu, entonces de unos 30 años, ya había construido algunos de los edificios más altos de Antioquía. El complejo iba a ser una pieza central de la comunidad —cinco torres, con todo y departamentos de lujo, tiendas minoristas, una alberca y un gimnasio.
En esta parte del sur de Turquía, los contratistas saben que un donativo al club de futbol local puede hacer avanzar un proyecto, dijo Hikmet Cincin, ex director del club de futbol. Lutfu Savas, Alcalde de Antioquía en ese entonces, se desempeña como presidente honorario del club.
Después de conversaciones con el Alcalde, Mehmet Guclu dio al club más de medio millón de liras, más de 200 mil dólares en ese entonces, de acuerdo con una persona involucrada en el proceso de construcción que habló bajo condición de anonimato debido a una investigación en curso. Savas negó haber obtenido ganancias y dijo que el donativo no estaba vinculado al proyecto.
Se autodenominó un político honesto en un sistema corrupto. Dijo que los desarrolladores comúnmente hacían pagos para eludir las aprobaciones burocráticas.
Los cimientos del proyecto se colocaron en el verano del 2017. Pero la tierra en esa parte de Turquía no es ideal para construir, particularmente en una zona de terremotos, dijo Serkan Koc, miembro de la Unión de Cámaras de Ingenieros y Arquitectos de Turquía. “Estas áreas no deberían haberse convertido en zonas de construcción”, dijo.
Poco después de vaciar los cimientos, el dinero de Guclu se acabó. Recurrió a un desarrollador, Servet Altas, que se convirtió en la cara pública del proyecto.
Pocos han argumentado que los desarrolladores a sabiendas pusieron a personas en edificios mortales. Después de todo, la propia familia de Guclu vivía allí, al igual que el hijo de Altas. Pero los edificios no pasaron la inspección final, según testimonio ofrecido al tribunal. Ismail Ozturk, un inspector, dijo que los contratistas habían aprovechado “relaciones cercanas” en el Gobierno de la Ciudad para pasar por alto la inspección fallida. Su firma aparece en un documento de certificación, pero a través de su abogado dijo que había sido falsificada.
La apertura del Guclu Bahce fue postergada. Existían discrepancias entre los planos y lo que se construyó, dijo Ozturk en su testimonio. Algunos ex residentes enviaron una carta a la Ciudad expresando su preocupación. Uno dijo que la disputa se centraba en el edificio de Yayla —el primero en derrumbarse. El residente, que habló bajo condición de anonimato para evitar ser arrastrado a una disputa legal, dijo que el edificio tenía un piso adicional que no aparecía en los planos. Los residentes dijeron que la Ciudad prometió investigar, pero nunca recibieron respuesta.
La Ciudad finalmente otorgó los permisos de ocupación y los residentes se mudaron a sus departamentos en el 2021.
Acostado en el piso mientras su habitación temblaba esa noche, Yayla pensó en las garantías de su primo respecto al edificio. Luego escuchó cómo la pared a su lado se derrumbaba. Mientras el terremoto de magnitud 7.8 continuaba durante unos 90 segundos, el edificio cayó de lado. Yayla estaba seguro de que iba a morir.
Lo siguiente que registró fue el sonido de las alarmas de los autos. Su pie estaba atrapado en una grieta y no podía moverse. Llamó en la oscuridad. “¡Mamá!”, gritó. “¿Estás bien?”. Ella contestó, “¡Firat! ¡Firat! ¡Firat!”. Pero sus gritos se debilitaron y luego hubo silencio.
Un residente ayudó a liberar a Yayla de los escombros. Sobrevivió sin heridas graves. Sohret Guclu murió.
Varios de la familia Guclu han demandado a los contratistas y a la empresa de inspección. Entre los que acusan de delito se encuentra Mehmet Guclu, el primo en el que tantas esperanzas habían depositado.
Yusuf Guclu, hermano de Sohret, dijo que los de la familia estaban enojados con un sistema de intercambio de favores que había encubierto problemas potenciales. Ese sistema había funcionado a favor de su familia. Los Guclu habían vivido el sueño turco, convirtiendo su tierra en un generador de dinero gracias a los os.
Ahora, la hermana de Yusuf estaba muerta y su familia estaba aceptando ropa donada. “Lo hemos perdido todo”, dijo.
Altas fue encarcelado en espera de una investigación. Ozturk, el inspector, también ha sido arrestado, pero no acusado.
Mehmet Guclu había dicho a The Times que consideraría hablar en público. Pero con una orden de arresto en su contra, dejó de devolver mensajes.
CEYLAN
YEGINSU, REBECCA R. RUIZ Y NIMET KIRAC
THE NEW YORK TIMES
BBC-NEWS-SRC: https://www.nytimes.com/2023/05/04/world/europe/turkey-earthquake-corruption.html, IMPORTING DATE: 2023-05-12 15:00:08