Cientos de mujeres denunciaron haber sido víctimas de agresiones sexuales por parte del sanador espiritual brasileño Joao de Deus.
El gurú se declaró inocente y se pronunció por primera vez, ante sus fieles en Abadiânia, en el centro de Brasil, desde que el escándalo estallara el viernes pasado, cuando TV Globo y el diario O Globo reportaron diez casos.
Joao Teixeira de Faria, su nombre real, de 76 años, llegó a esta localidad del estado de Goiás, a unos 100 km de Brasilia, donde oficia semanalmente su culto.
Avanzó protegido por sus colaboradores y seguidores, en medio de un alborOto de cámaras y personas que exigían una respuesta.
Sus presuntas víctimas acusan al médium de haber abusado sexualmente de ellas con el pretexto de curarlas de enfermedades que van de la depresión al cáncer, con sus "cirugías sin corte". Las denuncias se remontan a 2010.
Algunas declararon, bajo anonimato, que fueron obligadas a masturbarlo en sesiones de "curación espiritual".
La justicia del estado de Sao Paulo recibió denuncias de 252 mujeres y la de Goiás de 206.
Su asesora de comunicaciones, Edna Gomes, aseguró que él él "está sereno, abierto a que la justicia investigue las denuncias".
Por su parte, sus fieles creen en su inocencia y así lo demostraron frente a la Casa Don Ignacio de Loyola, donde el sanador recibe a visitantes de todo el mundo que lo buscan para solucionar dolencias de salud.
"Creo que las acusaciones son falsas. Conozco a muchas mujeres brasileñas y extranjeras (...) que estuvieron en privado con Joao de Deus muchas veces, e incluso mujeres muy guapas, y nunca han tenido problemas con él", asegura Duncan Ryan, un estadounidense de 66 años que tuvo cáncer de piel.
Su fama traspasó fronteras cuando, en 2012, recibió la visita de la estrella de televisión estadounidense Oprah Winfrey.
También acudieron a él los tres últimos presidentes brasileños lo visitaron: Luiz Inácio Lula da Silva (2003-2010) y Dilma Rousseff (2011-2016) cuando tuvieron cáncer y el actual mandatario Michel Temer, antes de una operación de próstata.
El escándalo es considerado por algunos medios como el "#MeToo brasileño".
AFP