Vacunas milagrosas. Videoteléfonos en nuestros bolsillos. Cohetes reutilizables. Nuestra plétora tecnológica y su copioso progreso científico relacionado parecen innegables e insuperables. Sin embargo, los analistas ahora reportan que el ritmo general de verdaderos avances se ha reducido drásticamente en los últimos casi 75 años.
En la edición del mes pasado de la revista Nature, los investigadores compartieron cómo su estudio muestra que los investigadores e inventores han logrado relativamente pocos avances en comparación con la creciente montaña de investigación científica y tecnológica del mundo.
“Deberíamos estar en una era dorada de nuevos descubrimientos e innovaciones”, dijo Michael Park, un autor del artículo y candidato a doctorado en istración en la Universidad de Minnesota.
El hallazgo sugiere que las inversiones en ciencia están atrapadas en una espiral de réditos decrecientes y que, en algunos aspectos, la cantidad está superando a la calidad. Estudios anteriores han señalado a una mayor lentitud en el progreso científico, pero normalmente lo han hecho con menos rigor.
Park, junto con Russell J. Funk, también de la Universidad de Minnesota, y Erin Leahey, socióloga de la Universidad de Arizona, basaron su estudio en un tipo mejorado de análisis de citas que Funk ayudó a diseñar. En general, el análisis de citas realiza un seguimiento de cómo los investigadores citan los estudios publicados de otros como una forma de separar las ideas brillantes de las no excepcionales en un sistema inundado de estudios. Su método mejorado amplía el alcance analítico.
“Es una métrica muy ingeniosa”, dijo Pierre Azoulay, profesor de innovación tecnológica en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT).
Los investigadores tienen mucho tiempo de buscar formas objetivas de evaluar el estado de la ciencia, que se considera vital para el crecimiento económico. Se hizo más difícil hacerlo a medida que los estudios publicados se disparaban en número a más de un millón al año. Los expertos han debatido el valor de los pasos incrementales contra momentos tipo “¡Eureka!” que cambian todo lo conocido sobre un campo.
Por ejemplo, el máximo avance en la lista del estudio es un avance en el proceso de corte y empalme de genes poco conocido por la ciencia popular. Permitió que se insertara ADN ajeno en células humanas y animales en lugar de sólo bacterias. The New York Times se refirió a ello en una nota de 1983 de cuatro párrafos. Aun así, la hazaña produjo una lluvia de premios para sus autores y su institución, la Universidad de Columbia en Nueva York, así como casi mil millones de dólares en derechos de licencia.
En contraste, los analistas verían a dos de los hallazgos más célebres de este siglo como triunfos de la ciencia ordinaria. Las vacunas de ARNm que luchan con éxito contra el coronavirus se basaron en décadas de ardua labor sin glamour, señalaron. Y la observación en el 2015 de ondas gravitacionales —ondulaciones sutiles en el tejido del espacio-tiempo— fue la confirmación de una teoría centenaria que requirió décadas de ardua labor.
“Nuestros resultados sugieren que la disminución en las tasas de avance radical puede reflejar un cambio fundamental en la naturaleza de la ciencia y la tecnología”, escribieron.
Por: WILLIAM J. BROAD
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