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La indignación une a acérrimos rivales en Irlanda del Norte

"Discutimos sobre todo y todo está dividido por las líneas políticas del conflicto".

NYT: Una recreación de la fachada del Bar McGurk's en Belfast, Irlanda del Norte, donde una bomba cobró 15 vidas en 1971.

NYT: Una recreación de la fachada del Bar McGurk's en Belfast, Irlanda del Norte, donde una bomba cobró 15 vidas en 1971. Foto: Rob Stothard para The New York Times

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BELFAST, Irlanda del Norte — Robert McClenaghan tenía 13 años y estaba acostado en una cama en el oeste de Belfast cuando escuchó la bomba que mató a su abuelo. Era el 4 de diciembre de 1971 y una bomba de 23 kilos había detonado a unos 5 kilómetros de distancia, en el Bar McGurk’s, matando a 15 personas, todas católicas.
Los McClenaghan no se enteraron de que un miembro de la familia estaba entre los muertos hasta el día siguiente, cuando el padre y el tío de Robert fueron a la morgue para identificar un cuerpo. Resultó ser poco más que trapos chamuscados y trozos de hueso y carne.
“Se cayó una llave de la camilla, y mi padre condujo hasta la casa de mi abuela y la metió en el ojo de la cerradura. Cuando abrió la puerta, supimos que mi abuelo se había ido”, recordó McClenaghan.
La masacre del Bar McGurk’s fue el suceso más letal ocurrido en Belfast en la historia de los Problemas, un periodo de 30 años de violencia sectaria en Irlanda del Norte que enfrentó a católicos y protestantes. El episodio llevó a Robert a un camino radicalizado que con el tiempo condujo a 12 años en prisión por colocar sus propias bombas, como miembro del Ejército Republicano Irlandés (IRA), el cuerpo paramilitar católico.
Gran parte de su ira cuando era niño surgió de la insistencia del Gobierno británico en que la bomba en McGurk’s había sido construida por el IRA y detonó por accidente. Ninguno de los familiares de las víctimas creyó eso y, en 1978, un miembro de un grupo paramilitar protestante fue condenado a cadena perpetua por los asesinatos.
Al menos otras tres personas participaron en la masacre del Bar McGurk’s, de acuerdo con declaraciones de testigos dadas a las autoridades. Ahora es probable que nunca sean llevados a la justicia.
El mes pasado, la Cámara de los Comunes de Londres aprobó el Proyecto de Ley de los Problemas de Irlanda del Norte (Legado y Reconciliación). Cerrará el sistema legal para los casos relacionados con los Problemas que no hayan sido resueltos antes del 1 de mayo, poniendo fin a todas las investigaciones, acciones civiles y revisiones de casos sin resolver. Todos los asuntos serán redirigidos a una entidad aún por crearse llamada Comisión Independiente para la Reconciliación y Recuperación de Información.
Todos los partidos de Irlanda del Norte han denunciado el plan. Argumentan que las conclusiones de una comisión nunca tendrán el peso y el impacto histórico de un veredicto judicial. Y muchos sienten que es una desfachatez que la ley proporcione inmunidad condicional a los perpetradores que den un paso al frente y ofrezcan pruebas autoincriminatorias, independientemente de qué tan terribles hayan sido sus crímenes. Como lo expresan los grupos de derechos de las víctimas, la ley significa que las personas saldrán impunes de asesinato —de ambos lados del conflicto.
Hay mil 800 muertes sin resolver relacionadas con los Problemas en Irlanda del Norte, dijo Cheryl Lawther, de la Facultad de Derecho de la Universidad Queen’s, en Belfast, incluyendo mil 400 investigaciones policiales pendientes. “Es irónico”, dijo. “En Irlanda del Norte discutimos sobre todo y todo está dividido por las líneas políticas del conflicto. Salvo el Proyecto de Ley de Legado y Reconciliación. Es lo único que finalmente ha unido a todos, porque todos lo odian”.
La verdad es todo lo que McClenaghan quiere ahora, aunque duda de que la nueva comisión llegue a determinarla. Un domingo lluvioso de agosto, él y unos cientos de personas más se encontraban en una calle tranquila del oeste de Belfast.
Una multitud se había reunido para conmemorar la masacre de Ballymurphy. Sucedió tres meses antes de los asesinatos en McGurk’s y dejó a 10 hombres y mujeres desarmados muertos después de un tiroteo de 36 horas por parte del ejército británico, que intentaba sofocar un disturbio. Durante años, el Gobierno británico mantuvo que los muertos eran combatientes y que algunos pertenecían al IRA. Luego, en el 2021, un juez del Tribunal Superior de Irlanda del Norte dictaminó que todas las víctimas eran inocentes.
Mucha gente en Irlanda del Norte considera la exoneración como una prueba de que el sistema británico es capaz de impartir justicia. Pero hay pocas posibilidades de que el caso del Bar McGurk’s tenga un final similar. En 2018, el fiscal general de Irlanda del Norte negó una solicitud para reabrir el asunto, alegando la falta de nuevas pruebas. El caso está destinado a la nueva comisión, lo que enfurece a McClenaghan.
“Lo llamamos el Proyecto de Ley de la Vergüenza”, dijo. “Porque no tiene nada que ver con la reconciliación”.
Por: DAVID SEGAL

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