Dos visiones sobre la escalada de violencia entre palestinos e Israel

En menos de una semana se desató la mayor escalada de violencia entre Israel y los palestinos desde 2014.

Desde el lunes, y después de enfrentamientos entre las fuerzas israelíes y manifestantes palestinos en la Explanada de las Mezquitas –tercer lugar sagrado para el islam–, el movimiento islamista Hamás ha disparado desde la Franja de Gaza más de 2.000 cohetes en contra de Israel, que respondió con cientos de bombardeos en el enclave palestino.

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Allí se han registrado al menos 139 muertos, entre ellos 39 niños, y 1.000 heridos. En el lado israelí, 10 personas han fallecido, entre ellas un niño, y más de 560 han resultado lesionadas.

Pero además de los ataques entre Israel y Gaza, la tensión se ha elevado en ciudades israelíes mixtas, donde cohabitan árabes y judíos, y en Cisjordania ocupada, donde se han dado disturbios.

Este sábado, el presidente de EE. UU., Joe Biden, habló con el premier israelí, Benjamin Netanyahu, y con el líder palestino Mahmud Abás, a quienes les expresó su preocupación por la violencia entre Israel y Gaza.

Biden le manifestó a Netanyahu su preocupación por la seguridad de los periodistas, luego del bombardeo en un edificio en Gaza que albergaba las oficinas de la agencia AP y de Al Jazeera, y expresó su apoyo a medidas que permitan a los palestinos disfrutar de “dignidad y seguridad”. Algo que también le transmitió a Abás.

Mohammed Dajani, director del Instituto Académico Wasatia de Jerusalén, y Mijael Milstein, director del Foro Palestino en el Centro Moshe Dayan para el estudio de Medio Oriente y África de la Universidad de Tel Aviv, hablaron con EL TIEMPO sobre la actual escalada.

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No creo que haya una sola explicación. Del lado palestino, el presidente de la Autoridad Palestina, (Mahmud) Abás, canceló los comicios y con eso les robó a los palestinos la esperanza de un cambio a través de un proceso democrático.

Los residentes palestinos de Jerusalén se han sentido abandonados y solos al enfrentarse con ataques brutales del movimiento de colonos judíos extremistas que quieren sacarlos de sus casas y quitarles sus derechos como residentes de la ciudad, como pasa en la disputa en el barrio Sheikh Jarrah. Esto se combinó con las restricciones a las plegarias en la mezquita de Al-Aqsa durante el mes sagrado del ramadán (...).

Hamás lo vio como una oportunidad de oro para plantarse ante la afirmación israelí sobre Jerusalén como su capital unida y actuó para reemplazar al liderazgo palestino de Fatah.

Al lanzar cohetes a ciudades israelíes, Hamás movió el foco de atención de Jerusalén a Gaza, para romper su prolongado sitio, por el que estuvo cerca del colapso.

Ninguno de los partidos israelíes participantes en las recientes elecciones tenía en su agenda el tema de las negociaciones con los palestinos ni la resolución del conflicto. Y ninguna de las listas que competían por los 132 escaños en el Consejo Legislativo Palestino se molestó en mencionar el tema de la paz y la reconciliación con Israel.

Dentro de la comunidad palestina, los términos paz, reconciliación y normalización son etiquetas que indican renuncia, colaboracionismo y traición. Cuando más los israelíes confiscan tierras palestinas en Cisjordania y Jerusalén, más tienden los palestinos a adoptar el llamado de línea dura de Hamás de liberar Palestina y sepultar la solución de dos Estados.

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Deben ser tales que no solo pongan fin a esta confrontación, sino también prevengan hostilidades futuras. El primer paso debe ser frenar la escalada militar y los bombardeos de ambas partes. Luego, las partes deben sentarse a negociar un acuerdo de paz global, justo y pacífico.

Es muy prematuro anunciar el fin de la solución de dos Estados. Palestinos e israelíes deben reconocerse mutuamente. Israel debe reconocer al Estado de Palestina y Palestina debe reconocer al Estado judío de Israel.

Le dará más poder no solo en Palestina, sino entre las masas en el mundo islámico. (...) Por primera vez, sus banderas fueron enarboladas en la mezquita de Al-Aqsa en el primer día del ayuno.

La población palestina de Gaza ve a Hamás como un gobierno represivo que limita sus DD. HH., pero teme levantar su voz.

¿Es posible concebir siquiera vivir en paz?

Eventualmente, viviremos en paz (...). Hemos heredado este conflicto, y es nuestra responsabilidad dejar a nuestros nietos un mundo pacífico en el que puedan vivir sin temor y sin preocupaciones, con esperanza y prosperidad.

Hamás empujó en forma planificada para la creación de una crisis. Supongo que estimó que llevaría a una respuesta militar israelí limitada, uno o dos días. Pero la reacción de Israel fue muy distinta. Quizás creyó que con la crisis política de fondo, Israel estaría muy confundido y tendría problemas para manejar esta situación. Pero creo que también nosotros nos equivocamos al evaluar las intenciones de Hamás.

El tema de las elecciones fue combustible que agregó fuerza a la hoguera. Hamás está frustrado por su cancelación, se enojó y quiso vengarse de la Autoridad Palestina. Pero las verdaderas razones de la crisis están relacionadas al deseo de aprovechar la oportunidad para encender Cisjordania y fortalecer la posición de Hamás en el liderazgo palestino.

Ambas partes están en un balance complejo y con no poca frustración. Por un lado, Hamás fue quien tomó la iniciativa, con lo cual consiguió un logro de imagen, y además desplegó una capacidad impresionante en el tema de los cohetes al disparar tandas pesadas hacia el centro de Israel durante varios días.

Eso aportó al calentamiento del escenario de los árabes de Israel. Pero, por otro lado, se vio enfrascado en un enfrentamiento relativamente prolongado, no logró infringir un daño más significativo a Israel. Y tratan de encender Cisjordania, lo que es preocupante.

Por su parte, Israel se sorprendió, recibió un golpe con los cohetes y también está sufriendo la alteración de su vida diaria al ver que se encendió un escenario de choque con ciudadanos árabes israelíes. Por otro lado, Israel obtuvo impresionantes logros militares. Y la presión árabe e internacional han sido hasta ahora relativamente limitadas.

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La verdad es que lo que la AP quería, más que nada, era que esta crisis le pase por arriba. Supuestamente expresó solidaridad con la Franja, pero en la práctica se cuidó mucho de no sumarse a la fiesta. Esto, tanto por su temor de que pierda el control de su calle como por el temor de que Hamás levante la cabeza y que eso vaya en su contra.

Lo que ocurre dentro de Israel me preocupa mucho más que el enfrentamiento con Hamás. Es una situación sin precedentes y sumamente peligrosa. Cuando haya terminado la escalada con Hamás, aún tendremos que lidiar con esta herida sangrante y tan grave de la relación con los árabes israelíes.

Sobre el trasfondo de los tumultos masivos, sería superficial decir que es solo por el tema del Monte del Templo (Explanada de las Mezquitas, para los musulmanes). De fondo hay temas como la crisis de la generación joven, que es la que lleva adelante la violencia, parte de la cual tiene una sensación profunda de desconexión (...).

JANA BERIS*

*Con información de AFP

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