Lleno de regocijo tras ganar su cuarta elección consecutiva el año pasado con promesas de proteger los valores cristianos y mantener alejados a los inmigrantes, el Primer Ministro Viktor Orban de Hungría agradeció a los conservadores en Polonia, así como a otros “amigos” en el extranjero por su apoyo.
Europa estaba girando en su dirección, dijo exultante. Hungría “no es el pasado”, sino “nuestro futuro europeo común”, afirmó.
Pero las esperanzas de Orban de liderar un movimiento paneuropeo, profundamente antiliberal, se están desvaneciendo, desinfladas por el pobre desempeño en las urnas de algunos de sus iradores más fervientes en Europa y las profundas divisiones respecto a Ucrania.
El partido gobernante Ley y Justicia de Polonia —socio desde hace mucho tiempo del partido Fidesz de Orban en sus batallas con la Unión Europea por los derechos de las minorías y los inmigrantes— perdió elecciones generales el mes pasado. Esto siguió a una serie de reveses electorales para los aliados políticos de Orban en toda Europa durante los últimos dos años, en España el verano pasado, y derrotas en Eslovenia y la República Checa.
Una coalición de extrema derecha ganó las elecciones en Italia el año pasado y Giorgia Meloni, que comparte las opiniones de Orban sobre cuestiones culturales, se convirtió en Primera Ministra. Pero desde entonces se ha alejado de Hungría por su respuesta favorable al Kremlin a la invasión rusa de Ucrania.
El mes pasado, Orban estuvo en China para reunirse con el presidente Vladimir V. Putin. Le dijo al líder ruso que Hungría “nunca quería confrontar a Rusia” y “siempre ha estado ansiosa por ampliar los os”.
Esa postura no sólo enfureció a los líderes europeos centristas y liberales, sino que dejó a Hungría reñida con muchos conservadores, incluyendo la extrema derecha en Italia y Polonia, miembro fundador de lo que una reunión de líderes nacionalistas en Budapest, la capital húngara, en 2021, declaró un “renacimiento conservador europeo”.
“El movimiento paneuropeo ha sido arrojado al foso por la guerra en Ucrania”, dijo Zsombor Zeold, ex diplomático húngaro. Incluso antes de la reciente derrota electoral del partido gobernante polaco, Polonia ya había comenzado a mantener a Orban a distancia.
“Su política hacia Rusia era simplemente demasiado tóxica”, dijo Slawomir Debski, director del Instituto Polaco de Asuntos Internacionales, financiado por el Estado.
Además de la aflicción causada por su acercamiento a Rusia, Orban ha enfurecido a otros de la Unión Europea y la OTAN al demorarse en dar la aprobación de Hungría para que Suecia se una a la alianza militar. De los 30 de la OTAN, sólo Hungría y Turquía han resistido.
Recep Tayyip Erdogan, el Presidente de Turquía, presentó el mes pasado un proyecto de ley a la legislatura turca respaldando la membresía de Suecia en la OTAN, avanzando lo que se espera sea su aprobación. Al mismo tiempo, el Parlamento de Hungría, controlado por el partido Fidesz de Orban, rechazó los llamados de la Oposición a una votación rápida.
“Orban cree que es un visionario que ve correctamente la política europea, mientras que todos los demás están equivocados. Intenta retratarse como el futuro líder de Europa. Pero la mayoría de sus expectativas han resultado erróneas”, dijo Peter Kreko, director de Political Capital, un grupo de investigación de Budapest de tendencia liberal.
Por: Andrew Higgins
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