BEIJING — Durante décadas, China se ha movido metódicamente para dominar cada vez más industrias, desde juguetes y prendas de vestir en la década de 1980, hasta semiconductores y energías renovables hoy. China ahora produce un tercio de los bienes manufacturados del mundo, más que Estados Unidos, Alemania, Japón, Corea del Sur y Gran Bretaña juntos. Su superávit comercial en estos bienes equivale a una décima parte de toda la economía china.
Y esas exportaciones siguen aumentando, generando alarma entre sus socios comerciales sobre el “exceso de capacidad” manufacturera de China. Los líderes de Estados Unidos y Europa han comenzado a hacer un llamado a China para que reduzca sus exportaciones y aumente sus importaciones. En mayo, el Presidente Joseph R. Biden Jr. elevó drásticamente los aranceles estadounidenses sobre las importaciones procedentes de China de autos eléctricos, es solares y otros productos manufacturados de alta tecnología.
Hace casi una década, China lanzó Hecho en China 2025. El plan era que China reemplazara importaciones clave en 10 industrias manufactureras avanzadas fabricando sus propios productos. El sistema bancario controlado por el Estado dirigió préstamos a esos sectores clave.
Diez años después, la economía interna de China está resintiendo una caída del mercado inmobiliario. Los líderes de Beijing han ordenado un aumento a los préstamos para muchos de los mismos sectores manufactureros para compensar el menor gasto de los consumidores y están aumentando las exportaciones.
Los reguladores en China restringen las opciones de inversión de los hogares chinos, que no tienen otra opción que depositar enormes sumas de dinero en los bancos a bajas tasas de interés. Luego, los bancos prestan el dinero a las empresas a tasas bajas. De acuerdo con el banco central de China, los préstamos netos para la industria alcanzaron 670 mil millones de dólares el año pasado, contra 83 mil millones de dólares en el 2019.
Beijing da instrucciones a los gobiernos locales para que ayuden a las industrias elegidas. La ayuda toma la forma de terrenos baratos para fábricas, nuevas carreteras para camiones de carga y líneas de trenes bala.
China mantiene bajos los salarios en las fábricas y ha sido acusada de utilizar trabajo forzado. Estados Unidos y otros países también acusan a China de haber eludido acuerdos comerciales internacionales y de haber participado en robo de propiedad intelectual.
Hace apenas cuatro años, China tenía débiles exportaciones de autos, enviando un millón de vehículos de bajo precio al año principalmente a mercados menos prósperos en Medio Oriente y otros lugares. Desde entonces, China ha superado a Japón y Alemania por un amplio margen para convertirse en el mayor exportador de autos del mundo. Los envíos alcanzan un ritmo anual de casi 6 millones de vehículos.
Tres cuartas partes de estas exportaciones, particularmente aquellas a Rusia y a los países en desarrollo, son autos a gasolina, deseados por menos compradores en China. Los autos eléctricos a batería son más baratos de comprar en China y la electricidad es más barata que la gasolina.
Las armadoras están lanzando 71 modelos de autos eléctricos en China este año, muchos a menores precios que autos equipados de manera similar en Occidente.
Las empresas chinas ahora producen la mayoría de las baterías de autos eléctricos del mundo. Los avances tecnológicos han permitido que los coches puedan alcanzar una mayor autonomía.
China tiene mucho tiempo de hacer de los es solares una prioridad para limitar su dependencia de las importaciones de petróleo y otros combustibles fósiles. Una expansión por un factor de 10 en la capacidad de fabricación de es solares de China entre 2008 y 2012 provocó que el precio mundial de los es solares cayera alrededor de un 75 por ciento. Muchas fábricas estadounidenses y europeas cerraron.
Empresas chinas fabrican casi todos los es solares del mundo. Las exportaciones de celdas solares del País se han más que duplicado en los últimos cuatro años, a 44 mil millones de dólares el año pasado.
China sostiene que sus crecientes superávits comerciales son el resultado legítimo de la competitividad de las empresas chinas.
Jorge Toledo Albiñana, Embajador de la Unión Europea en China, discrepó. “En Europa hay una presión cada vez mayor para reaccionar a lo que ampliamente se considera una creciente falta de igualdad de condiciones para nuestras empresas e inversionistas”.