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Lula o Bolsonaro: las claves de la reñida segunda vuelta en Brasil
El país define este domingo su futuro entre dos polos antagónicos. Economía y unión, fundamentales.
El presidente de brasil, Jair Bolsonaro, y el expresidente Luiz Inázio Lula da Silva. Foto: EFE y AFP
Brasil se enfrenta este domingo a la segunda vuelta de las elecciones presidenciales más polarizadas de su historia en las que deberá decidir si reelige al mandatario de derecha Jair Bolsonaro o si le da una nueva oportunidad al expresidente de izquierda Luiz Inácio Lula da Silva.
En São Paulo, la ciudad más grande y poblada de América Latina, la incertidumbre y la tensión son las protagonistas de este día, algo que parece replicarse en el resto del territorio cuando ambos líderes enfrentan un fuerte rechazho popular.
Se espera que este domingo acudan a las urnas al menos 123 millones de los 156 millones de electores habilitados para votar tras una campaña marcada por la violencia y el auge de las noticias falsas. Eso sumado a que, a diferencia de la mayoría de los países de América Latina, en Brasil no existe el silencio electoral por lo que ambos candidatos se mantuvieron haciendo campaña y las encuestadoras publicando sus sondeos, en los que si bien Lula da Silva aparece con una ligera ventaja, que oscila entre los dos y los siete puntos, los analistas coinciden en que el resultado de este domingo no está escrito.
Lula, un exobrero metalúrgico que gobernó al país dos veces entre 2003 y 2010 estuvo preso en el marco de la megacausa anticorrupción Lava Jato, pero resucitó políticamente tras la anulación de sus condenas por irregularidades procesales.
Tras la primera vuelta del 2 de octubre, el expresidente se llevó la victoria gracias al apoyo del norte del país con el 48,4 por ciento de los votos (más de 57 millones), mientras que Bolsonaro, un excapitán del Ejército de 67 años, sorprendió al obtener un desempeño mejor al previsto por las encuestas gracias a que conquistó el sur y se hizo al 43,2 por ciento de los sufragios con 51 millones de votos, demostrando que podía recortar la ventaja de su rival con los 10 millones de votos que dejaron los otros candidatos y que serán la clave para definir la victoria de este domingo.
Sin embargo, al reconocer que no sería nada fácil un remonte -Bolsonaro intenta la reelección tras un mandato turbulento, marcado por los 688.000 muertos que dejó la pandemia, niveles alarmantes de deforestación amazónica y tensiones institucionales- el lado bolsonarista acusó a Lula de querer cerrar iglesias, promover la “ideología de género” en los colegios y hacer un pacto con el “diablo”. La campaña lulista contraatacó asociando a Bolsonaro a la pedofilia y al canibalismo.
Simpatizantes del expresidente Lula da Silva. Foto:AFP
“Lula cometió un error de estrategia al atacar a Bolsonaro en ese campo que él domina, y eso hizo que se fuera acortando la ventaja que tenía en las encuestas. En las últimas semanas empezó hablar de la economía, que es algo que toca a las personas en su día a día y recuperó su posibilidad de ganar”, señala a EL TIEMPO el escritor y periodista Thomas Traumann.
La consultora Quaest detectó que “la mitad de los electores que votan a Lula lo hacen para sacar a Bolsonaro. Y la mitad de los que votan a Bolsonaro lo hacen para que Lula no vuelva”. En ese sentido, el peligro más latente está en que gane quien gane no contará con el respaldo de gran parte de la población.
Traumann, quien fue ministro de Comunicaciones durante el gobierno de la expresidenta Dilma Rousseff, asegura que la polarización vivida durante la campaña electoral y el hecho de tener que elegir entre dos propuestas diametralmente distintas, hará que la mitad de los electores no considere legítimo al próximo gobierno.
“Es la elección más tensa, sucia y violenta de la historia de Brasil. El país está dividido en dos, las personas que están en las calles con sus camisetas amarillas (a favor de Bolsonaro) creen que van a ser agredidos por quienes usan camiseta roja (adeptos de Lula) y viceversa. Un clima de tensión y de miedo en el que sea quien sea el vencedor este domingo se enfrentará a un país dividido este mismo lunes”, destaca.
