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Mundial de Qatar 2022: el tradicional orden Mundial (Opinión)
El Mundial, por ahora, es un perfecto equilibrio. Qatar, bajo el tradicional orden Mundial.
Un Mundial es el más fiel territorio de lo impensado. Allí donde normalmente se rechazan los pronósticos sencillos, donde no se aceptan los vaticinios coherentes. El Mundial es irracionalidad pura, donde no siempre ganan los mejores, sino que también ganan los valientes, los que más corren, lo que más luchan, los que se atreven: es la belleza del Mundial, donde la defensa de la patria –esta forma de la patria– es un arma de ataque que los más débiles enarbolan para desafiar a las potencias del balón.
Y a veces ganan. Pero de vez en cuando en el Mundial se impone una cierta lógica futbolera, de vez en cuando los de amarillo que bailan samba, en verdad la bailan, y deleitan y destrozan con su cadencia voraz; y de vez en cuando los que visten de naranja se parecen, o quieren parecerse, a aquella que llamaban mecánica: puro romanticismo del juego; y de vez en cuando los argentinos se convencen de que tienen entre ellos al que llaman el mejor y juegan para que él gane; y de vez en cuando la actual campeona del mundo, digamos, la que juega de smoking y perfume, se comporta como tal, elegante y brutal, y así destapa la botella de vino dispuesta a beberla de la copa de los campeones; y de vez en cuando los ingleses que se inventaron este maravilloso juego reclaman su derecho a la patente, su potestad sobre el balón.
Y es así como el Mundial de Catar nos puso en escena, en cuartos de final, a varios de los mejores del planeta, los que tienen los mejores jugadores, los que tienen las poderosas ligas, los que ya han ganado finales del mundo o, al menos, saben de qué se trata; es como si la lógica en esta ocasión, luego de algunos conatos sorpresivos en la primera fase –como la decepción de Alemania y Bélgica–, se impusiera ante la rebeldía, como si la supremacía aplastara la insubordinación del juego de aquellos que llamábamos valientes. Siempre agrada ver al débil que acorrala al grande, que lo pone en aprietos, pero también es bueno ver, en fútbol, al grande comportarse como grande. Verlo salir, jugar, tocar, ganar, vapulear, maravillar, que para eso son grandes.
De momento, cada llave de octavos de final en Catar 2022 se resolvió bajo ese paradigma: que el mejor vence al menos mejor. Y es así como dos potencias como Francia e Inglaterra se preparan para un choque de dos asteroides. Y Argentina y Países Bajos revivirán añejas y furiosas disputas. Y Brasil, que no le gusta quedarse fuera del baile, da un recital de tambores y acaba con el sueño coreano. Y su siguiente rival será Croacia, y por más que uno quiere pensar en una Croacia frágil, hay que abonarle que viene de ser subcampeona mundial, con ese mérito enfrentó a Japón, sufrió, sacó su furia balcánica y por penaltis clasificó.
El Mundial, por ahora, es un perfecto equilibrio. Ahora les toca a Portugal y a España, contra Suiza y Marruecos, ir en busca de los dos cupos finales. Se trata de la España que por ahora es una bonita promesa. Y de la Portugal que es una incierta ilusión. Y si ambas avanzan, estaremos ante unos cuartos de final de puros favoritos: Catar bajo el tradicional orden Mundial.