Las primeras cerdas llegaron a fines de septiembre al enorme rascacielos de 26 pisos que dominaba una aldea rural en el centro de China. Las hembras eran llevadas rápidamente, docenas a la vez, en elevadores industriales a los pisos superiores donde vivirían desde la inseminación hasta la madurez.
Esta es la cría de cerdos en China, donde las tierras agrícolas son escasas, la producción alimentaria está rezagada y la oferta de carne de puerco es un imperativo estratégico.
Dentro del edificio, los cerdos son monitoreados con cámaras de alta definición por técnicos uniformados en un centro de comando. Cada piso opera como una granja independiente para las distintas etapas en la vida de un cerdo joven: un área para cerdas embarazadas, un cuarto para parir, sitios para amamantar y espacios para engordar a los animales.
El pienso es trasladado por una banda transportadora al piso superior, donde es recolectado en tanques gigantes que llevan más de 450 mil kilos de alimento al día a los pisos inferiores a través de comederos de alta tecnología que automáticamente dispensan la comida a los cerdos según la etapa de su vida, su peso y su salud.
El edificio, en las afueras de Ezhou, una ciudad junto al Río Yangtze, es aclamado como la granja porcina independiente más grande del mundo, con una segunda torre idéntica a ser inaugurada pronto.
La primera granja empezó a operar en octubre, y una vez que ambos edificios alcancen su máxima capacidad este año, se anticipa que críe 1.2 millones de cerdos al año.
Ningún país come más puerco que China, que consume la mitad de la carne de puerco del mundo. Pero los precios del puerco son más altos que en otras naciones importantes donde la porcicultura se volvió industrial desde hace mucho tiempo.
En los últimos años, docenas de enormes granjas porcinas industrializadas han surgido por toda China como parte de la campaña de Beijing para cerrar esa brecha.
Construida por Hubei Zhongxin Kaiwei Modern Animal Husbandry, un productor cementero convertido en porcicultor, la granja de Ezhou se alza como un monumento a la ambición de China de modernizar la producción de carne de puerco.
China está rezagada de la mayoría del mundo desarrollado cuando se trata de producción alimentaria eficiente.
Es el mayor importador de productos agrícolas, y sus limitantes se volvieron más pronunciadas en los últimos años cuando disputas comerciales con EU, disrupciones en la oferta relacionadas con la pandemia y la guerra en Ucrania subrayaron el posible riesgo a la seguridad alimentaria del País.
El Consejo Estatal, el Gabinete chino, emitió un decreto en el 2019 estipulando que todos los departamentos gubernamentales necesitaban apoyar a la industria porcina, incluyendo asistencia financiera para más granjas porcinas a gran escala.
El mismo año, Beijing también anunció que aprobaría la porcicultura de múltiples pisos, permitiendo que las granjas criaran más cerdos en parcelas relativamente más pequeñas.
El cambio a las megagranjas se aceleró en el 2018, cuando la fiebre porcina africana arrasó con la industria porcina de China y, según algunos cálculos, acabó con el 40 por ciento de su población de cerdos.
Sin embargo, Brett Stuart, el fundador de Global AgriTrends, una firma de investigación de mercado, dijo que criar tantos cerdos en unas mismas instalaciones aumentaría el riesgo de enfermedad.
Cuando los precios del puerco se triplicaron en un año, junto con el apoyo de Beijing a las granjas porcinas a gran escala, las recompensas parecieron pesar más que el riesgo.
Eso resultó en un auge en la construcción, y un mercado restringido por la oferta quedó saturado de cerdos disponibles.
Los precios del puerco han bajado alrededor del 60 por ciento respecto a los niveles máximos del 2019.
Hace tres años, al tiempo que los sectores inmobiliario y de infraestructura empezaban a decaer, Hubei Zhongxin Kaiwei decidió usar un terreno junto a su fábrica de cemento y aplicar su expertise en la construcción para incursionar en un negocio con mejores perspectivas de crecimiento.
Invirtió 600 millones de dólares para construir las granjas porcinas de muchos pisos con 900 millones de dólares adicionales destinados a una planta procesadora de carne cerca de ahí.
Su experiencia en el cemento es útil en la porcicultura, afirmó la compañía. Echando mano de sus empleados existentes, construyó un rascacielos con concreto reforzado.
Utiliza el excedente de calor de la fábrica de cemento para brindar baños calientes y agua de beber tibia a los cerdos. Esto ayudará a los cerdos a crecer más rápido con menos pienso, de acuerdo con la compañía.
Por: DAISUKE WAKABAYASHI
y CLAIRE FU
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