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‘Fui au pair en Estados Unidos; terminé maltratada y demandé’: travesía de colombiana
Laura Mejía fue parte de una demanda que marcó hito en el programa au pair. Acá su historia.
Laura Mejía, colombiana que fue au pair en Estados Unidos. Foto: Cortesía
“Yo quedé en Estados Unidos sola, tirada, sin familia y sin nada”, advierte Laura Mejía, una colombiana que había llegado a territorio norteamericano para ser au pair.
Su ilusión se desvaneció, tan pronto se vio encerrada en una casa cuidando dos niñas, sin poder estudiar y viajar como esperaba. Cuando quiso comentarle a su ‘host dad’ que no se sentía bien, todo explotó y terminó en la calle: “Era la primera vez que había salido del país y me sentía humillada y maltratada”.
Su experiencia llegó a una Corte de Estados Unidos. Mejía y otras au pair de varios países demandaron por la reivindicación de sus derechos hasta lograr un acuerdo que marcó un precedente.
El ‘match’ con su ‘host family’
Era la primera vez que había salido del país y me sentía humillada y maltratada
Laura era una “peladita” de 21 años, como ella misma recuerda, quien para 2014 “creía que se las sabía todas”. Estaba en sus últimos semestres de la universidad, cerca de graduarse como fisioterapeuta, con el sueño de ser bilingüe y probar suerte en Estados Unidos.
Tras recibir buenas referencias, hablar con una agencia en Colombia y pensarlo, se aventuró a iniciar el proceso para ser au pair: vivir con una familia en Estados Unidos, estudiar y cuidar de los niños.
Debía cumplir una serie de requisitos: tener entre 18 y 26 años; ser bachiller, profesional o estar estudiando; contar con bases de inglés; demostrar horas de experiencia en cuidado de niños; poseer licencia de conducción; y superar exámenes médicos. Pasó los filtros.
Además, tenía que pagar seguros, el trámite de la visa y otros costos del programa (para 2023, todo lo anterior puede valer más de cuatro millones de pesos colombianos). La agencia también le “sugirió” pagar clases de inglés con un profesor privado.
La colombiana pausó su séptimo semestre de universidad para irse a Estados Unidos. Foto:Cortesía
La manera en la que se vende la familia en la entrevista es muy diferente. Me dijeron que me iban a dar balance, que podría estudiar
Lo siguiente fue armar su perfil, con imágenes y un video que debía subir a una plataforma de internet. Era una especie de red social —con tintes de portal de trabajo—, en la que las familias podían elegir entre cientos de jóvenes.
Si a una familia le interesaba, la aría por ese mismo medio para agendar una videollamada virtual. Así ocurrió. Por medio de una pantalla, Laura conversó con varias candidatas hasta que hizo ‘match’ (hubo compatibilidad) con una de ellas.
“La manera en la que se vende la familia en la entrevista es muy diferente. Me dijeron que me iban a dar balance, que podría estudiar”, señala la joven. “Hablé con la au pair que tenían, una chica de Brasil, que ya hablaba inglés y su intención fue ganar dinero extra para traer de regreso a casa, y me los vendió también como una familia adorada y considerada. Si a ti te están prometiendo el cielo, ¿por qué no te vas?”.
Con visa J-1 aprobada, maletas listas, vuelos programados y una ‘host family’ esperándola, Laura pausó el séptimo semestre de universidad, se despidió de sus padres y emprendió camino. Sería au pair inicialmente por 12 meses, aunque tendría la posibilidad de renovar por 12 meses más.
Au pair: 'el intercambio cultural'
Au pair, palabra de origen francés, significa “a la par”. Es una modalidad mediante la cual jóvenes viajan al exterior para vivir con una ‘host family’ (familia anfitriona) que está conformada por un ‘host dad’, una ‘host mom’ y unos ‘host kids’ (papá, mamá y niños anfitriones).
La finalidad del programa au pair es que jóvenes vivan con una familia en Estados Unidos, cuidando los niños del hogar. Foto:iStock
Era la mejor manera de salir del país y aprender inglés al mismo tiempo
Para el caso de Estados Unidos, el programa es istrado por el Departamento de Estado, un organismo gubernamental que avala a determinadas agencias encargadas de reclutar a los jóvenes y ponerlos en o con las familias.
