En este portal utilizamos datos de navegación / cookies propias y de terceros para gestionar el portal, elaborar información estadística, optimizar la funcionalidad del sitio y mostrar publicidad relacionada con sus preferencias a través del análisis de la navegación. Si continúa navegando, usted estará aceptando esta utilización. Puede conocer cómo deshabilitarlas u obtener más información aquí

CLUB VIVAMOS
Suscríbete
Disfruta de los beneficios de El Tiempo
SUSCRÍBETE CLUB VIVAMOS

¡Hola !, Tu correo ha sido verficado. Ahora puedes elegir los Boletines que quieras recibir con la mejor información.

Bienvenido , has creado tu cuenta en EL TIEMPO. Conoce y personaliza tu perfil.

Hola Clementine el correo [email protected] no ha sido verificado. Verificar Correo

icon_alerta_verificacion

El correo electrónico de verificación se enviará a

Revisa tu bandeja de entrada y si no, en tu carpeta de correo no deseado.

SI, ENVIAR

Ya tienes una cuenta vinculada a EL TIEMPO, por favor inicia sesión con ella y no te pierdas de todos los beneficios que tenemos para tí. Iniciar sesión

Hola, bienvenido

¿Cual es la ciudad colombiana clasificada como la más peligrosa del mundo?
¿Cómo va el juicio al expresidente Álvaro Uribe?
¿Accidente de bus en Calarcá?
Frío inusual en Bogotá explicado por el Ideam

'El bombardeo de La Moneda es algo que no se borra': exministro de Salvador Allende

Sergio Bitar fue preso político en un campo de concentración durante la dictadura. Entrevista.

Alt thumbnail

PERIODISTA INTERNACIONALActualizado:

00:00
00:00

Comentar

Whatsapp iconFacebook iconX iconlinkeIn iconTelegram iconThreads iconemail iconiconicon
Si hay una figura que ha sido transversal en la política chilena durante los 50 años que han pasado desde el golpe de Estado de 1973 es Sergio Bitar, quien fue ministro del gobierno de la Unidad Popular de Salvador Allande, y, tras el inicio de la dictadura, fue detenido en la Isla Dawson, un complejo creado en el territorio austral para mantener a los prisioneros políticos de alto rango.
Bitar escribió un libro sobre su cautiverio, que luego se transformó en una película, y, al ser liberado, se fue al exilio en un viaje que repartió entre Estados Unidos y Venezuela. A su regreso al país fue uno de los opositores públicos de Augusto Pinochet y con el retorno de la democracia volvió a ocupar su cargo de ministro de Estado, primero de Ricardo Lagos y luego de Michelle Bachelet. Una travesía política que relata en entrevista con EL TIEMPO.

Usted fue ministro de Minería en el gobierno de Salvador Allende, ¿qué es lo que más recuerda del día del golpe de Estado?

El bombardeo de La Moneda es algo que no se me borra de la memoria. Yo no estaba en La Moneda en ese momento, pero estuve el día anterior con el presidente Allende, el 10 de septiembre. Me invitó a almorzar con otras personas en el palacio presidencial, de todos los que acudimos solo quedamos dos vivos. Pero, la imagen de La Moneda bombardeada, reflejo de lo que puede ser la brutalidad de un golpe militar en el que personas formadas para defender la patria destruyen la sede del Gobierno de su país con el presidente adentro, eso no se me borra.
50 años del golpe en Chile

50 años del golpe en Chile Foto:Archivo EL TIEMPO

¿Qué fue lo que más lo marcó durante ese cautiverio en el campo de concentración de Dawson?

