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Javier Milei, un libertario que se acerca al populismo en Argentina
Milei tiene posturas conservadoras en temas como el aborto y la lucha contra las drogas.
El candidato presidencial por la Alianza La Libertad Avanza, Javier Milei. Foto: AFP
Javier Milei no es solo una exestrella de rock, dueño de cinco perros clonados y autodenominado “anarcocapitalista”. Aunque era el favorito en las elecciones presidenciales argentinas del 22 de octubre, quedó en segundo lugar obteniendo el 29,9 por ciento de los votos y el 19 de noviembre se disputará con Sergio Massa quién será el próximo presidente del país. La figura de Milei ha llevado a que muchos expertos se preguntan por el significado de su candidatura.
Algunos comentaristas han descrito a Javier Milei como un candidato “de derecha”, “de extrema derecha” o “populista”, y no sin razón. Ha dado apoyo elocuente a políticos como Donald Trump y Jair Bolsonaro, y, durante una reciente entrevista con el presentador conservador Tucker Carlson, rechazó el movimiento Black Lives Matter, la ‘ideología’ LGBTI, el feminismo y el cambio climático, diciendo que todo es parte de una “agenda socialista” internacional.
Otros dicen que a Milei se lo entiende mejor como un libertario de principios, afirmación que también defienden con pruebas. Al fin y al cabo, es un economista profesional con un enfoque basado en la metodología de la “escuela austríaca” que popularizaron Ludwig von Mises y Friedrich von Hayek. Milei desarrolló sus ideas bajo la tutela de Alberto Benegas Lynch, cuyo Centro de Estudios para la Libertad ayudó a crear y mantener la tradición argentina de liberalismo clásico en el entorno hostil del peronismo.
Por último, a diferencia de populistas como Bolsonaro, que amenazó con actuar con violencia si veía a dos hombres besándose en la calle, Milei tiene una postura de “vivir y dejar vivir” en muchas cuestiones sociales, por eso define a la homosexualidad como una elección personal que debe respetarse y apoya tanto el matrimonio gay como los derechos de los transexuales.
Populista y libertario
Milei no ha sido el único que ha propuesto la dolarización, también lo hizo en su momento el presidente Carlos Menem (1989-1999). Foto:Bloomberg
En este debate, los defensores de los dos análisis sobre el perfil político de Milei creen que tienen miradas mutuamente excluyentes: que es un libertario individualista radical, a imagen y semejanza de Ayn Rand (filósofa que impulsó el pensamiento libertario), o que es un populista de derecha al estilo del primer ministro húngaro Víktor Orbán.
En realidad, Milei es ambas cosas, y no hay nada particularmente inusual o sorprendente en esta combinación. Como documentamos John Tomasi y yo en nuestra reciente historia del pensamiento libertario, The Individualists, el libertarismo es una ideología intrínsecamente flexible, que a lo largo de sus casi doscientos años de historia ha tenido formas tanto radicales como reaccionarias.
En el siglo XIX, por ejemplo, libertarios como Lysander Spooner y Voltairine de Cleyre estuvieron a la vanguardia de una serie de movimientos sociales progresistas. Los libertarios eran abolicionistas radicales, luchadores por los derechos de las mujeres, críticos permanentes del militarismo y del colonialismo e incluso, en algunos casos, opositores de la explotación de los trabajadores y de la propiedad privada de la tierra.
Pero a mediados del siglo XX, el libertarismo empezó a girar a la derecha. Enfrentados a la amenaza común del socialismo, los libertarios de Estados Unidos forjaron una incómoda alianza con los conservadores para luchar contra el New Deal en casa y el comunismo internacional en el extranjero. La defensa de la libertad económica pasó a primer plano, en detrimento de la crítica radical al capitalismo de Estado y a las jerarquías sociales.
La base y las variables
De modo que aun suponiendo que Milei sea un libertario, eso no nos dice mucho sobre cómo podría ser un gobierno suyo. Aunque todos los libertarios están comprometidos con la propiedad privada, el libre mercado y la limitación de la actuación estatal, esas ideas están sujetas a una amplia variedad de interpretaciones que hacen posibles desplazamientos tanto hacia el progresismo como hacia posturas reaccionarias.
Un ejemplo es la oposición de Milei al aborto legal. Esa postura es probablemente minoritaria entre los libertarios estadounidenses, que en su mayoría consideran que las mujeres tienen derecho a la soberanía de su cuerpo. Pero libertarios provida como Milei dirán que el niño no nacido también tiene derechos.
Asimismo, muchos libertarios estadounidenses se oponen a la “guerra contra las drogas” y a las políticas inmigratorias restrictivas, que consideran ejemplos de intromisión coercitiva del Estado en decisiones pacíficas y voluntarias de la gente. Pero en estas cuestiones Milei tiene una postura más conservadora, a la que también puede hallársele una racionalización libertaria, ya que el moderno Estado de bienestar ha creado un mundo en el que a veces los contribuyentes deben pagar por las decisiones de otras personas. ¿Y si legalizar las drogas o abrir las fronteras supone más impuestos para los ciudadanos actuales (que para los libertarios es sinónimo de más coerción) ?
A fin de cuentas, para un filósofo inteligente (o un político oportunista) es relativamente fácil encontrar una justificación libertaria verosímil para casi cualquier propuesta política. En el caso de Milei, ya ha dado indicios suficientes de que piensa aplicar una agenda libertaria de tendencia decididamente populista.
En Estados Unidos, el “paleolibertarismo” de Murray Rothbard y Lew Rockwell nos da una idea de cómo podría ser un populismo libertario. A principios de los noventa, esta escuela apoyó a políticos racistas como David Duke y fue partidaria de una (muy restrictiva) política inmigratoria nativista y de la represión policial violenta contra delincuentes y “vagos”. Posiciones que han resurgido desde la presidencia de Trump, e incluso se han vuelto dominantes en el Partido Libertario de EE. UU.
Así pues, los amantes de la libertad individual deben tener cuidado antes de apoyar a Milei. Es verdad que es un libertario y que los libertarios creen en la libertad individual. Pero las preguntas que realmente importan son: ¿la libertad de quién? Y ¿qué políticas concretas implica la defensa de esa libertad? Las respuestas de Milei tal vez no sean lo que muchos otros libertarios (ni nadie) querrían oír.