“Los participantes y las familias anfitrionas hacen parte de una oportunidad intercultural mutuamente gratificante. Los participantes pueden continuar su educación mientras experimentan la vida cotidiana con una familia estadounidense y los anfitriones reciben cuidado infantil confiable y responsable por parte de personas que se convierten en parte de la familia”, señala el Departamento de Estado en su portal oficial.
Las au pair obtienen una visa J-1 para ir a Estados Unidos. Foto:iStock
Se espera que las au pair sean tratadas “a la par” o, en otros términos, como un miembro más de la familia que las acoge. Deben ayudar con el cuidado de los niños o ‘host kids’, “a cambio” de recibir hospedaje, alimentación, un salario y las “oportunidades de trabajar y estudiar”, se lee en la página de una de las agencias.
Según las normas del Departamento de Estado, como “beneficio”, las au pair deben matricularse en una institución educativa postsecundaria acreditada para estudiar seis créditos del área que deseen, ya sea cocina, música o algún idioma, entre otros. La familia debe aportar 500 dólares para el pago del curso.
En su natal Medellín, Laura conoció todo ello y se sintió atraída por el programa; se lo vendieron como un “intercambio cultural”.
“Era la mejor manera de salir del país y aprender inglés al mismo tiempo. Yo quería mucho aprender inglés. Una amiga viajó y le fue muy bien con su familia, pudo estudiar y regresó con un inglés fluido”, expresa en conversación con EL TIEMPO.
Laura viajó a Filadelfia para unirse a una familia que tenía dos niñas. Foto:Cortesía
‘Mi ‘host dad’ se enloqueció’
La familia la recibió en el estado de Pensilvania. Era un matrimonio con dos niñas, de uno y tres años. Entusiasmada, y en parte eclipsada por estar en una ciudad y una cultura distinta, transcurrieron las primeras semanas de la colombiana hasta que reflexionó del lugar en el que estaba.
“La pareja no tenía tiempo para sus hijas, se la pasaban en sus trabajos. Yo trabajaba más de las 45 horas permitidas a la semana, me pagaban las horas extras. Era una cosa muy loca. Pero yo no había ido a allá por plata, había ido a estudiar. Me frustraba saber que había dejado todo, mi casa, mi universidad, para estar cuidando niñas. Literalmente, me mantenía sola con dos niñas chiquitas”, sentencia.
Una de las niñas que Laura cuidaba en Estados Unidos. Foto:Cortesía
Llegó el punto en el que comencé a pedir mi espacio, necesitaba descansar
Estaba pendiente de las niñas todo el día, les preparaba comida, jugaba con ellas y trabajaba hasta que se durmieran entrada la noche. Solo tres días entre semana tenía un “respiro” para asistir a las clases de inglés después de las 6 p. m., solo que el cansancio ya la dominaba para esa hora: “El curso no era muy bueno. En la noche no tenían mucha variedad, era lo básico”.
Volvía a casa cerca de la medianoche para descansar. No había dormido lo suficiente cuando a las 6 a. m. de nuevo debía estar al tanto de sus ‘host kids’.
Agobiada de la rutina, esperaba que los fines de semana pudiera despejar la mente: “A veces, como eran una familia ocupada, intentaban pasar tiempo con las niñas el sábado y el domingo. Me pedían que fuera con ellos, pero era para trabajar, para que les ayudara a cuidar las niñas. Llegó el punto en el que comencé a pedir mi espacio, necesitaba descansar”.
Intentó cambiar el curso de inglés de las noches por uno para los fines de semana, solo que la respuesta de la familia fue negativa.
Laura cuidaba de dos niñas, de uno y tres años. Foto:Cortesía
“Cuando lograba tener fines de semana libres, me iba a dormir con mis amigas au pair. Pensaba que tal vez estaba pidiendo demasiado porque no sabía cuáles eran mis derechos. Llegaba el lunes a trabajar, con la cara sumisa, me frustraba y volví a decir ‘yo quiero estudiar’. Un día ya no pude más”, relata.
Durante una cena, sentada con las niñas y teniendo al frente a su ‘host dad’, Laura le pidió un ‘rematch’ o un cambio de familia. La cara del señor se transformó: “Se murió de la rabia, o sea, me gritó, me trató mal y les pegó a las paredes. Él no me agredió físicamente. A mí me dio mucho susto”.
Con temor de que algo grave pudiese suceder, subió corriendo a su habitación, tomó sus maletas y empacó en cuestión de minutos toda la ropa. “Ven a recogerme ya urgente porque este man se enloqueció”, le dijo por teléfono a una de sus amigas.
