Imagine el núcleo interno de la Tierra —el centro denso de nuestro planeta— como una bailarina de metal pesado. Esta danzante rica en hierro es capaz de hacer piruetas a velocidades cambiantes.
Ese núcleo podría estar a punto de dar un gran cambio. Los sismólogos informaron recientemente que después de pausas breves, pero peculiares, el núcleo interno cambia la forma en que gira —en relación con el movimiento de la superficie de la Tierra— quizás una vez cada dos o tres décadas. Y, en este momento, uno de esos cambios podría estar en proceso.
Pero no hay nada de qué preocuparse: nada apocalíptico resultará de este ciclo de giro planetario, que puede haber estado ocurriendo durante eones.
El núcleo interno es como “un planeta dentro de un planeta, así que cómo se mueve es obviamente muy importante”, dijo Xiaodong Song, sismólogo de la Universidad de Pekín, en Beijing, y uno de los autores del estudio.
En 1936, la sismóloga danesa Inge Lehmann descubrió que el núcleo externo líquido de la Tierra envuelve una canica de metal sólido.
Los científicos sospechan que esta bola principalmente de hierro y níquel tiene 2 mil 446 kilómetros de largo y es tan caliente como la superficie del Sol.
Pero si el núcleo fuera inerte, los viajes casi idénticos de ondas de inmersión en el núcleo provenientes de terremotos y explosiones nucleares nunca cambiarían —sin embargo, con el tiempo, lo hacen.
Una explicación: el núcleo interno está girando, desviando estas ondas. A mediados de la década de 1990, Song sugirió que el núcleo podría estar girando a una velocidad diferente a la de la superficie de la Tierra. Desde entonces, los sismólogos han encontrado evidencia que deja entrever que el giro del núcleo puede incrementar y reducir de velocidad.
¿Que esta sucediendo? Una idea es que dos fuerzas titánicas están en batalla. El campo magnético de la Tierra, generado por corrientes de hierro arremolinadas en el núcleo externo líquido, está tirando del núcleo interno, haciendo que gire. Ese impulso es contrarrestado por el manto, la capa debajo de la corteza terrestre, cuyo inmenso campo gravitacional atrapa el núcleo interno y frena su giro.
Al estudiar las ondas sísmicas de inmersión en el núcleo registradas desde la década de 1960 hasta la actualidad, Song y Yi Yang, otro sismólogo de la Universidad de Pekín y coautor del estudio, postulan que este enorme estire y afloje hace que el núcleo interno gire hacia atrás y hacia adelante en un ciclo de aproximadamente 70 años.
De existir, este ritmo de 70 años podría tener un efecto tangible en partes de las vísceras más profundas de la Tierra. Pero es posible que sólo sea capaz de provocar una turbulencia comparativamente menor más cerca de la superficie —tal vez al causar cambios sutiles en el campo magnético del planeta.
Debido a su inaccesibilidad, este reino abisal quizás eluda eternamente la explicación.
Por: ROBIN
GEORGE ANDREWS
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