El mayor impacto que me produjo esa experiencia es constatar la perversidad y la maldad de la sociedad, de sectores que están dispuestos al crimen, a la brutalidad. Cuando tú rompes las reglas que regulan la relación humana en una democracia o en cualquier sistema, abres espacio a que sucedan las cosas más terribles. Hay gente que tú jamás te imaginarías que, habiendo estado sentada junto a ti, se transforma en un torturador. Yo tenía 32 años cuando se produjo el golpe, y cumplí 33 estando preso en esa isla sin saber cuánto tiempo iba a estar allí. Te tratan como si fueras el general de un ejército enemigo y te amenazan con que te van a matar si acaso te fugas. Esa experiencia, que me pareció tan fundamental, la escribí en un libro que se llama Dawson Isla 10, del que después se hizo una película. Lo escribí para que mis hijos no olvidaran, quería contar lo que nos había ocurrido sin describir todo lo que vi, porque era tan brutal que la gente habría pensado que era mentira. Yo creo que eso para mí fue lo más importante. En mi encierro me pregunté cómo mantienes ese espíritu para que no se difumine el tiempo y la amnesia lo borre, porque eso lo que siempre buscan las dictaduras, que todo se borre.

Hace unos meses la Armada de Chile hizo un llamado desde la isla Dawson para que nunca más ocurriera algo así ni en Chile ni en ningún otro país. ¿Cree usted que este tipo de llamados, o de mea culpa tan tardíos, contribuyen a sanar las heridas que dejó la dictadura?

Es mejor tarde que nunca. La Marina lo hizo cuando se cumplieron los 30 años del Golpe, lo mismo hizo el Ejército para los 20 años. Pero, la Fuerza Aérea, que fue la que bombardeó el Palacio, nunca lo ha hecho. Ahora que se cumplen los 50 años sería un gesto que podrían hacer los tres comandantes en jefe con la ministra de Defensa, Maya Fernández, que es la nieta de Allende. Sería un símbolo muy importante sobre la base de no tener nunca más un golpe militar, nunca más la violación sistemática de los derechos humanos y del respeto de nuestra convivencia en democracia, con instituciones fuertes, con justicia, con más igualdad, respeto, y diversidad como ejes para poder convivir.
Sergio Bitar.

Sergio Bitar. Foto:Cortesía Sergio Bitar

Usted se convirtió en un ícono de los más de 200.000 exiliados que tuvieron que huir a otros países durante la dictadura, ¿Qué fue lo que más le costó durante esa época y cómo recuerda esos años fuera de Chile?

El exilio es de las cosas que más duele porque te desarraiga, entonces tú dices: ¿por qué yo no puedo vivir en Chile? Yo tenía un pasaporte con una L, como miles de otros, que me impedía regresar. Fueron diez años que no pude vivir en mi patria y nunca me dijeron por qué, nunca me hicieron un juicio, nunca me acusaron de nada, simplemente debido a la capacidad de represión de una dictadura.

Una decisión política...

El exilio fue organizado también políticamente. Nosotros teníamos partidos políticos dentro de Chile, destruidos por la dictadura, pero ahí estaban, tenían larga tradición y afuera también nos organizamos. Entonces, vimos las experiencias de Europa Occidental, vimos el surgimiento de la socialdemocracia, vimos cómo se venía abajo la Unión Soviética y el distanciamiento con las formas de socialismo duro o lo que se llama socialismo real. Aprendimos historia, aprendimos de muchos países y esas naciones fueron muy solidarias con nosotros. La acogida que se nos dio en el exterior fue enorme.
(ARCHIVO) Soldados golpistas atacan el Palacio de La Moneda en Santiago de Chile durante el golpe de estado del 11 de septiembre de 1973 contra el presidente constitucional Salvador Allende.  AFP PHOTO/ARCHIVO PRENSA LATINA

(ARCHIVO) Soldados golpistas atacan el Palacio de La Moneda en Santiago de Chile durante el golpe de estado del 11 de septiembre de 1973 contra el presidente constitucional Salvador Allende. AFP PHOTO/ARCHIVO PRENSA LATINA Foto:ARCHIVO EL TIEMPO

Su animal político siguió más vivo tras el regreso...

Cuando pudimos regresar y organizamos la oposición, creamos partidos nuevos, luchamos contra la dictadura, ganamos el plebiscito y teníamos ya una disposición a entendernos que nos permitió hacer una de las transiciones democráticas más exitosas del mundo. Tuvimos 20 años en la llamada Concertación, que fueron cuatro periodos de gobierno sucesivo que nos permitieron avanzar e ir reformando y después el quinto gobierno de la presidenta Bachelet.