En la calle con sus maletas, sin familia y sin saber qué hacer: “Yo no me iba a quedar en una casa en la que me habían maltratado”.
¿Cuánto se le paga a una au pair en Estados Unidos?
Para Antonia Peña, colombiana y codirectora de uno de los capítulos de la Alianza Nacional de Trabajadoras del Hogar en Estados Unidos, organización que busca reivindicación de los derechos laborales, el salario de las au pair “abre la puerta a todos los abusos”, como el que denunció Laura.
El salario de las au pair es de 195.75 dólares semanales. Foto:iStock
“Las au pair son trabajadoras internas con sueldos paupérrimos que desvalorizan el trabajo del hogar”, afirma para EL TIEMPO.
El salario mínimo semanal de una au pair en Estados Unidos, por las 45 horas permitidas para trabajar, es de 195.75 dólares (alrededor de 795.000 pesos colombianos, para 2023), lo que se traduce en 4.35 dólares por hora (más de 17.500 pesos colombianos). Las familias asumen los costos de hospedaje y alimentación de la joven que reciban.
Lo que me han dicho chicas es que las agencias las pueden ver como un objeto para comerciar
En cambio, lo que se denomina un trabajador de cuidado infantil en ese país, como las niñeras, puede ganar en promedio 13.71 dólares por hora (unos 55.000 pesos colombianos), según la Oficina de Estadísticas Laborales de EE. UU.
Igualmente, las empleadas domésticas, encargadas tanto de las tareas de la casa como del cuidado de los niños, tienen un pago de 13.79 dólares por hora (55.000 pesos colombianos), en promedio, señalan datos del Instituto de Política Económica.
“En los países de origen, venden el programa au pair como un intercambio y a los empleadores de acá se lo venden como un servicio de cuidado de niños económico”, reitera Peña, quien llegó a Estados Unidos como trabajadora del hogar y, tras las experiencias vividas, se unió a la organización nacional.
El programa au pair es istrado por el Departamento de Estado de Estados Unidos. Foto:iStock
“Lo que me han dicho chicas es que las agencias las pueden ver como un objeto para comerciar. (…) Las au pair están en un limbo. A la hora de que una haga algo malo, si la botan de la casa, es porque ella es mala. Si ella quiere irse de una casa porque la están maltratando o se siente en peligro, ella también es la mala”, opina.
‘La agencia me dejó tirada’
Tras romper relaciones con su ‘host family’ en Filadelfia, Laura durmió una semana en las casas de sus amigas au pair, al tiempo que su familia en Colombia la aba con una prima lejana, a quien no conocía, para que la acogiera en el estado de Connecticut.
“La agencia se puso en mi contra. El señor les dijo que yo era la que había gritado y les había pegado a las paredes. No querían pagarme el vuelo de vuelta a Colombia porque yo había abandonado la casa. No me iba a devolver a Colombia hasta que la agencia no me pagara el tiquete porque yo no había hecho nada malo. Si me iba sin el tiquete pago, le daría la razón a la agencia y no me parecía justo”, recuerda.
“Mientras esperaba el tren para ir a donde mi prima, no tenía dónde quedarme y me tocó pasarme toda una noche en la estación con los homeless (personas sin hogar). No es por victimizarme, pero la agencia me dejó tirada”.
Un mes de correos electrónicos y llamadas, en los que le insistió a la agencia que se había ido por cuenta del episodio traumático, surtieron efecto. Le dieron el tiquete para regresar a Medellín.
Laura Mejía, en Estados Unidos. Foto:Cortesía
Llegó “destruida moralmente”. Aunque pensó cerrar el capítulo, una amiga au pair le escribió: “‘Hay una demanda que está montando una pelada contra las agencias, ¿estás interesada?’. Yo dije sí, quiero hacer justicia”.
Laura se unió a cuatro au pair para demandar a las agencias al considerar que estas se habían confabulado para mantener un salario por debajo del mínimo federal por hora, vulnerando sus derechos, debido a que, según denunciaban, las familias en algunos casos las habían maltratado y sobrecargado con sus tareas.
Mi ‘host family’ me trató como a una criada
Johana Paola Beltrán, otra colombiana, fue parte de esa demanda al asegurar que se había convertido en una empleada doméstica y, pese a buscar ayuda de la agencia, “no habían hecho nada”: limpiaba toda la casa, cuidaba hasta las gallinas, preparaba la comida para la familia, pero ni siquiera le permitían comer con ellos, detalló en 2015 para el diario estadounidense The Washington Post.