Es la elección más tensa, sucia y violenta de la historia de Brasil. Un clima de tensión y de miedo en el que sea quien sea el vencedor, se enfrentará a un país dividido
Algo evidente en los discursos que han mantenido ambos candidatos.
“Esta elección significa la lucha entre la democracia y la barbarie. La lucha de la democracia contra el fascismo, la lucha por restablecer la dignidad del pueblo brasileño”, señaló Lula en uno de sus últimos actos de campaña en São Paulo, donde se juegan 35 millones de votos que el candidato aspira conquistar recordando tiempos mejores, cuando el izquierdista dejó el poder con una popularidad cercana al 90 % tras una gestión en la que 30 millones de los más de 200 millones de brasileños salieron de la pobreza.
Algo nada sencillo, pues Bolsonaro llega al balotaje de este domingo con la victoria, en primera vuelta, en dos de los estados más poblados de Brasil: Río de Janeiro y São Paulo. Y si bien su gobierno cuenta con 36 por ciento de aprobación, ha sido artífice de una exitosa campaña centrada en sembrarles dudas, sin fundamento, a sus seguidores sobre la legitimidad del voto electrónico, negarse a paralizar los motores del país, un aumento en agosto de las transferencias monetarias a los más pobres y su insistencia en la defensa de valores conservadores.
Jair Bolsonaro. Foto:EFE
Voto religioso, clave
Brasil es el país con más católicos a nivel mundial (172 millones) y donde el 30 por ciento de sus habitantes se declara evangélico. De ahí que Bolsonaro y Lula libraron una guerra sin cuartel por conseguir los votos de este electorado que podría llevarlos al Palacio de Planalto de nuevo.
“Al atraer al público evangélico o religioso, en un sentido más amplio, lo que se está estableciendo es una regla de juego en el plano simbólico y emocional en el que se habla de una lucha cruzada entre el bien y el mal, un fundamentalismo que Bolsonaro encarna perfectamente”, señala a este diario el analista político Carlos Tudera.
El analista destaca que Bolsonaro ha logrado establecer una conexión con este electorado desde su lema de campaña: “Brasil encima de todo y Dios encima de todos”. Dinámica que obligó a Lula a cambiar de estrategia para tender lazos con las iglesias y mostrarse contrario a temáticas como el derecho al aborto.
“Bolsonaro y sus seguidores son un fenómeno de la política digital, de las redes sociales, en el que reinan las teorías de conspiración y las fake news. Un coctel que da como resultado un panorama en el que se juega visiones de mundo”, destaca Turdera.
Un futuro desafiante
Los analistas coinciden en que la crisis que atraviesa el gigante sudamericano no tiene una solución sencilla y mucho menos rápida, sumado a que el margen de maniobra que tendrá el próximo presidente para cumplir todas las promesas de campaña es muy corto.
“Estamos pasando por una crisis económica muy grande, unas tasas de inflación y de desempleo que aún siguen muy altas. Brasil ha vuelto a estar en el mapa mundial del hambre, así que la crisis de este domingo no será solventada en el corto plazo y será un desafío muy grande para el que llegue al poder”, asegura a EL TIEMPO el investigador de la Fundación Getulio Vargas, Eduardo Grin.
El investigador destaca que hay una preocupación muy grande de que si la victoria de alguno de los candidatos es por una ventaja menor a los 4 millones de votos se pueda generar una reacción violenta en las calles.
“Es bastante probable que si se da un resultado estrecho puedan ocurrir huelgas de camioneros, manifestaciones en la calles y actos violentos porque estamos en un escenario de muchísima inestabilidad y hay que ver qué pasará con los aparatos de seguridad pública que tienen más simpatía por Bolsonaro”, señala.
En todo caso, el vencedor deberá adoptar un discurso de unión, ante un Brasil que seguirá dividido después de la elección. “No se tratará ya de una disputa entre dos nombres, sino entre dos visiones de mundo muy diferentes”, acotó el experto.