LONDRES — En un muelle recién construido a lo largo del Río Elba, en Alemania, camiones cisterna de Estados Unidos descargan gas natural licuado para alimentar fábricas y hogares.
En el centro de España, un bosque de turbinas eólicas erigidas en lo alto de montañas ayuda a alimentar la red de energía. En los edificios del Gobierno francés, se han bajado los termostatos en invierno para ahorrar electricidad.
En los tres años transcurridos desde que la invasión rusa de Ucrania desató una crisis energética en toda Europa, el continente ha transformado la forma en que genera y almacena energía. El gas natural ruso, que durante mucho tiempo fue el sustento energético de Europa, ha sido reemplazado por otras fuentes, en particular el gas natural licuado de EU. La generación de energía eólica y solar ha aumentado alrededor del 50 por ciento desde el 2021. Se planean nuevas centrales nucleares en toda Europa.
Pero la seguridad energética de Europa sigue siendo frágil. La región produce mucho menos gas natural del que consume y aún depende en gran medida de otros países, particularmente Estados Unidos, para ayudar a mantener encendidas las luces.
El gas natural, que impulsa el precio de la electricidad, es aproximadamente cuatro veces más caro que en Estados Unidos. Los altos costos de la energía han presionado a los hogares y obligado el cierre de fábricas, debilitando la economía europea.
Noruega es hoy el mayor proveedor de gas, principalmente vía una red de gasoductos. Pero Rusia se ha convertido en un gran proveedor de gas natural licuado, sólo superado por Estados Unidos en el 2024.
Y Europa ha mejorado en cuestión de dirigir la energía hacia donde se necesita, creando “una tremenda flexibilidad que Europa no tenía en vísperas de la guerra”, dijo Anatol Feygin, funcionario de Cheniere Energy, una gran empresa estadounidense exportadora de GNL.
Antes de la invasión rusa, alrededor de un tercio de la generación de energía en Europa procedía de energías renovables. En el 2024, los parques eólicos y solares por primera vez generaron más energía eléctrica que los combustibles fósiles, reportó S&P Global Commodity Insights.
Las fuentes renovables como la eólica y la solar han logrado grandes avances, pero aún se necesita mucha inversión para llenar los vacíos en los periodos de poco viento y sol.
La mayor alternativa al gas originario de Rusia ha sido sin duda el gas natural licuado, pero es una opción relativamente cara. Dado que el gas es vital para la industria, la calefacción y la generación de energía, reemplazar el suministro ruso ha sido difícil.
La mayor fuente de gas natural licuado ha sido EU. Europa ha visto un auge en la instalación de terminales para recibir GNL, particularmente en Alemania, que no tenía ninguna antes de la crisis energética.
Aunque se han desplomado las importaciones de gas ruso vía los gasoductos europeos, Europa ha ampliado sus compras de GNL de Rusia, que llega vía puerto. No ha habido tiempo suficiente para desarrollar nuevos recursos como GNL para compensar la pérdida de gas ruso.
Los costos exorbitantes del gas contribuyeron al aumento en la inflación y llevaron a fábricas que empleaban a miles de personas en Europa a cerrar o reubicarse en países con energía más barata.
El gigante químico alemán BASF dijo que cerraría parte de su producción en su sitio cerca de la frontera con Francia, al tiempo que realizaría la mayor inversión extranjera de su historia en China, donde la energía es hasta dos tercios más barata que en Europa.
La crisis energética también ha provocado una dolorosa crisis de costo de vida para las familias de toda Europa. La pobreza energética se ha disparado en Europa, con casi el 10 por ciento de la población informando que no puede mantener calientes sus hogares.
“Hemos creado un estado de precariedad energética”, afirmó Niki Vouzas, vocera de la Federación Nacional de Familias Rurales de Francia. “La gente calienta menos su casa y llena menos el tanque de gasolina”.