“Cuando estuve en Colombia, la agencia me dijo que ser au pair sería maravilloso y que exploraría otra vida, idioma, familia, cultura y que, si me pasaba algo malo, ellos estarían allí para ayudarme. En cambio, mi ‘host family’ me trató como a una criada”, enfatizó.
Tanto Johana como Laura fueron asesoradas por abogados de la organización estadounidense Towards Justice, la cual formuló la demanda colectiva con decenas de testimonios y casos similares para exigir reparaciones.
Towards Justice asesoró la demanda colectiva contra las agencias au pair en Estados Unidos. Foto:iStock
“Vimos cuáles eran los desafíos que enfrentaron esas au pair y que compartían con la mayoría de au pair para que pudieran representar un grupo que sufrió el mismo trato. Analizamos lo que cada au pair podía presentar a la Corte para buscar justicia”, sostiene Nina DiSalvo, directora política de la organización, en conversación con EL TIEMPO.
El proceso tomó mucho tiempo, entre el cual Laura se graduó de la universidad y viajó a Nueva Zelanda para estudiar inglés durante dos años. Después fue llamada a la Corte de San Francisco en Estados Unidos. Era su primera vez en unos estrados judiciales: “Un día horrible”.
Cara a cara, en una diligencia que se extendió por ocho horas, escuchó al abogado que representaba a su agencia y a su ‘host family’. Le enlistó cada uno de los “beneficios” que había recibido para decirle, en palabras de Laura, que era una “malagradecida”.
“El abogado insistía que la familia me daba tiempo libre y me prestaba el carro. El tiempo libre era porque yo lo exigía por el cansancio. Me prestaban el carro porque necesitaba movilizarme. (…) Yo le dije: ‘Usted solamente hace énfasis en lo bueno de la familia, pero no en cómo abusaron de mí, en las horas extras, en que yo no pude estudiar inglés y en el día cuando el señor me gritó”.
El acuerdo sin precedentes que benefició a miles de au pair
11 au pair, de Colombia, Australia, Alemania, Sudáfrica y México, encabezaron la demanda colectiva que concluyó en 2019, cuando las partes lograron un acuerdo por 65,5 millones de dólares, el cual las eximió de ir a juicio. Las agencias negaron confabularse para mantener salarios bajos.
11 au pair hicieron parte de la demanda colectiva. Foto:iStock
Las agencias se comprometieron a informales a las au pair y las ‘host families’ que tienen la posibilidad de negociar un monto mayor a los 195.75 dólares de salario semanal.
Las au pair no están ganando ni el salario mínimo en Estados Unidos
Según estimaciones, el acuerdo cubrió alrededor de 100.000 au pair, quienes estuvieron en Estados Unidos entre 2009 y 2018. Todas ellas fueron convocadas para reclamar una compensación económica del fondo de cerca de 40 millones de dólares (valor que resultó tras el descuento de los honorarios de los abogados).
“El caso elevó la conversación de los problemas del programa. No arregló todos, todavía las au pair no están ganando ni el salario mínimo en Estados Unidos”, reconoce Nina DiSalvo, de Towards Justice.
Eso sí, la abogada cree que el acuerdo marcó un precedente porque ahora las au pair reciben más información para tomar una decisión: “Las que vienen puede que tengan una muy linda experiencia, que les toque una familia muy linda, pero si les toca una familia difícil, mala, que las maltrata, tienen muy pocos remedios”.
11 au pair, entre ellas la colombiana Laura Mejía, encabezaron la demanda colectiva. Foto:Cortesía
Los abusos a los que se pueden ver sometidas están en discusión. El Departamento de Estado emitió una inesperada propuesta de reglamentación a finales de octubre de este 2023 que le daría un vuelco al programa. Espera comentarios de la ciudadanía para formalizar las nuevas normas en 2024.
Laura, quien ahora vive en Nueva Zelanda, se siente orgullosa del logro. “Si hay personas interesadas en irse, conozcan la demanda para que sepan que tienen derechos. Cambiamos algo en el mundo para las próximas generaciones de au pair”, menciona. Aunque mantiene firme su opinión sobre “el intercambio”, al que califica como “el nuevo esclavismo moderno”.