Justamente, usted fue un opositor público a la dictadura de Pinochet y participó activamente de la campaña para sacarlo del poder. ¿Cómo recuerda el momento en el que ganó el No en 1988?

Ese fue el momento en el que me saqué una lápida de encima, sientes como que estás enterrado y que a través del pueblo y de la democracia se abre un camino. Respiré libertad. Fue una sensación muy enriquecedora, muy fuerte. La otra sensación que tuve parecida a esa es que a mí siempre me pesaba el sentimiento de la impunidad del dictador, porque en su Constitución se estableció que iba a ser ocho años comandante en jefe del Ejército y que iba a ser senador. Entonces, mientras el tipo que asesinó a mis amigos y que a mí me tuvo en las condiciones que expresé entra al Senado, nosotros decidimos gritarle: ¡Asesino! Mientras le mostrábamos fotos de las personas que murieron.

El 16 de octubre de 1998, estando de viaje en Londres, Pinochet fue detenido. ¿Qué sintió?

A Pinochet se le ocurre ir a Inglaterra y el juez Baltasar Garzón, que estaba procesando unos asesinatos de españoles, les pide a los ingleses que lo arresten. El sentimiento de que se arresta a Pinochet y que pasa más de un año preso en Inglaterra y después se traslada y se procesa en Chile muestra que nadie está sobre la ley. Ese fue otro de los momentos en los que yo sentí libertad y orgullo de pertenecer a un país en el cual la justicia vale y la democracia también.
Augusto Pinochet saluda a los chilenos durante el 11 de septiembre de 1973.

Augusto Pinochet saluda a los chilenos durante el 11 de septiembre de 1973. Foto:ARCHIVO EL TIEMPO

Usted ha sido testigo, en primer plano, de cómo ha cambiado Chile durante estos 50 años. No solo fue ministro de Allende, sino también de Lagos y de Bachelet. ¿Qué lección no se nos puede olvidar del golpe de Estado?

El gran cambio, yo creo, que es un cambio cultural de valoración de la democracia, del Estado de derecho, de lo sagrado que significa el respeto a los derechos humanos y de tener un sistema judicial autónomo. Este es un país que se inclina por las reformas graduales, pero tiene también un alma conservadora que hay que tener presente para quienes quieran gobernar. Pinochet sacó más del 40 por ciento de los votos en el plebiscito para seguir como dictador después de 17 años. Entonces, desde el punto de vista político, hay que pensar que hay un sector que privilegia la seguridad. Y esto, en los momentos actuales no solo de Chile sino de América Latina, envuelta en redes de crimen organizado y una espiral de violencia, es un elemento a tener muy en cuenta. Debemos garantizar cómo asegurar un cambio democrático sin violencia, dando garantías de seguridad a la ciudadanía para tener esperanza de poder lograr mayor igualdad y mejores condiciones de vida para todos sin sacrificar la democracia.
ANDREA AGUILAR CÓRDOBA
Especial para EL TIEMPO
SANTIAGO

Sigue toda la información de Internacional en Facebook y X, o en nuestra newsletter semanal.

00:00
00:00

Comentar

Whatsapp iconFacebook iconX iconlinkeIn iconTelegram iconThreads iconemail iconiconicon

Conforme a los criterios de

Logo Trust Project
Saber más
Sugerencias
Alt thumbnail

BOLETINES EL TIEMPO

Regístrate en nuestros boletines y recibe noticias en tu correo según tus intereses. Mantente informado con lo que realmente te importa.

Alt thumbnail

EL TIEMPO GOOGLE NEWS

Síguenos en GOOGLE NEWS. Mantente siempre actualizado con las últimas noticias coberturas historias y análisis directamente en Google News.

Alt thumbnail

EL TIEMPO WHATSAPP

Únete al canal de El Tiempo en WhatsApp para estar al día con las noticias más relevantes al momento.

Alt thumbnail

EL TIEMPO APP

Mantente informado con la app de EL TIEMPO. Recibe las últimas noticias coberturas historias y análisis directamente en tu dispositivo.

Alt thumbnail

SUSCRÍBETE AL DIGITAL

Información confiable para ti. Suscríbete a EL TIEMPO y consulta de forma ilimitada nuestros contenidos periodísticos.

Mis portales